D I E Z.- t u r o s t r o

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⚠️ANUNCIO IMPORTANTE⚠️
Ey, espero estén bien, solo quería decir algo que jamás he dicho, pero creo que es necesario.

Amo escribir, de verdad que sí y sé que no soy la mejor haciéndolo, pero trato de transmitir con mis historias (que no son las mejores) lo que sucede por mi cabeza y la verdad es que he visto que aquí en este fic, hay muchos lectores fantasmas, leen pero jamás comentan o votan y créanme que no escribo mis historias por los votos, pero me desanima un poquito que no los tenga, así que, quería pedirte que si tú eres uno de esos lectores fantasma, dejes de serlo y comentes o votes, eso me anima a seguir escribiendo.
Anyway, gracias a quienes se toman el tiempo de leerme, votar y comentar. Gracias por su apoyo: Caro, Alex, Itz💗 por ustedes sigo escribiendo esto.

Sin más que decir, les dejo este capitulo y tengan lista una presión que se les va a bajar la coca.

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"El pasado es un prólogo"

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"El pasado es un prólogo".
—WILLIAM SHAKESPEARE

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El día pasó demasiado rápido, Mariella y Juan Pablo ni siquiera salieron de la biblioteca, más que cuando llegó la noche. Los Lombardi eran tan hospitalarios que el ama de llaves les llevó el desayuno, la comida y la cena a la biblioteca al ver que ambos jóvenes no dejaban de buscar entre los documentos.

Villamil respiró contento el aire una vez que salieron de la biblioteca, el día se les fue como agua entre los dedos, habían encontrado más cosas y datos sobre Beatrice, pero nada que mencionara a los Capuleto, de todas formas aún les quedaban varias cajas que revisar y tenía la esperanza de que encontraran más. Tenía que haber más.
Aun era preso de su propio escepticismo, él era bastante analítico y lógico, todavía hasta hace unas horas antes creía que toda esa travesía sería en vano, pues él sostenía con firmeza que esos personajes eran ficticios, pero ahí estaba la vida nuevamente reprochandole su incredulidad.

Sin duda esto sería una buena historia para contar a sus amigos una vez que regresara a Bogotá.
Miró a su lado a Mariella que iba perdida, en su mundo y distraída como siempre. La castaña tropezó con una piedra y de no ser por los reflejos de Juan Pablo se hubiera ido de bruces al suelo.

—¿Es costumbre tuya tropezarte siempre o solo lo haces porque quieres estar en mis brazos?—bromeó Juan Pablo haciendo enrojecer a Mariella.

—Ugh... eres detestable a veces—respondió ella de la misma manera con una risilla.

Buscando el rostro de Julieta |  j.p. villamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora