Capítulo 13: Inquietantes Pesadillas

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Reino Fotía, Capital.

Nix Angelis

Por primera vez no sé cómo reaccionar con tanta devoción y aprobación hacia mi persona. Tengo ambas piernas débiles y el corazón me estallará. El ruido de voces empeora todo. Gritos de vehemencia no cesan y la idolatría aumenta con la llegada de más testigos. 

Están todos sumidos bajo un encanto.

Los seres de luz se arrodillan a mi alrededor «sus ojos azules son estacas al corazón trayendo recuerdos de aquella estrella». Los demás linajes de cielo y fuego hacen lo mismo lanzando bendiciones, mientras los antiguos me observan con esa mirada que ya he visto antes.

Desvío mis ojos al vestido: seda blanca manchada con sangre oscura, recordándome que este no es mi color, dado que la paz y pureza que representa jamás serán cualidades del caos. 

De pronto una suave corriente me acaricia. Un susurro de viento acompañado de energía nocturna que me entrega un poco de tranquilidad. Pongo atención a lo que vociferan, y mi corazón no hace más que digerir el tono esperanzado y lleno de fe profesado por descendientes. 

Así que sin más preámbulos reacciono adueñándome de esta oportunidad, liberando todo poder retenido mientras acepto el nuevo papel que estoy a punto de tomar.

El enorme ser mitológico yace inerte con un enorme fierro atravesado en su cráneo. La calle esta inundada por su sangre, y la oscuridad me recuerda quién es su padre.

«No hay vuelta atrás» 

— ¡El infinito es perfecto! ¡Fotía tendrá su reina y Draco su rey! — grita una anciana entre la multitud.

Ignoro sus murmuraciones con el fin de mantener compostura, ya que cada palabra en estos momentos pesa. 

Entre el montón distingo a los líderes del reino que se acercan para llevarme al palacio. Están igual de pasmados que yo. Por lo que avanzamos en silencio sin abrir nuestros labios, hasta que de un momento a otro un fuerte viento nos rodea. Desde el cielo visualizo como una flor blanca cae, recordando aquella niña antes de la bestia «su significado».

Mi piel se eriza. Y por inercia me acaricio aquella parte del cuerpo.

—¡Nix Angelis! — grita un hombre entre la multitud. 

Volteo para observar a Sander Kratos que corre a mi dirección apresurado. 

— Tus hijos están fuera de sí en los bosques, debieron sentir peligro — informa mientras empuja a los líderes que me rodean.— Mi fidelidad estará contigo hasta el fin de los tiempos si decides perdonar mi origen  — susurra solo para nosotros. 

Frunzo el ceño ante lo último y desaparece entre el gentío impidiéndome responder. 

Al llegar a las afueras del palacio, quienes nos seguían quedan gritando desde la entrada. En tanto nosotros ingresamos cerrando las puertas. Una vez dentro, el silencio parece un privilegio para mis emociones. 

Antes que alguien se atreva a decir una palabra, me adelanto:

— No quiero ningún cometario al respecto, los veo en el salón dentro de cinco minutos — asienten sin protestar.

Camino apresurada al gran trono «necesito desahogarme». 

Las náuseas se apoderan de mi cuerpo haciéndome sentir como una simple mortal, trato de ignorarlo pero me es imposible. «Maldita sea», mascullo sentándome para descansar.

¿Cómo un Dragón escapa de su padre?

Fueron encerrados hace siglos. Tienen potestad de invadir zonas mundanas y ser vistos por todos, cosa que podría generar una catástrofe al perder armonía. Si Donovan Pierce lo envió asesinarme, debo reconocer que me decepciona, ya que no pensé que fuera tan necio.

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