Capítulo 5: El amor de una estrella

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Nix Angelis 

Eres el enigma más hermoso que he conocido en mis diecisiete años de vida Nix Angelis. Déjame ser la estrella que ilumine el oscuro Caos que te rodea, porque quieras o no, serás mi diosa, y yo el ser que siempre te rendirá veneración por ser capaz de someter mi equilibrado mundo al anárquico y único Caos que eres tú — confiesa con una mirada que grita con desespero el amor que tanto teme expresar.

— Admiro la valentía de tu corazón, pero sabes bien que no podré corresponderte. Yo jamás seré  buena para tu luz, y mientras puedas debes huir de mí — respondo dándole fin a su secreto, y el inicio de un vínculo que terminara con alguno de los dos destrozados tarde o temprano.

Me aferro a la calidez de su mano, que como siempre, parece trasmitirme las energías más puras del sol. Continúa guiándome a través de las enormes ruinas de Ma-sane, pertenecientes a la extinguida raza de hechiceros que en algún tiempo habitó en esta zona. De su mano derecha surge una especie de luz que nos va iluminando el camino. Hay pocos árboles y una extensa pradera con rocas adorna el espacio.

Es inevitable no recordar aquella tarde frente al crepúsculo, en este mismo lugar, donde Damon Fox me confeso sus sentimientos por primera vez. Aquel día algo cambio entre nosotros fortaleciendo lo que éramos. Sin embargo, aunque él continúa disfrutando entregarme su amor sin condición, yo aún sufro por las palabras que desataron mi primera debilidad. 

Reconozco que es un tesoro que debe ser amado sin frenesí alguno. Cosa que jamás podré darle, no mientras esté rota. Pues lamentablemente seguirá siendo la luz que tanto he querido evitar, pero a la vez no. Podría pasar meses y semanas soportando su ausencia, pero cada vez que nos volvemos a encontrar, se siente como la primera vez, se siente como en casa.

Lástima que acá soy la villana, y el será mi victima tarde o temprano.

— Este lugar durante la noche es maravilloso— expresa.

Observo las estrellas alumbrar la bahía de Hudson «tiene razón».

— Me gusta el sol, pero sin duda disfruto más de la luz nocturna — confieso con mi mirada fija en su blanca cabellera.

Suelta una risa suave.

— ¿Es una forma de decir que me extrañabas? — pregunta guiñándome un ojo.

— Cállate.

— Okey. — Esta vez nuestras risas son el único sonido que invade el lugar.

Al cabo de unos minutos nos detenemos y suelta mi mano, voltea con seriedad antes de hablar:

— Podrías quedarte acá mientras este asunto del mensaje se aclare. Ambos sabemos que puede ser un malentendido... tan solo están asustados — dice cargado de preocupación.

— No te oyes tan convencido estrellita... — respondo restándole importancia. — Pero sabes bien que no tengo porque huir, mucho menos que temer — le recuerdo alzando la vista al oscuro cielo que nos cubre en busca de tranquilidad.

Él asiente comprendiendo lo que acabo de decir.

— Ellos vendrán a cazarte. El mensaje fue claro, y te consideran una amenaza para la existencia de ambas razas — admite con frustración alejándose.

Maldita sea... aquí vamos de nuevo.

— El verdadero problema es que yo jamás usaría mi poder para poner en peligro a quién no lo merece. Desconocen este linaje y no veo motivo de tanta preocupación — argumento siguiéndole el paso.

— No solo sé Nix — refuta sin ser capaz de voltear. — Creo que ni tu misma estás segura de eso. Conoces tan poco de tu linaje, como los mismos dioses.

NOCTIMANÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora