Hermione entró a la gran sala con una pila de dvds en las manos. Luna se encontraba sirviendo tazas de chocolate caliente mientras que Draco y Blaise preparaban el televisor. —Bien. Aquí están. —Hermione dejó las películas navideñas sobre la mesa ratona— ¿Cuál tienen ganas de ver?
Harry y Ron se sentaron en el sillón y comenzaron a ojearlas.
—¡Mi pobre angelito! —Ron tomó la caja ilusionado al ver que se trataba de una de sus películas favoritas.
—¿Ese niño estupido? Es un cliché. —comentó Draco con altanería. Ron lo fulminó con la mirada, pero antes de que pudiera decir algo, Blaise se entrometió en el asunto.
—A mi me gusta. —Draco y Ron observaron a Blaise con sorpresa.
—¿Desde cuanto te gusta? —Draco sonaba incrédulo.
—¡Desde siempre! —Blaise le guiño el ojo disimuladamente a Draco y éste comprendió de qué se trataba aquello: el día anterior los muchachos slytherin habían tenido una acalorada conversación sobre Ron Weasley y el extraño comportamiento que Draco había notado en su mejor amigo.
Blaise se sentó junto a Ron y, tomando su varita, utilizó un encantamiento para obligar al cd a salir por sí solo de la caja y flotar hasta la entrada del reproductor.
Luna y Hermione se encargaron de llenar la mesa ratona con chocolate caliente y dulces.
Hermione se sentó junto a Draco, quien la rodeó entre sus brazos y le prestó más atención a su amada que a la película, mientras que ella se reía a carcajadas de las escenas ridículas. Por su lado Luna decidió sentarse junto a Harry y él la invitó a compartir un tazón de palomitas.
A medida que pasaba la película la tensión que sentía Ron por la cercanía de Blaise iba aminorando, hasta que finalmente el joven dejó caer despreocupadamente su brazo sobre el sillón, detrás de la cabeza de Blaise, quien fingió no percatarse de aquello.
Al finalizar la película el grupo se despidió para dividirse en dúos: Harry y Luna decidieron cenar juntos en el jardín, mientras que Ron y Blaise desaparecieron en la oscuridad de los pasillos sin dejar rastro de su paradero. Por su parte, Draco y Hermione decidieron finalizar la velada a solas, en la habitación del joven.—No estuvo tan mal. —comentó Hermione mientras se quitaba la capa.
—No... para nada.
—Ni siquiera le prestaste atención a la pantalla, ¿verdad?
Draco abrazó a Hermione por la espalda y haciendo a un lado su melena le depositó un tentador beso sobre el cuello.
—Me fue imposible teniéndote enfrente.
—Ah lo siento, tal vez tendría que haberme sentado con Harry.
Draco se detuvo en seco y la tomó de la cintura para que se volteara hacia él.
—¿Disculpame? Jamás. Hermione Granger, eres la distracción más hermosa que haya visto. Siempre voy a preferir admirarte a ti, antes que ver esa película horrorosa.
—Hablando de distracciones, por fin nos dejaron solos.
—Oh, lo estuve esperando toda la tarde.
—Ven aquí.
Hermione tomó a Draco por el cuello de la camisa y lo atrajó hacia sí. Los jóvenes se unieron en un beso tan apasionado que no tardaron más de tres minutos en saltar hacia la cama y comenzar a arrojar toda prenda que los mantuviera separados. Fue así como los amantes se sumieron en una dulce pelea de besos, abrazos, mordidas y lamidas, en el silencio de la noche, bajo la luz de la luna y del fuego de la chimenea.
Draco, absorbido por el deseo, admirando a su dulce compañera, no se percató del brillo esmeralda que iluminaba las llamas, y tampoco pudo observar a tiempo como el rostro de su padre lo fulminaba con una mirada aniquiladora, antes de desaparecer entre las cenizas.Draco Malfoy se encontraba sentado en la cornisa de su ventana, leyendo un libro de defensa contra las artes oscuras, cuando una gran lechuza con pico torcido y plumas oscuras apareció frente a él, aferrando una carta entre sus garras.
—Oh no... —Draco dejó caer el libro al suelo de su habitación y se apresuró a tomar la carta— Muchas gracias... Ya puedes retomar tu viaje. —Ante aquellas palabras la lechuza alzó vuelo hacia el cielo crepuscular.
Draco observó el sobre, era de papel gris y llevaba el sello Malfoy. El muchacho rasgó el papel y sacó de su interior una carta escrita en tinta negra con la caligrafía de su padre. Draco sabía que eso significaba malas noticias. Lucius jamás le enviaría una carta, no cuando podía comunicarse con él a través de otros medios, más directos y veloces como la chimenea, los espejos u otros objetos mágicos.
El joven se bajó de la cornisa y se sentó en el pequeño sillón mientras se pasaba una mano temblorosa por el cabello pálido. A medida que leía aquellas palabras su ritmo cardiaco se aceleraba y una crisis nerviosa amenazaba con estallar sobre su cabeza, impidiéndole respirar.Draco, soy tu padre. Aunque eso está por cambiar. Me has decepcionado, a mi y a tu madre, a toda tu familia. ¿Cómo te atreves? No te hemos criado para que cometas estos errores descomunales.
Si es que puede llamarse error, yo lo llamaría tragedia, traición a tu sangre pura. Ni te atrevas a fingir inocencia, te he visto revolcandote con ella, con mis propios ojos.
Pero quiero creer que es un malentendido. Quiero pensar que tendrás una buena explicación para darnos, una que me convenza de que no debo darte una paliza. Piensa bien en tus decisiones a partir de ahora Draco,
has puesto en juego tu honor y tu derecho a pertenecer a la familia Malfoy.
Encuéntrate con tu madre y conmigo este sábado por la tarde, en Las Tres Escobas. Y ve solo, a menos que quieras poner en riesgo la vida de tus nuevos amigos.Draco sentía como se le cerraba la garganta. Su vista se nubló y tenía ganas de vomitar. No podía creer que había sido tan ingenuo, tan estupido, para creer que su padre no se enteraría de su relación con Hermione. El momento que tanto temía había llegado, y no se sentía listo para enfrentar las consecuencias. Comenzaba a darse cuenta de que nunca se sentiría listo, pero que debía pelear de todas formas.
Antes hubiera huido, se hubiera ocultado en su propia oscuridad, encerrándose en una habitación sin cerradura para que nadie lo encontrara ni conociera su dolor, pero ahora las cosas eran diferentes. Ahora su corazón y su mente le suplicaban que corriera hacia los brazos de Hermione y dejara que ella lo consuele, que lo ayude a encontrar una solución. Se había cansado de ocultarle todo aquello, de mentirle cada vez que hacía preguntas sobre su familia o sobre aquel cuaderno misterioso que siempre se esmeraba por mantener oculto. La joven bruja no era estúpida y se iba a enterar de una forma u otra, Draco lo sabía. Era mejor que le contará todo antes de que la muchacha se enterase de otra forma. Había llegado el momento de ser sincero consigo mismo y con la persona que amaba.
Draco tomó la carta y a su vez tomó el cuaderno, que se hallaba oculto en el librero, y metió ambos objetos infernales en un pequeño bolso. Se colocó la capa y, apagando las luces, salió disparado a través de la puerta, rumbo a la sala común de Ravenclaw.
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Amor entre las sombras
FanfictionHermione Granger es una joven bruja herida y a la defensiva, la mayoría diría que es fría y antipática. Draco Malfoy parece ser el único en todo Hogwarts que la comprende, por mucho que quiera hacerse el indiferente. Cuando los DM comienzan a ser má...