XIX. Ilusiones

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Arona.

Que Rami expresara sus sentimientos por mí en ese momento me dejó helada. Jamás me había pasado por lo cabeza que sentiría algo por mí, más aún con su ex prometida rondando por el hospital. Aunque él pudiese negarlo, todavía sentía cosas por ella, ¿y quién no lo haría? Que te abandonen de esa forma... deja una herida muy profunda, es como tener que olvidar a alguien que amas y que no te ama a ti. ¿por qué otra cosa lo abandonaría si no es por el hecho de que no lo amaba lo suficiente? No creo que haya sido por trabajo como dijo Verónica, y si había sido así, ella nunca lo amó.

Volví a casa algo aturdida todavía. Al entrar, Gina y Max seguían discutiendo.

—¡Yo vi al rubio primero!.—gritó Gina.

—¡Ni siquiera creo que seas su tipo!.—le respondió de igual forma Max.

—¡Pues mírate en el espejo!

—¡Cállense!.—grité.—Para empezar el rubio está comprometido, así que ambos alejen sus garras. ¿Bien?

—Ya era hora.—se quejó mi madre desde la cocina.

—Ya es tarde, Max. Debes irte.—le dije.

—Ya sé que no soy bienvenido en esta casa. Me avisas cuando estés en el departamento.—asentí y se fue sin decir adiós.

—Yo también me voy. Muchas gracias por la cena.—dijo Gina a mi madre, con un tono amable. Se despidieron con un abrazo y un cariño hacía el bebé.

—Ari, acompáñalos.—pidió mi madre. Me dirigí a la puerta y los dejé salir primero. Caminamos unos segundos en silencio hasta la acera de su casa.

—Gracias por la invitación.—dijo girándose antes de abrir la puerta. Pensé en decirle que mi madre me había obligado a invitarla y que su jefe si que me había buscado y dejado sin dinero.

—No fue nada.—dije simplemente. ¿para qué discutir? Gina se miraba diferente que en otras ocasiones. Quizá lo único que le faltaba en su vida era una familia que la quisiera.

—¿Te gustan los bebés?—preguntó tomándome por sorpresa.

—No mucho.—¿ahora que parecía que nos llevábamos bien iba a pedirme que le cuidara a su bebé?

—¿Cómo es la prometida de Ben?.—preguntó curiosa. Mordí mi labio para no reírme.

—Ah.—exclamé sorprendida.—Es muy linda y divertida. Trabaja como enfermera en el hospital y hacen una linda pareja.—asintió con la cabeza.—No te hagas daño. No te ilusiones con alguien que ya tiene su vida planeada.

—No estoy tan desesperada.—exhaltó.

—Yo no dije nada.—me defendí. —Solo digo que deberías estar con alguien que no tenga pensamientos para nadie más.

—Gracias, Arona.—espetó.

—Adiós.—me despedí y me marché de regreso a mi casa. al entrar mi madre me recibió con una toalla de baño lanzándomela al estilo "¡Piensa rápido!"

—Ve a ducharte, prepararé tu habitación.—dijo. La miré extraña.

—No voy a quedarme.

—¿En qué te vas a ir si Rami te trajo?.—acertó. Había olvidado por completo que mi auto no encendía. Rendida no cuestioné más a mi madre. Subí las escaleras y me adentré a la ducha. Una vez en mi habitación me coloqué un camisón y me metí en la pequeña cama.

(*)

A la mañana siguiente mi madre preparó un desayuno espectacular. Hot cakes con tocino, huevos, waflees. Bueno, parecía buffet de hotel.

Esclavo de sus besos 《Rami Malek》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora