Capitulo 4

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Draco recorría uno de los pasillos más recónditos del castillo, aquel que funcionaba de puente entre dos torres, con grandes ventanales desde los cuales se podían apreciar las mejores vistas de Hogwarts, cuando el joven se encontró con una Hermione solitaria y algo alterada. La muchacha ojerosa parecía maldecir los libros que llevaba en las manos con la respiración agitada. Draco no tardó en leer los signos de la ansiedad, que tan bien conocía, apoderándose de la joven. Hermione no parecía percatarse de su presencia cuando arrojó los libros al suelo y apoyando los codos en la baranda del ventanal se frotó los ojos enrojecidos mascullando "necesito un cigarrillo." Por primera vez desde el bosque los jóvenes se encontraban completamente a solas. Draco podría haber seguido su camino, podría haberla ignorado y ella ni siquiera se hubiera percatado de ello. Pero no se creía capaz de hacerlo. Algo dentro de si le exigia mover su egolatra trasero y brindarle ayuda a aquella joven que le resultaba tan fascinante y misteriosa. Le sorprendió como, a pesar de convivir durante más de cuatro años, no se conocían en lo absoluto. Siempre se había fijado en ella por su inteligencia, pocos estudiantes tenían un promedio tan idílico, lo cual la convertía en la rival perfecta para Pansy, y siempre prefirió mantenerse al margen de esas peleas intelectuales. Ahora Hermione parecía ser mucho más que calificaciones altas, ahora comenzaba a verla como una persona rota, una persona que había padecido más de lo que dejaba ver, una persona parecida a él. Draco siempre supo que no era la única persona en el mundo con un pasado doloroso, pero siempre creyó que lo padecería solo. Aprendió a hacerlo, eligió hacerlo. Si algo le enseñaron sus padres era que la máscara siempre sería más atractiva que su rostro real. Pero allí, en ese instante, observando a una Hermione más sincera, se daba cuenta de que la máscara de Hermione no le era suficiente, quería mucho más.
Así fue que, con más dudas que certezas, el joven decidió tomar un trozo de papel y una pluma. Al finalizar la pequeña nota la dobló y susurrando un hechizo la hizo desaparecer.

Hermione se encontraba al borde de un colapso mental mientras intentaba comprender la fórmula de una difícil poción de transformaciones cuando una nota apareció frente a ella. La joven observó a su alrededor pero se encontraba a solas en el oscuro corredor.

Yo también necesito uno.
Te espero en 10 minutos.
Ya sabes donde.
Att: Draco.

La leyó con el ceño fruncido, si se trataba de otra broma iba a enloquecer. ¿Acaso era la única en todo el castillo que se ocupaba de estudiar? Se dejó caer en el sueño cansada. Draco llevaba comportándose extraño toda la semana. ¿Qué pensaría Pansy de esto? ¿Acaso la joven aprobaba que su mejor amigo compartiera tiempo con una mitad muggle? Sabía que ese tema no era de su incumbencia pero la joven no podía evitar sentir curiosidad al respecto. En estos últimos días el dúo slytherin no había cesado con sus bromas y sus comentarios hirientes. Sin embargo, por primera vez en mucho tiempo su líder no parecía hacerles caso.
Tal vez fue el cansancio, tal vez las ganas de distraerse, tal vez realmente necesitaba un cigarrillo, no sabía la razón, pero decidió aceptar aquella inusual invitación, después de todo no tenía mucho más para perder.

Hermione se apresuró a colocarse su túnica y salió en silencio a la luz de la media tarde. Tomó aire, sintiendo la suave brisa en su rostro y dirigió la mirada hacia los bosques, dudó unos instantes pero luego avanzó con paso firme. Al llegar al pequeño claro Draco ya se encontraba allí. Ambos se miraron en silencio, el chico le dirigió la mirada más suave que ella había visto jamás en alguien como él. La sorpresa fue vasta pero logró contenerla dentro. Sin decir una palabra Draco le dio un cigarrillo, ella lo aceptó y él se ofreció a prenderlo sacando un encendedor verde de su bolsillo.
-¿Sin hechizos esta vez?
-Creí que sería más práctico.
Ambos fumaron en silencio, apreciando los sonidos del bosque: el aleteo de aves, el pelaje de ardillas contra la corteza de los árboles y el sonido del agua corriendo a lo lejos. Draco la observaba intentando descifrar el enigma que vestía su rostro. Tenía miedo de emitir palabra y que ella saliera corriendo en un mar de furia. Pero para su suerte Hermione cortó el silencio.
-Gracias.
Eso no era lo que él esperaba. Sus músculos se relajaron.
-No es nada.
-Pensé que siempre había algo a cambio de la bondad de Draco Malfoy. -mencionó ella mirando hacia el bosque.
-Creo que es obvio que no nos conocemos realmente. -Se limitó a responder él suavemente.
Hermione se congeló pensativa. Draco tenía razón, a pesar de haber sido un acosador por mucho tiempo no le daba derecho a suponer sobre su verdadero carácter. Ella sabía que muchas veces los acosadores eran las personas más dañadas, pero no siempre se había visto capaz de tenerles tanta paciencia.
-Lo siento. -respondió sintiéndose culpable por haberlo tratado tan mal estos días.
-Está bien, supongo que me lo merezco.
Mantuvieron un cómodo silencio, observándose con medias sonrisas, simplemente disfrutando de la tranquilidad que ese lugar les ofrecía, hasta que llegó la hora de cenar. Entonces ambos se despidieron y cada uno se dirigió a su lugar como si nada hubiera pasado, pero esta vez las cosas eran diferentes.

Amor entre las sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora