20

1.6K 183 18
                                    

– Lo siento, no podemos decirle mucho más. – el doctor se largó del lugar tan rápido cómo llegó, no puedo creer que me esté pasando ésto a mí.

Me dejé caer en uno de los asientos, sentía qué en cualquier momento me desvaneceria. Jack no se había apartado de mi lado en ningún momento y pude agradecerlo eternamente.

Jen, Will y Naya se encontraban comprando algo para qué pudiese comer, ya que no pude hacerlo durante un día entero. Sue estaba a mi otro lado, estoy segura de que a pesar del poco tiempo que estuvo con él, le agarró cariño.

Movía mi pierna con nervios esperando poder ver a mi pequeño. Había estado toda la noche grave y con problemas de respiración, pero lo último que hay que perder es la esperanza, se que se pondrá bien, lo hará.

Mi madre y hermano llegaron y me levante rápidamente para abrazarlos.

– Mi vida. – susurró mi madre mientras acariciaba mi pelo. – Lo siento mucho cariño.

Me separé de ambos y mi hermano abrió sus brazos para que me lanzara a ellos, y eso hice.

– Está bien, estará bien. – murmuró sobre mi oído, yo sólo lloriquee sobre su hombro. Mientras tanto, mi madre abrazaba a Jack, al fin y al cabo lo consideraba cómo un padre para él.

Me separé y él dejó un beso sobre mi cabeza. – Gracias por venir.

– No tienes qué agradecer nada. Me ha costado bastante sacar a mamá de ahí. – bromeó mi hermano y reí mínimamente. Me alegraba estar con mi familia después de todo.

Jack pasó un brazo por mis hombros y me abrazó, suspiré dejando caer mi cabeza en su pecho. Pero de nuevo otra persona entró al lugar.

Mi padre.

– ¿Que estás haciendo? – pregunté al ver qué se adentraba al lugar. – Responde.

– Si esperas que te diga lo siento, lo haré, pero déjame pasar. – ordenó, pero no me aparté de su camino.

– Cómo te atreves a venir aquí, dejaste bien claro qué ese niño no era nada para tí. ¿Por qué haces ésto?

– No lo entenderás, ahora, déjame pasar. – volvió a repetir, iba a contestar pero el doctor habló por encima de mí.

– ¿Señor Moone? – mi padre asintió y miró al doctor, yo tenía una mirada confusa, mi madre no podía creerse qué había vuelto a ver a su marido y mi hermano no se esperaba ver a su padre. – Transplante de sangre y riñón, todo está listo.

– Gracias. – contestó. Lo miré por última vez, ¿porqué haría eso? No estoy entendiendo nada. Desapareció junto al doctor, dejé escapar un grande suspiro y me senté de nuevo.

Pasé las manos por mi cara y limpié los restos de lágrimas qué salían de mis ojos sin control.

– June... – era Jen. – Toma, te hemos traído algo para comer.

– No tengo mucha hambre. – contesté con una mueca de asco. Pero se sentó a mi lado y me tendió algo.

– Tienes que comer algo June. Tienes qué tener fuerzas para Eros. – la miré y asentí agarrando el bote de comida.

No logré terminarlo, pero algo si pude comer, al menos no tendría hambre durante un tiempo.

Mi corazón se detuvo al ver a Cooper entrar rápidamente, sus ojos estaban rojos, me levanté y corrí hacía él. Nunca lo había visto llorar, si él lloraba, yo también lo haría.

Lo abracé cómo nunca había abrazado a alguien, Cooper se desvanecía en mis brazos. Lo obligué a sentarse para que se calmara.

– Perdón, perdón, tendría qué haber estado con él. – lamentó con voz rota, lo abracé de nuevo y acaricié su pelo.

– Tranquilo, no es tu culpa. Él estará con nosotros de nuevo. – intenté sonar lo más segura posible, pero hasta yo sentía miedo de no volver a verlo nunca más.

Una doctora llegó a nuestro lugar.

– Hola, ¿familiares de Eros? – preguntó y asentí.

– Sí, es mi hermano. – la mujer asintió y me miró con lástima. No me gusta nada esa mirada.

– Puedes entrar a su habitación, aún no despierta. – asentí y me levanté dejando a Cooper junto a Jen, esta lo abrazó. Sonreí por eso, Cooper es cómo un hermano para mí y me pondría feliz qué encontrara a alguien que lo valorase.

Le pedí a Jack qué entrara conmigo, él por supuesto aceptó.

Y ahí lo vi, todos esos cables sobre su cuerpo, las lágrimas volvieron a escapar. Jack me agarró de la mano enviándome confianza y fuerza.

Me acerqué y agarré su pequeña mano, la acaricié levemente.

– Hola cariño, saldrás de aquí te lo prometo. – murmuré y comencé a llorar de nuevo. – Mi bebé.

– Campeón, eres igual de fuerte qué tu mami. – habló Jack a mi lado, lo miré y sonreí dejando caer mi cabeza sobre su pecho. – Cuándo salgas de este lugar te llevaré a por un helado de los qué te gustan. Y jugaremos a la pelota. – siguió hablando. – Y te ayudaré con esa chica qué te gustó en el parque, pero no se lo digas a mamá.

Fruncí el ceño mirándolo.

– Ups, parece qué se enteró.

– ¿Una chica? – pregunté divertida.

– No le digas que te lo he dicho, es un secreto de hombres. – negué mordiendo mi labio inferior. Vaya par.

...

Habían pasado dos días desde qué Eros se encontraba ingresado, todo parecía estar en orden, su estado era leve, pero tenía bastante posibilidades de salir de ahí.

Cooper Jack y yo eramos los ultimos qué quedábamos en el lugar, los demás habían regresado para dormir un poco y volver después.

– Tienes mejor cara. – añadió Cooper mirándome, yo levanté una ceja.

– ¿Gracias? – agradecí confusa. – Será porqué Eros se encuentra mejor.

– A sido un gran susto todo esto. – habló Jack.

– Demasiado. – completé.

Entonces alguien salió de ahí, mi padre, después de aquél día me había quedado bastante confusa. Pero los medicos me confirmaron qué gracias a él había sobrevivido a lo peor. La sangre de Eros no era compatible con la mía, él se ofreció a darla.

Me acerqué a él y lo abracé, sí, lo abracé. Abracé a la persona qué intentó hacer mi vida un infierno, en que intentó matarme tirándome al agua. Todo eso.

Sentí qué se había tensado por mi tacto, estoy segura de qué nunca le habían dado un abrazo. Pero me lo devolvió.

– Gracias. – agradecí. Después de todo le había salvado la vida a Eros, era lo mínimo que podría hacer. Me separé. – ¿Porque lo has hecho?

– Se lo importante qué es para tí Eros. – contestó. – Puede qué pienses qué soy el malo de la historia, puede ser que lo sea, pero no voy a arrebatarte a la persona que te ayuda a seguir.

– ¿Cómo sabés qué...?

– A pesar de todo soy tu padre, me doy cuenta. – me respondió y empezó a alejarse. – Adiós Hera.

– Adiós Graham. – lo llamé por su nombre original.

Devolví mi mirada hacía ambos chicos, tanto Jack cómo Cooper me miraban con la boca abierta.

– ¿Qué? – pregunté confusa.

– Eh, nada. – contestaron en sincronización. Me sorprendía que se llevasen tan bien.

– Vamos dentro anda. – asintieron y volvimos a entrar para estar al tanto de todo con Eros.

DESPUÉS DE ÉL | Jack R.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora