CATORCE.- otras vidas

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—Señorita Capuleto—Julieta se dio media vuelta al reconocer la voz aterciopelada de Romeo—. Si vino—dijo él con sorpresa y con una sonrisa adornando su rostro.

Julieta se cruzó de brazos y alzó una ceja, con expresión divertida y altanera.

—Ya ve, soy lo suficientemente insensata como para venir hasta su jardín—respondió ella haciendo que él soltara una pequeña risa.

Julieta se detuvo unos segundos a ver detenidamente al hombre frente a ella. Vaya que era atractivo, los rumores sobre el Montesco ni siquiera le hacían justicia, sus ojos bajo la luz del sol que se filtraba por los árboles del jardín, hacia que se vieran de un verde oscuro e intenso, como si mirases directo a un bosque y su risa. Parecía que estaba escuchando a un niño pequeño reírse, y era un sonido bonito, porque no era para nada fingido. La mayoría de las personas a las que conocía, soltaban pequeñas carcajadas cubiertas de educación, Romeo no. Romeo Montesco parecía ser el tipo de imprudente del que uno debe alejarse, sin embargo, ahí estaba Julieta, en el jardín de los Montesco, rezando para que nadie los viera o estarían en problemas.

—Aquí estamos solos, nadie viene a esta parte de la casa más que yo.

—No sé si el que estemos solos me tranquiliza, señor Montesco—dijo ella—. No es adecuado que una chica y un chico estén solos.

—Sé que no, pero le juro que jamás me atrevería a obtener algo más que una conversación con usted. Sé lo que significa un "no" cuando me lo dicen—respondió él—. Y sé que poco vale la palabra de los hombres, tome este juramento: jamás haría algo que la perjudicara.

Julieta se cruzó de brazos y decidió creerle a Romeo. No parecía ser una mala persona, ni todas las cosas que Beatrice le dijo. Romeo no era su familia y a Julieta le parecía estúpida la disputa que tenían sus padres con los de aquel muchacho.

—Así que, ¿qué quería hablar?

—Sobre usted.

—¿Sobre mí?—inquirió ella confundida—. ¿Qué quiere saber sobre mí?

Buscando el rostro de Julieta |  j.p. villamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora