Capítulo 27: Rebelión

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Reino de Fotía, Capital. 

Nix Angelis. 

Siento mi corazón bombear violentamente mientras corrientes de poder me avasallan a la vez que las imágenes que acabo de ver me atormentan «debe ser una pesadilla o error». Ni en las más antiguas historias ha sucedido algo como esto. 

Sabía que los infernales tramaban algo, pero no pensé que el desconocido se uniera a ellos para hacer semejante locura. Es como si todo lo tuviera planeado desde hace siglos.  

Me despido de líderes dejando claro que nadie me acompañará, no pondré más vidas en riesgo por culpa de esos malditos. Ordeno a Brujos que levanten barreras de protección junto a los demás descendientes en cada rincón del reino, necesito que toda hectárea de Fotía quede impenetrable en mi ausencia. 

Acomodo el gabán que añadí a mi vestimenta de batalla, el cual me permitirá ocultar armas oscuras en caso de necesitarlas. Y una vez lista, observo por última vez mi reflejo del ventanal, recordando aquellas palabras emitidas por cierta persona... «El caos no tiene paz Nix Angelis».

Supongo que tendré que acostumbrarme. 

Sin perder más tiempo me apresuro al patio de piletas magistrales donde rezo porque esto sea un error y ese brujo haya estado alucinando, sin embargo, mis pasos se detienen cuando un fuerte temblor surge de la tierra provocando que cientos de aves que descansaban en árboles oscurezcan el cielo huyendo asustadas, y un veneno corre por mis venas al recibir respuesta a dicha duda, «el desequilibrio comenzó». 

Rápidamente arrojo la gema gris que abre un portal directo a Londres. Corrientes de poder aumentan en mis huesos por usar demasiada energía al transpórtame a otro continente, y cuando estoy a punto de cruzar... unos rugidos y aullidos me detienen, haciéndome voltear para ver a mis tres perros nórdicos y el dragón blanco mirarme con una especie de terror y advertencia «no quieren que vaya». 

Con un dolor en el pecho envió un mensaje telepáticamente expresando que estaré bien. Y sus ojos caóticos se llenan de suplicas que decido ignorar...

«Mente fría y corazón ardiente» 

Aprieto ambos puños reiterándome aquel lema, y sin más, cruzo la entrada. 

[...]

Londres, Inglaterra. 

La calle del pasaje donde llegue está vacía. Autos mundanos se mantienen destruiros uno tras otro emitiendo un sonido ensordecedor y, un olor azufre se apodera de mi olfato. Pero esta vez es diferente, viene acompañado con un toque de fuego y sangre ordinaria impregnada. Me escabullo con agilidad procurando disminuir energía para no ser detectada. Escucho gritos, helicópteros y armas tecnológicas detonarse, por lo que continúo corriendo en busca de la zona atacada.

En estos momentos es cuando desearía volar como el Rey de Draco. 

Doblo varias esquinas hasta encontrar el centro de masacre, y una ira descomunal crece en mi interior al visualizar el infierno que se desata.

«Tengo que detenerlos»

Avanzo directo al caos produciendo que varios Kratos se detengan al notarme, detonan salvajismo y sed de venganza en sus miradas por lo que no dudan en venir con intenciones de agredirme. Me abalanzó sobre ellos matando a diestra y siniestra sin tener que esforzarme «no son competencia para alguien como yo». 

La matanza empeora con el efecto de mi presencia y, me enfoco en acabar con los demonios antes que las consecuencias de su rebelión empeoren para todos. No sé cuánto tiempo pasa, solo sé que corto gargantas, trituro huesos, y quiebro almas como una máquina de muerte. Los helicópteros se han alejado y varios tanques dejaron de interrumpir al darse cuenta que no estoy en su contra. El ruido de sirenas no ha mermado, y estás cucarachas se multiplican como ratas «no tengo idea de donde salen tantas». Parece que todo el linaje de Draco está aquí, y otra horda que aparece atravesando un portal me lo confirma. 

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