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Ernesto e Ismael llegaron muy puntuales hasta las afueras del palacio de gobierno. La primera en salir fue Alicia, poco tiempo después apareció Soledad. El palacio era una hermosa construcción con bellos y hermosos jardines. Las dos doncellas estaban muy hermosas.

Caminaron hasta el coche que los llevaría hasta el gran teatro. El chofer preguntó a Alicia hacia donde se dirigían y fue Soledad quien ordenó.

—Al teatro, por favor —dijo, después de todo ella tenía que hacer creer a Ernesto que ella era la hija del gobernador.

Llegaron al teatro y la función que disfrutaron fue una comedia titulada: "Si vives, te casas". Salieron muy divertidos. Sobre todo Soledad quien no dejaba de sonreír y coquetear con Ernesto. Y, por supuesto, Ernesto se portaba muy galante y caballeroso.

Al terminar la función estuvieron platicando por largo rato. Se entendían tan bien. Ya no había duda de que ambos se habían enamorado. Sólo Ismael era el que no estaba tan convencido: algo le latía mal, pero ignoraba la razón. ¿Y es qué te imaginas? Ernesto buscaba a una doncella de sangre azul y Soledad no lo era, ¿qué iba a suceder cuando él se enterará?

Regresaron del teatro no sin haber hecho planes para el próximo fin de semana. Incluso Ernesto se mostró impaciente declarando que sería mucho tiempo de espera. Pidió a Soledad verla antes.

—Tenemos prohibido recibir visitas en el Instituto y mucho menos de hombres —contestó Alicia.

Todos se despidieron cariñosamente a las afueras del palacio. Soledad entró llena de ilusiones a su humilde casa. Llena de esperanza. Soledad estaba segura que Ernesto la quería. No quiso esperar ningún instante y comenzó a escribir en su diario. ¿Quieres saber lo que escribió? A continuación, lo sabrás.

Del diario de Soledad, del día cuando fueron al teatro:

¿Sabes? Te acabo de ver hoy y ya extraño tus palabras. Tus ocurrencias y bromas me hacen feliz. Ya quiero volver a verte. Ya quiero que sea otra vez fin de semana para volver a verte. Quiero ir al teatro otra vez contigo, como hoy.

El día de hoy fue muy especial. Y aunque lo que pasó al final no fue nada agradable, despedirme de ti, no lo cambiaría por nada, te lo juro. Recordare muy complacida todo este día: ver cuando llegabas me dio mucho gusto, mi corazón se aceleró y me emocioné como nunca.

Sé que tal vez todavía no me quieras, pero pues solamente quiero que sepas que te quiero y lo que siento es muy fuerte. Espero y durante estos días que no nos vamos a ver, te acuerdes de mí. Aunque solo seamos amigos, me daría mucho gusto que pensaras en mí.

Si no soy la doncella que buscas y si sólo me quieres como amiga, está muy bien, no pasa nada, lo aceptare, pero si me quieres como novia, si crees que yo soy la princesa que buscas, tienes las puertas abiertas, sólo te pediré que no juegues con mi corazón. Soy muy cursi, gracias a Dios que estas cartas no te las entregaré.

El príncipe de soledadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora