Capítulo 25: Traición

529 55 16
                                    


Donovan Pierce

Ha pasado una hora desde que aterrizamos, Nix Angelis pidió que lo hiciéramos cerca de Mongolia y su frontera de bosques ocultos, nos encontramos caminando en silencio mientras el alba acaricia la zona otorgando calidez ante el frío temperamento que dejó la noche. Esta zona esta aislada de pueblos humanos. 

Quién camina metros adelante me distrae, no es un ambiente agradable. Su carácter es monstruoso y detesto que no me determine. Para empeorar, ese condenado traje me esta angustiando y es que se le ciñe tan descaradamente que cada vez es más difícil controlarme.

— Me puedes dejar aquí, no tengo problema en avanzar sola — dice sin un atisbo de agradecimiento.

Que insoportable mujer. 

— Gracias por la sugerencia, pero prefiero fastidiarte hasta que lleguemos a tus ninfas — respondo sarcásticamente.

Su espalda se pone recta y rio para mis adentros  por ser tan fácil de provocar.

— Como quieras. — Suelta con amargura.

Estuvimos sin hablar todo el viaje debido a su indiferencia, como si no pudiera darme cuenta  que estaba nerviosa tratando de controlar su pulso. Dejó en evidencia el efecto que tengo sobre su cuerpo.

— ¿Qué hacías en el triángulo de las bermudas? Reconocí el olor que tenías en el palacete — pregunto intentando romper la tensión. 

— Liberar a las bestias. 

Me lo imaginaba. 

— Así que dejaste la isla sin prisioneros—cuestiono.

— Era mi deber — contesta sin voltear.

— Mientras tengas el poder de controlarlas todo bien.

El dragón blanco es un hecho, pero no vi su proceso de transformación y sometimiento.

— Mis ninfas se encargarán de ello, nuestra especie las ha subestimado demasiado.

— Yo jamás subestime a las ninfas infernales de Draco. Siempre he tenido un gran respeto por su poder — aclaro.

— Dudo que los machos de tu reino digan lo mismo. He oído lo que hacen con ellas cuando se sienten amenazados.

Un azote de ira cruza por mi cuerpo. 

No me puedo hacer responsable del pasado. Mucho menos de las acciones de los demás. 

— Pero ahora soy Rey. Créeme que nadie se atreve a cometer tales atrocidades, saben que los acabaría en segundos — digo lo último en un susurro.

— Es lo mínimo que puedes hacer si te has pasado toda tu adolescencia sometiendo a injustos.

Sonrió por su declaración omitiendo la apatía de su voz. 

— Se supone que aún no te cuento mi historia. Deberías calmar un poco tu obsesión... asusta. — Bromeo preparándome para su reacción y como es tan predecible se detiene para encarame furiosa.

Estamos bajo un enorme y antiguo árbol que tapa los rayos solares que secan el sereno. Estas montañas son más frondosas que las de Rusia cosa que me distrae por segundos, hasta que devuelvo la atención a la mujer ofendida con su traje brillante que me atrapa. Ciertas partes de su cuerpo sobresalen debido al viento «o quizás por otro motivo».

— Cierra la boca y vete — se cruza de brazos. — Estoy bien. Agradezco que me ayudarás en Monaxia pero hay cosas que hacer. Yo informaré a Fotía nuestro plan y tú deberías hacerlo con Draco. El tiempo es oro, y ese maldito debe estar planeando su ataque.

NOCTIMANÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora