¡UNO!

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Era ya de noche en las instalaciones del FBI, los agentes estaban en la sala de reuniones hablando sobre los últimos casos del mes, hasta que tocaron uno de los temas que más había resonado por mucho tiempo.

—El caso Gambino -leyo Volkov uno de los papeles de los tantos que había sobre la mesa llamando la atención de los pollitos-.

—Carlo Gambino sigue desaparecido -hablo Rasit Nyyasov, conocido como el agente O- aseguro que le encontraré la pista antes de que acabe la semana.

—No hace falta -interrumpio Horacio tomando el informe que antes tenía Viktor en manos- está muerto -dejo caer el informe sobre la mesa como si fuera poca cosa- ya no me servía con vida.

Todos los presentes en aquella sala a excepción de Volkov, se mostraron sorprendidos ante las palabras dichas por su superior, los pollitos se vieron un poco tristes, pero no por el italiano, si no, porque Yanai no podría entender que no volvería a ver a su "puto".

—¿Es todo? -pregunto Horacio, estaba agotado y quería descansar-.

—Me parece que tendremos a un nuevo miembro en las instalaciones -volvio a hablar el agente O leyendo uno de los muchos informes, se quedó callado unos segundos, solo se podía ver la rapidez con la que se movían sus ojos sobre el papel- llegara dentro de unos días, dice que es L, agente L.

El agente G y P instintivamente voltearon a ver a V, quien tenía los labios un poco apretados sacando bastante fuerza de voluntad para no hacer una referencia de anime.

—Si, es fichaje mío -informo Horacio y volteo a ver a los pollitos- no es cualquier persona -mira al agente O- es lo que los altos cargos llaman un arma letal -mira a V- un agente del CNI a la antigua.

Los agentes intercambiaron miradas evitando un poco la de su jefe, alguien con esa misma descripción había desaparecido de la vista de los altos cargos y de su hermano, si, precisamente Gustabo García, ahora había alguien más con aquellos carácteres.

La reunión había concluido, los agentes salieron del edificio en dirección a sus viviendas. Horacio y Viktor fueron juntos hasta aquella mansión que compartían, el ruso conducía, pues la cabeza del menor estaba en otro lado.

//SEMANAS ATRAS//

—¡Deja de levantarte! -grito Horacio dando un fuerte porrazo al rubio que caía una vez más sobre aquel suelo salpicado de su sangre- ¡Habla de una puta vez!

Carlo tenía moretones y varias heridas de las cuales escurría su sangre, aún así solo se rió en la cara del francés por lo desesperado que estaba. Horacio no entendía cómo es que el gilipollas paso de estar preocupado los primeros días, a estar como si nada lo corrompiera, era imposible que esas torturas no hicieran efecto sobre él, no había pasado tanto tiempo como para que se hubiera acostumbrado a ellas.

—Si no hablas voy a matarte, porque no me sirves estando vivo si no me das la información que quiero.

—Ya te dije que no lo se, y aún que lo supiera no te lo diría -se lame la sangre que baja por su labio

—Mientes -le da otro golpe pero al escucharla reír lo vuelve a golpear una y otra vez- bien... lo haremos de otro modo. Vi que te gustó la isla, pero descubrí algo al verte ahí.

Lo tomo de la camisa jalandolo a la fuerza, el contrario solo hacia lo posible por no caer. Horacio le puso una bolsa en la cabeza y le esposo las manos metiendolo al auto. Carlo solo escuchaba el ruido de las ruedas, sonidos de calle, sabía que era de noche, no podría pedir ayuda, no lo a intentado solo por el hecho de que se siente demaciado adolorido para gritar o hablar.

El vehículo se detuvo y el dios malo tomo a Carlo de la camisa una vez más, caminaron por una puerta y subieron unas escaleras, se escuchó una puerta más y pudo sentir sus manos libres, pero de inmediato fue empujado y se escuchó la puerta cerrarse.

Con todo el dolor del mundo se quitó la bolsa de la cabeza y vio a su alrededor, su corazón se detuvo al ver un pequeño cuarto claustrofobico dónde solo había un colchón en el suelo, un baño y una luz que ni siquiera iluminaba bien, se arrastró hasta la puerta, que estando dentro parecía ser una pared más y con las pocas fuerzas que tenía comenzó a golpearla.

—¡Déjame salir! ¡No me dejes aquí! ¡Por favor!

En su voz se escuchaba la desesperación, aquel hombre fuerte y de gran orgullo comenzaba a derramar varias lágrimas. Aquel niño inocente y triste del pasado volvía a salir a la luz ¿Cómo es que el agente había dado con uno de sus puntos débiles?

Horacio escuchaba al italiano con voz rota, en su cara se veía la sorpresa de que en lo que había pensado si había hecho efecto.

Algo que había notado del Gambino en la isla era que en el día estaba prácticamente sentado en el árbol que sostenía aquella pequeña jaula, mientras que en la noche se alejaba del bosque y dormía en la caseta medianamente en pie a lado del faro. El caso era de que Carlo evitaba estar en lugares pequeños y la poca luz, Carlo Gambino tenía claustrofobia y nictofobia, la peor combinación de miedos, pero era una ventaja y no la desaprovecharía por nada del mundo.

Carlo se sentó en posición fetal sobre el colchón y trato de calmar su respiración y sus lágrimas, en voz baja y entrecortada por el nerviosismo trato de cantar una canción que Toni siempre le había cantado cuando estaban en situaciones que el menor no pudiera controlar, era muy difícil, aún más cuando no tenía a su hermano a un lado acariciando su cabeza mientras cantaba en voz baja aquella canción que inventó solo para él.

//+++//

—Horacio, ya llegamos.

Volkov lo llamo y por fin reaccionó dejando a un lado aquellos pensamientos con el Gambino. Salió del auto y el excomisario abrió la puerta un poco extrañado, Horacio volteo hacia la pista de tenis y camino hacia haya, Volkov al ver lo que planeaba solo cerró la puerta sin ponerle seguro y comenzó a preparar la cena.

Trato [Carlacio] [Volkacio] [Volkarlo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora