Soledad era una chava físicamente hermosa, aunque ella no lo creía y se sentía fea y gorda. Pero nada de eso: Soledad era de piel blanca, nariz respingada, ojos profundos y centellantes. A sus diecisiete años reflejaba gran candor e inocencia; era sumamente simpática y siempre, ante los demás, se comportaba de una manera risueña y agradable.
Cuando cumplió los quince años de edad; sus padres, con todo el esfuerzo y dedicación, le organizaron una gran fiesta. Gracias a esto obtuvo el derecho a ser incluida en la lista de "doncellas disponibles" ante la RAPP. ¿Recuerdas te comenté que para convertirse en princesa existían varios requisitos? Bueno, pues un requisito era este: tener un festejo como quinceañera. Así, desde hacía dos años, el sueño de toda niña, "algún día llegará mi príncipe", cada día era más real para ella, porque, aunque lo ignorara ya estaba incluida en la lista de designación que hacía la RAPP entre sus alumnos. Claro, todos los habitantes de la Realidad desconocen completamente el sistema que usa la RAPP para designar doncellas entre sus alumnos. Ahora tú ya lo sabes. Déjame decirte que no importa la magnitud de la fiesta, basta con que se cumplan tres sencillos rituales: un abrazo de verdadero deseo de felicidad, bailar un vals, celebrar un brindis.
Soledad vivía, como ya lo habrás advertido, en una ciudad llamada Dependencia. Dependencia era una ciudad muy moderna, aunque tenía una gran peculiaridad, conservaba costumbres y modos de vida como los de la antigüedad. Una ciudad moderna pero con costumbres antiguas.
La familia de Soledad la conformaban sus padres, dos hermanas mayores y un hermano, también mayor. Las hermanas todavía habitaban con sus padres y el hermano ya vivía en otra ciudad. Como habrás notado, la convivencia de Soledad con sus hermanas era escasa y poco amigable. Es verdad, las quería sanamente, pero sus propios conflictos la hacían ponerse siempre a la defensiva. Soledad juraba y aseguraba que su hermana, la de en medio, la odiaba pero no sabía el porqué. A veces creía que la razón era porque su hermana no había tenido fiesta de quince años. En cambio, el trato con su hermana mayor era mejor, aunque eso no quitaba de su cabeza que en realidad a ella tampoco le importaba.
Así que la vida para Soledad, en los dos últimos años, se había convertido en un llorar interminable por las noches. En un llanto que nadie escuchaba porque por el día era la más contenta y risueña señorita que pudiera existir. El Rey, obsesionado en sus propios intereses y disfrutando sus victorias personales; la Reyna, obsesionada en sus maquinas de coser creyendo que así su hija tendría un mejor futuro. La señora se la pasaba trabajando sin percibir que su hija necesitaba otro tipo de ayuda.
Tal vez por tanto aislamiento fue que Soledad comenzó a escribir un diario personal: para mitigar un poco las tristezas, como ella decía. Aunque déjame comentarte un secreto: sólo ella sabía como deseaba algún día convertirse en una escritora famosa. Y ser ella quien escribiera fantásticos cuentos de hadas o cuentos de princesas siendo rescatadas por hermosos y apuestos príncipes. Vaya, cuentos con un final feliz, como ella decía. Y por supuesto, le gustaría mucho algún día escribir su propio cuento de amor. Ella siendo rescatada por un guapo y apuesto príncipe. Un lindo sueño no tan lejano. Por lo pronto, su diario, además de servirle para desahogarse y compartir sus intimidades era un excelente instrumento para desarrollar su vocación de escritora.
Las tristezas de Soledad se veían sofocadas, en mucho, gracias a la amistad de un par de compañeras del IPNB: Alicia y Cecilia. Ellas habían sido sus amigas desde la infancia. Alicia, su vecina, también ya estaba dentro de las doncellas en espera de uno de los alumnos de la Real Academia. En cambio, Cecilia no había contado con la misma suerte. ¿Suerte? No. Para Cecilia, como para la mayoría de personas, encontrar el amor de su vida no sería cuestión de suerte, sino un asunto de tomar una decisión. Una gran decisión.
Soledad desde que nació gozó de muchos privilegios. Sus padres la enviaron al IPNB para transformarla en una digna dama de sociedad. A ese Instituto asistían las niñas más ricas de la ciudad, ya que era un colegio muy caro. Ahí les proporcionaban, además de las enseñanzas tradicionales, preparación en asuntos de buenos modales, de principios, de valores, de buen comportamiento y de muchas otras actividades propias de la alta sociedad. Pero, al igual que en tu escuela, no les impartían enseñanzas sobre los sentimientos: mucho menos de amor romántico. Solamente del amor a un Ser superior. Es decir, sus enseñanzas estaban basadas en puros asuntos de moral y "buenas maneras". Según la filosofía del Instituto, todo lo que tuvieran que aprender de ese sentimiento agradable y misterioso llamado "enamoramiento" lo descubrirían por sí mismas; pero al salir del Instituto. En el Instituto el reglamento era muy claro: no enamorarse, no novio, no nada. ¿Pero acaso el amor romántico era un sentimiento "pecaminoso"?
—Mientras sean alumnas de este Instituto, sí. Ya habrá tiempo después para ese tipo de amor, mientras sean estudiantes: su única misión es prepararse para ser unas dignas damas de sociedad —decía la madre superiora.
¡Qué método tan rígido y absurdo del Instituto! Si las alumnas eran seres humanos con sentimientos. En fin. Las clases en el IPNB comenzaban los lunes a las siete de la mañana y terminaban los viernes a las siete de la tarde. Como advertirás era un seminternado pues sólo contaban con los fines de semana para salir a visitar a sus familiares. Aunque para Soledad esos dos días con su familia no siempre eran de su agrado. Como ocurrió un fin de semana, cuando el grupo musical juvenil del momento se presentaba en la ciudad.
—¡Plano Simple va a venir a Dependencia! —Alicia le había comunicado casi gritando en cuanto se enteró.
Al saberlo, Soledad la tomó de las manos y ambas comenzaron a brincar de emoción. Plano Simple era su grupo favorito. Sin embargo, la emoción duró poco, pues al enterarse doña Reyna, la mamá de Soledad, le negó el permiso rotundamente.
—¡Estás loca! Los boletos son muy caros.
Soledadlloró mucho ese día. Anhelaba mucho ver el concierto de Plano Simple. Ellajuraba y perjuraba que los amaba demasiado. Verlos en vivo sería uno de sus másgrande sueños hecho realidad. Su mamá no le autorizó el permiso. Alicia asistiójunto a sus padres y trajo una playera del evento como un recuerdo paraSoledad.
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El príncipe de soledad
Genç KurguTodo comenzó en la famosa Real Academia Para Príncipes. "Joven Ernesto, la doncella que le permitirá convertirse en príncipe de cuento es hija de reyes de algún país de la realidad, es de sangre azul. No sabemos al tipo de monstruo que deberá enfren...