O C H O.- h i e d r a

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"Mi dolor encaja en la
palma de tu fría mano,
tomas la mía,
pero ya está prometida
a alguien más"
IVY— TAYLOR SWIFT

"Mi dolor encaja en lapalma de tu fría mano,tomas la mía,pero ya está prometidaa alguien más"IVY— TAYLOR SWIFT

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Mariella alisó la parte inferior de su corto vestido veraniego

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Mariella alisó la parte inferior de su corto vestido veraniego. Sentía que iba un poco informal para la boda de Jennifer, la hija del señor Lombardi, pero no había empacado vestidos elegantes porque ni siquiera se atrevió a pensar que iría tras la pista de dos personajes ficticios que tal vez podrían ser reales.

Se miró nuevamente en el espejo, si que se veía informal con el vestido azul de estampados de flores blancas y los botines blancos de tacón.

Decidió salir de la habitación, Juan Pablo se había adelantado, dándole espacio para que ella pudiera arreglarse, cosa que agradeció internamente.
Bajó los escalones de dos en dos, en la residencia iban y venían personas, arreglando las últimas cosas para que todo estuviera perfecto. Mariella suspiró pasándose una mano por el cabello, en poco tiempo ella vería a personas ir y venir en su casa. En poco tiempo se casaría con Erik.

Caminó por la puerta que conectaba al jardín principal, el cual se encontraba adornado por sillas blancas enredadas con alguna tela suave de color rosa pastel con flores rosas en los costados y un sendero atiborrado de un montón de pétalos de rosa rosas y blancos.
A unos metros encontró a Juan Pablo bebiendo vino en una copa mientras platicaba con un hombre mayor. Mariella no pudo evitar fijarse en lo bien que se veía, con una simple camisa blanca, jeans y lentes de sol. La luz del atardecer caía sobre él con gracia haciéndolo lucir celestial y seguramente él ni se daba cuenta de las miradas que robaba.

Sacudió la cabeza ligeramente y se encaminó hasta él, quien al verla le brindó una de esas escasas sonrisas. Juan Pablo podría iluminar toda Italia con sólo una sonrisa si se lo proponía y poner todo el mundo a sus pies con una de sus risitas nerviosas, que por cierto eran adorables.

¡Mariella, deja de pensar en Juan Pablo de esa manera!

Ah, justo viene llegando—la voz de Juan Pablo interrumpió sus pensamientos—. Ésta chica de aquí es Mariella Souza—la presentó al hombre desconocido.

Buscando el rostro de Julieta |  j.p. villamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora