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Me sentía exhausta, el trabajo el cual tenía cada noche era agotador, además de eso, mi padre me obligaba a complacer a personas a cambio de dinero o sustancias

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Me sentía exhausta, el trabajo el cual tenía cada noche era agotador, además de eso, mi padre me obligaba a complacer a personas a cambio de dinero o sustancias. Conocí a un chico de aproximadamente veinticuatro años qué odiaba extremadamente a mi padre y buscaba cualquier excusa para que la policía lo encontrara.

Intentaba hacer todo lo posible para ayudarlo pero mi padre era muy poderoso sobre sus amigos y los obligaba a vigilarme en todo momento para que no hiciera nada incorrecto para él y para no perjudicarlo.

Gracias al poco dinero que mi padre me daba, conseguir a una chica que se encargaba de cuidar a Eros mientras salía a trabajar.

Acababa de terminar mi turno de noche. Tendría que pasar por Eros y recogerlo de la casa de Stella. Era una chica bastante dulce, Eros no hablaba demasiado pero me comentaba que le gusta estar con ella.

Conseguí un pequeño apartamento en el qué vivíamos Eros, Cooper y yo. Cooper era un chico de veinticuatro años el cual conocí en mi trabajo, me daba bastante paz y confianza. Fue el primer chico con el qué hablé después de todo lo que pasó.

– ¿Quién es? – reconocí al instante la voz de Stella al otro lado de la puerta.

– Soy yo, June. – era a la única persona a la que le decía el nombre que mis padres biológicos me pusieron. También ha ido muy buena amiga para mí y le conté todo lo que me paso antes de llegar aquí.

– Oh claro, me olvidada que Eros no es mi hijo. – abrió la puerta y me sonrió, le devolví el gesto con gusto y entré.

Eros se encontraba sentado en el sofá mirando dibujos animados con un peluche en sus manos. Cuando me vio entrar por la puerta se giró y me recibió con una sonrisa. Corrió hacía mí.

– Mami. – se acostumbró a llamarme así a pesar de qué intenté decirle qué no era su madre, pero lo dejé pasar por qué seguía llamándome así.

– Hola cariño, ¿te lo has pasado bien? – le pregunté con una sonrisa. El asintió y se bajó de mí. Agarré su brazo y saqué un poco de dinero para entregárselo a Stella.

– Me niego. – me rechazó el dinero.

– No puedes rechazarlo, lo cuidas muchisimo. Acéptalo. – insistí.

– Me encanta cuidar de él, no quiero que me des nada de dinero. Me conformo con verlo todos los días y pasar tiempo juntos. – revolvió el pelo de Eros, el le sonrió. Siempre estaba sonriendo.

– Muchas gracias Stella, enserio. Eres un amor. – la abracé y volví a agarrar la mano de Eros para salir de allí.

Recibí un mensaje de Cooper pidiéndome mi ubicación para recogerme este dónde esté. Acepté y se la envié. Minutos más tarde apareció con su coche. Abrió la puerta y salió.

– ¿Cómo están mis personas favoritas? – sonrió y subió a Eros sobre su hombro. El me agarró la cara y me dió un beso en la mejilla. – ¿Qué tal el trabajo? – me preguntó.

– Agotador. – suspiré con cansancio. – ¿Qué tal tú?

– Igual qué siempre, mañana me dan el día libre. Si quieres pudo pasar tiempo con Eros mientras trabajas. – sugirió con una sonrisa.

– Sería genial. – contesté.

Cooper bajó a Eros de sus hombros para montarlo en su coche. Me monté detrás de él.

– ¿Cómo te lo has pasado hoy pequeño? – aceleró el auto y miró por el retrovisor a Eros.

– No shoy pequeño. – contestó con indignación y cruzó sus brazos, frunció el ceño y su boca.

– Lo siento, grandecillo. – Cooper sonrió. Yo los miraba con admiración, me sentía cómo una familia. Aunque con Cooper teníamos una relación más parecida a hermanos.

– Coco. – Eros utilizó ese nombre para llamar a Cooper.

– Dime enano.

– Tengo hambe. – sonreí ya qué Eros siempre tenía hambre.

– ¿Quieres galletas? – le pregunté mirando hacía atrás. El asintió rápidamente y abrí mi bolso para darle una galleta. – Toma bebé.

Comió galletas mientras miraba por la ventana con su peluche entre sus brazos. Me brillaban los ojos al verlo. Cooper me miró sonriendo de lado sin mostrar los dientes.

– ¿Qué pasa? – pregunté mirándolo. El volvió su vista al frente y negó.

– Nada. Te ves feliz. – sonreí, por qué tenía razón. Era feliz aunque sentía qué algo me faltaba, pero debía vivir sin ello. Tendría qué superarlo.

[...]

Llegamos al departamento y entré al baño mientras Cooper jugaba con Eros a los trenes en el salón. Eran las diez de la noche. Hoy terminé temprano el trabajo.

Salí del baño vestida y cepille mi pelo mientras me dirigía a ver a Eros jugar.

– ¿No comerás nada? – pregunté viendo a Cooper. El negó.

– Ya comí algo antes de llegar por tí. – contestó a lo qué yo asentí. Mi teléfono sonó. Maldije mentalmente al ver de quién se trataba.

Graham Moone.
Te necesito en el local ahora mismo.

Suspiré y terminé de cepillar mi pelo.

– Debo irme, mi padre me necesita. ¿Puedes quedarte con Eros? – le pregunté.

– Claro, avisa cuando llegues. – asentí y le di un beso en la mejilla. Metí la ropa y la peluca la cual tenía qué utilizar por obligación de mi padre en una bolsa y salí.

Llegué y me metí en los probadores rápidamente, me vestí y me coloqué la peluca. Avisé a Cooper antes de qué lo olvidara. Las personas qué se encargaban de pintarme se encontraban esperándome. Cuándo terminé salí y busqué a mi padre con la mirada.

Debo admitir que por las noches el local se ponía bastante lleno de personas. Encontré a mi padre junto a un señor de su edad en la barra. Me acerqué y lo llamé.

– Genial. Esta noche te encargarás de entregar bebidas. Más tarde te diré qué debes hacer. – asentí, sin decir una palabra y me alejé con una bandeja.

Una chica y un chico se acercaron y les entregué un vaso con una sonrisa en mi cara. Repetí lo mismo con otros chicos más.

– Hera. – me llamaron desde atrás. Era una compañera de trabajo aunque nunca mantuve una conversación con ella. – Puedes encargarte de ellos. – señaló a dos chicos de lejos. Asentí y me dirigí allí.

Dibujé una sonrisa burlona en mi rostro pero la borré al instante.

– ¿June? – y esa persona era Ross. Mi Ross.

Miré hacía el frente y encontré a mi padre con su vista fija en mí. Miré de nuevo a Ross qué me miraba con un toque de esperanza y tristeza.

– Lo siento. Pero me llamo Hera. – le entregué las bebidas. Volví a mirar a mi padre y aproveché que no me miraba para meter un pequeño papel en el bolsillo de Ross. – Invita la casa. – le guiñe un ojo y le sonreí al chico de su derecha, este seguía con la boca en forma de o.

Me di la vuelta y suspiré, en ese papel se encontraba mi dirección.










Feliz cumpleaños para mi.

Aquí tenéis el primer capítulo, estoy muy emocionada.

Espero les guste tanto cómo a mí escribirlo💘

DESPUÉS DE ÉL | Jack R.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora