Capitulo 14

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Los días corrían veloces y los amantes difícilmente pasaban desapercibidos. Aún se ocultaban, pero ya no se esforzaban en aparentar que nada ocurría entre ellos. De a poco los velos se iban cayendo, las máscaras se desmoronaban con cada rayo de luz y la oscuridad ya no podía contenerlos.
Hermione se encontraba en el patio central, sentada en el césped junto a sus amigos, disfrutando de una plácida merienda. Los días de sol comenzaban a ser más cortos y el frío aumentaba de a poco, sin embargo aún se podía apreciar algo de calor mañanero al aire libre. El receso invernal se encontraba a la vuelta de la esquina y la gran mayoría de los estudiantes ya se encontraban preparando las maletas para regresar al seno familiar y descansar de los estudios. Hermione se preguntaba cómo sería aquel año, una vez más se quedaría en el castillo con sus amigos, sabía que la pasaría mejor que regresando al aburrido mundo muggle.
Luna se había recostado sobre el regazo de la joven y leía un extraño libro ilustrado. Harry y Ron se encontraban junto a ellas, peleando por el último panecillo de azúcar. Al elevar la vista Hermione pudo cruzar una pícara mirada con Draco, quien acababa de aparecer a unos metros de distancia, entre las columnas de granito. Caminaba solitario, con el cabello dorado sobre el rostro, la muchacha no tardó en preocuparse por el bienestar del joven.
—Chicos, ¿les molesta que Draco nos acompañe un minuto?
Tres par de ojos sorprendidos la observaron en un silencio atónito.
—¿Draco? —preguntó Ron con un gesto de disgusto. Harry le dio un codazo sutil, mandandolo a callar.
—Está bien, si así lo quieres.
Luna asintió en silencio y Hermione les sonrió agradecida. Poniéndose en pie se apresuró a detener el paseo melancólico del muchacho.
—Hola.
Draco se sorprendió al verla, normalmente decidían ignorarse en público.
—Hola. ¿Estás bien?
—Dímelo tú, no te ves muy bien.
—No tuve una buena noche.
Se quedaron en silencio observándose. Hermione pudo ver a sus amigos haciéndole señas a unos metros de distancia.
—¿Quieres acompañarnos?
—¿Qué?
—Se que parece raro, pero ya es hora de que los conozcas de verdad ¿no crees?
—No creo que les agrade mi presencia.
—Te sorprenderías. Ven.
Hermione lo tomó de la mano y lo llevó hacia sus amigos. Ambos se sentaron uno junto al otro sobre el césped fresco. Los tres jóvenes saludaron a Draco tímidamente y le ofrecieron un bollo de frambuesa, él aceptó y trató de mostrarse lo más cortés que se creía capaz. Ni en sus sueños más extraños se imaginó una situación así.
Hermione tuvo que mover los hilos de la conversación para que los silencios no se vuelvan tan incómodos, pero conforme pasaba el tiempo sus amigos comenzaban a mostrarse más transparentes y amables con su acompañante. La muchacha temía que Draco se mostrara áspero pero se sorprendió al comprender que él verdaderamente estaba dispuesto a llevarse bien con ellos.
A metros de distancia, Pansy y Blaise cruzaban los corredores directo hacia la sala común de slytherin. No tardaron en percatarse de la pequeña reunión que se había creado en medio del patio. No podían creer que, el que se había considerado su amigo, estuviera compartiendo tiempo con aquellas personas a las cuales los tres se habían dedicado a acosar durante los últimos años.

Draco se encontraba anonadado. Se observó en el espejo de su habitación y pasó sus dedos a través de su cabello alborotado. Su camisa estaba abierta y llevaba los pantalones desabrochados. Hermione acababa de irse a su habitación y el muchacho se sentía a rebosar de felicidad, algo que jamás pensó que podría experimentar. Una sonrisa imborrable surcaba su rostro. Comenzó a meditar en los últimos dos días, en la sorpresa que se llevó al pasar tiempo con los amigos de Hermione, dándose cuenta de que eran mejor compañía de lo que pensaba. Sin embargo la felicidad que sentía comenzó a volverse un poco amarga cuando la culpa inundó sus entrañas. Se sentía miserable al darse cuenta de todas las veces que había sido un cretino con aquellas personas y le costaba entender por qué le daban una segunda oportunidad que no se merecía. Tal vez confiaban lo suficiente en Hermione, o tal vez querían hacerse su amigo para mantenerlo vigilado. De cualquier forma se sentía agradecido. Draco se cambió la ropa y cuando se disponía a meterse en la cama unos golpes en la puerta lo alertaron. No esperaba visitas, mucho menos a esa hora. ¿Hermione se habría olvidado algo? Echó un vistazo a la habitación pero no encontró nada. Tomando su varita y cubriéndose con la túnica de seda se dirigió a la puerta. Al abrirla soltó un gran suspiro, Blaise se encontraba del otro lado.
—Hola... ¿Puedo pasar?
Draco se hizo a un lado con un gesto afirmativo y el joven mago ingresó a la habitación. Llevaban semanas sin dirigirse la palabra y ahora no sabian cómo hablar el uno con el otro sin ponerse incómodos. Draco lo invitó a sentarse en el pequeño sillón.
—¿Está todo bien?
—Supongo.
Los muchachos se miraron en silencio unos segundos.
—¿Puedo ayudarte con algo?
—Solo quería saber como estabas.
—Llevas como dos semanas ignorándome ¿por qué ahora?
—Solo... te extraño.
Draco se sorprendió frente aquel gesto de sinceridad. Blaise no solía dejarse llevar por la emotividad.
—Yo también te extraño.
—Pansy también te extraña.
—Lo dudo —Draco rió amargamente ante la mención de la joven.
—Bueno... Lo lamento, no sé a qué venía exactamente.
—Está bien, quédate un rato si quieres —Draco tomó una botella del estante de la chimenea y sirvió dos vasos.
—Te vi con Hermione. ¿Están juntos?
Draco no sabía exactamente qué contestar a eso.
—Si.. No.. Estamos juntos pero aún no concretamos títulos oficiales.
—Ah.. Entiendo —Blaise tomó un trago de su bebida— Es increíble.
—¿Qué?
—Tú y Hermione. Nunca nos lo hubiéramos imaginado.
—Lo sé —Draco sonrió pensando en la joven— Para nosotros mismos es un misterio. Pasaron muchas cosas en poco tiempo.
—Ni me lo digas... dime Draco ¿Que harás durante el receso invernal? ¿Irás a casa de tus padres?
—No lo sé... —Draco tomó un sorbo de su vaso con miles de pensamientos inundando su mente. Lo último que quería era ver a su padre— Creo que me quedaré aquí.
—¿En serio?
—Si ¿por qué?
—Nada... solo curiosidad.
—Supongo que ustedes volverán a casa.
—Si.
—Espero que les vaya bien.
—Gracias.
El silencio incómodo retomó su cauce. Luego de un minuto Blaise volvió a hablar.
—Hoy te vi con Hermione y sus amigos, otra gran sorpresa.
—Si, ni me lo digas. Debo decir que no son tan mediocres como creíamos.
—¿En serio?
—Si... Ahora que lo pienso ni siquiera se por que nos peleabamos con ellos en primer lugar.
—Rivalidad de casas. Slytherin siempre buscará ser la mejor.
—Por supuesto, es la mejor...
—¿Pero...?
—Creo que te caerían bien.
—¿A mi? —Blaise echó una carcajada pero se calló al notar la mirada seria de su compañero— No lo sé Draco. No lo creo.
—Bueno... solo creo que deberíamos darles una oportunidad. Ellos me la dieron a mi.
Los jóvenes se miraron en silencio. Blaise comenzaba a pensar que su amigo había perdido la cabeza y que en poco tiempo cambiaría de opinión. Después de todo, una rivalidad de cuatro años no se resuelve en dos días. Sin embargo no podía evitar sentir cierta curiosidad.
—En verdad Hermione se metió en tu cabeza ¿Eh?
—Ella es... increíble. No tienes idea. Nunca conocí a alguien igual.
—Amigo, nunca te había visto así por nadie. Me das ternura.
—No puedo evitarlo, ella saca lo mejor de mi.
Blaise le dedicó una sonrisa honesta. No conocía a Hermione ni a sus amigos pero si hacían que Draco sonriera de esa forma entonces debían valer la pena. Podia notar que su amigo, si bien parecia demente, se encontraba mas radiante que nunca. El muchacho comenzaba a arrepentirse de haberse separado de él, al final del día era su mejor amigo desde primer año, desde antes de todo, desde antes de Pansy y sus secuaces busca pleitos. Blaise sentía en su interior que era hora de regresar a los inicios.
—Me alegro por ti. De verdad. Y... lamento haberme comportado como un idiota.
Draco podía darse cuenta de que Blaise era sincero y una ola de agradable calor inundó su cuerpo. Había estado pensando en él mucho tiempo y temiendo que su amistad no volviera, por lo que no pudo evitar ponerse en pie y acercarse al joven para abrazarlo. Blaise se tensó bajo el contacto pero logró devolverle el abrazo.
—Lo lamento, estoy actuando como un idiota —Draco se alejo y tomó un gran trago.
—Creo que los dos actuamos como idiotas.
Los jóvenes se sonrieron y la incomodidad comenzó a esfumarse. Blaise comenzó a contarle a Draco sobre sus últimos días y a ponerlo al corriente de su vida personal. Así mismo Draco le contó a Blaise sobre los encuentros con Hermione y como lo hacía sentir. Luego de un rato sintieron como aquella parte que los unía volvía a renacer.

Amor entre las sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora