Extra: El origen del desconocido

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Narrador: Tercera Persona.

En el principio había dos dimensiones; una física y espiritual. Ambas realidades no conectaban entre sí, no tenían vínculo ni forma de unión. Las galaxias que constituían la dimensión física no eran más que estados primitivos de existencia y vacío original dentro del cosmos infinito, conformadas por el Caos y la Oscuridad, cuyas tinieblas del segundo ocultaban energías mágicas capaces de crear génesis entre las fuerzas del primero. No existía orden, ni vida, mucho menos intervención divina que los corrigiera, simplemente era una magnitud desolada e inexplorada, esperando ser habitada.

Mientras que, en la dimensión espiritual, moraban criaturas de la cual no se sabe su nacimiento, y junto a sus creaciones reinaban manteniendo perfección y vida en su espacio, el cual crecía y se fortalecía de inmortalidad. Esas deidades no tenían cuerpo que las representarán, eran energía pura, cuyo origen trascendía lo enigmático y sobrenatural.

A medida que dicha realidad se desarrollaba, las deidades establecieron un mandato inquebrantable que prohibiera interactuar con la dimensión física, pues era inédita y arriesgada. Ellos eran luz, vida y espíritu, adoraban la gran fuente que los mantenía protegidos, y no experimentaban ambición alguna por destruirla. Sin embargo, el tiempo pasaba, y sus creaciones nacían cada vez más inteligentes y sedientas de conocimiento, quienes ansiaban descubrir lo oculto de la privada magnitud, y advertían que por alguna extraña razón no se les permitía conquistarla.

Los grandes seres al percatarse de las intenciones de sus hijos procedieron a limitar su evolución, no obstante, todo fue en vano... Un día, uno de los celestiales más bellos y sabios, cuyo don era recibir visiones, tuvo la inesperada revelación donde se veía personificado en un cuerpo sólido y sempiterno. Lo admiró y deseo tenerlo, pues él no tenía cuerpo que lo formara. Esparció el rumor a sus hermanos, y poco a poco comenzaron a revelarse en silencio contra las imposiciones de sus creadores.

Finalmente todo termino en una gran guerra, donde las deidades se enfrentaron a su propia descendencia, la cual termino perdiendo debido a su inferioridad. Ante eso, les dieron lo que tanto querían, ya que al ser eternos no podían eliminarlos, y a consecuencia procedieron a desterrarlos a la dimensión física sin la oportunidad de poder regresar.

Más lo que ellos no sabían, es que en dicha magnitud deambulaba un poder oscuro que buscaba a quien asechar, cuyo peligro nació del caos y canalizó las fuerzas oscuras. Una vez que los seres espirituales colisionaron con la otra realidad, este poder reconoció de inmediato su energía y los poseyó otorgándoles cuerpos incorruptibles y sólidos, llenos de poder e inmortalidad. Sus apariencias y sentidos físicos fueron desarrollados a tal punto que se convirtieron en seres dotados de sabiduría, adoptando el nombre que se mencionaría por la eternidad...

«Titanes del Infinito».

Pasado mil años de aquella guerra, los titanes jamás volvieron a saber de su antiguo reino, y comenzaron a olvidar de donde provenían, más su verdadera naturaleza seguía perdurando y su otra mitad conformada por lo físico también crecía con los siglos. Con el tiempo varios fueron embriagados por energías oscuras y mágicas, mientras que otros se alimentaban de los enigmas del caos incrementando sus dones.

Hasta que el gran infinito que mantenía la brecha entre ambas dimensiones, comenzó a colapsar, originando así la gran explosión del Caos que dio paso al orden, iniciando el principio del universo.

Durante el colosal estallido, cada Titan fue enviado a diferentes galaxias, donde durante ocho días el génesis se concreto en millones de mundos.

En algunos la magia no alcanzó a llegar, pero en otros sí.

Ambas dimensiones fueron unidas bajo la balanza de un equilibrio garantizado por la muerte física, debido a que todo lo creado era eterno, y lo terrenal pasajero, más la naturaleza espiritual de cada ser jamás podría ser eliminada.

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