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Hoy era el cumpleaños de mi madre, debido a mi estado y por lo que pasó éstos días, no pude acompañar a Jen

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Hoy era el cumpleaños de mi madre, debido a mi estado y por lo que pasó éstos días, no pude acompañar a Jen. Me sentí mal ya qué no quería perderme ningún cumpleaños de mamá pero todavía seguía un poco mareada.

Estaba en el sofá con el teléfono, tuve qué decirle a Liam. Mi compañero de trabajo, que no podría ensayar hoy, le conté el problema y lo entendió perfectamente. Al fin y al cabo cada vez nos llevábamos mejor.

Dentro de dos días, era mi cumpleaños. Nada especial, sería un día normal para mí.

Ross salió ya que le pedí qué me comprara chocolate.

En este momento estaba sola en casa.

El sonido de la puerta hizo qué frunciese el ceño. Ross no llamaría.

Me levanté no muy segura, pero al abrir me encontré con Eros junto a mi madre.

Sonreí para abrazar a mi madre y darle un beso en la mejilla. Me agaché para darle un beso a Eros. Él, al igual me dió un pequeño beso.

– Ross me contó. – habló mi madre.

– ¿Hablas con Ross? – pregunté sin creer. Asintió.

Le ofrecí un té y a Eros le di galletas.

– Perro. – dijo Eros.

– Espera aquí vale. – asintió y entré a la habitación. Abrí la puerta para qué JJ pudiera salir.

Salió corriendo hacía el salón y se montó en el sofá junto a Eros. Escuché su risita.

Volví al salón y me senté para hablar con mamá.

– ¿Te sientes mejor? – me preguntó.

– Si. Lo estoy. Ross me cuidó mucho.

– Es un amor. – dijo. – Te trata bastante bien.

– Lo hace. – contesté con un pequeña sonrisa. – Pero quiero hablarte de algo qué pasó en el hospital.

– Claro.

– Me visitó una persona y... – dejé de hablar ya qué la cerradura de la puerta sonó haciendo saber qué alguien entraría.

Ross entró sonriente con una bolsa.

– Oh, hola señora Rose. – saludó Ross.

– Hola Ross. – respondió mi madre.

– Pequeño Eros. – revolvió su pelo.

Me dió un pequeño beso, después se dirigió a la cocina y soltó las bolsas.

Volvió y se sentó a mi lado.

– ¿De qué querías hablar cariño? – habló mi madre.

– No nada importante. – contesté con una sonrisa forzada. Me giré a ver a Ross.

DESPUÉS DE ÉL | Jack R.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora