Los hombres de Horacio se encontraban en la sala de reuniones junto a Maia y Ottis. Los agentes se encontraban sentados en la gran mesa, los dos altos cargos se encontraban de pie explicando algunas cosas y Lupo veía todo desde la puerta poniendo toda su atención.
—Pueden retirarse -dijo la jefa terminando la reunión y viendo como todos estaban a punto de retirarse- Lupo, querido, necesito hablar algo importante contigo.
Carlo se mostró impactado por aquello pero solo se acercó a la mujer mientras los demás se iban, H se quedó a su lado por si pasaba algo malo.
—Carlo ¿Sabes que le pasó a tus padres?
— ... ¿A qué viene esa pregunta? -se puso nervioso, aquello era bastante delicado-.
—Solo responde -pese a lo dura que siempre era Maia, no se le escuchaba con ganas de joderle-.
—Mi padre termino en la cárcel y mi madre...
Todos vieron como se tocaba el estómago lo cual dejo un tanto perturbados a H y Ottis. Maia se vio un poco pensativa y al final suspiro, no había forma linda de decirle lo que tenía que informarle.
—Tu padre escapó de prisión.
El de cresta sostuvo a L al ver cómo sus piernas flaquearon, estaba aterrado ¿Su padre volvería por venganza? No importaba los años que pasaron, ni su edad, ni lo que haya madurado... aún le tenía miedo, pues quién tuvo el valor para enfrentarlo fue Toni, no él.
Se sentía sofocado por lo cual se quitó el cubrebocas tomando bocanadas de aire, Horacio lo abrazo para tratar de calmarlo, pero simplemente no lo conseguía. Maia y Ottis se retiraron para que ellos pudieran resolver ese detalle, se encargarían de encontrar al Gambino y encerrarlo para siempre, si H se había encariñado con Carlo, entonces ella se encargaría de que no le tocaran ni un pelo.
Ya habían pasado un par de horas de aquello y el italiano no lograba calmarse, su estrés no se comparaba al que tuvo en La Isla, era sumamente preocupante como el tema de su padre podía destruirlo por completo.
Ahora se encontraba en el baño, por ahora se sentía seguro, pero eso no quitaba que su corazón seguía latiendo con una velocidad poco sana, así que hizo lo único que lo tranquilizaba, herirse. No lo penso dos veces arrancar sus uñas por completo con sus dientes, varios gruñidos salían de su boca la cual se manchada cada vez más del líquido carmesí.
Horacio al escuchar los gruñidos lastimeros corrió hasta el baño abriendo la puerta sin tocar y viendo horrorizado aquella escena. Tomo al contrario de las mejillas viendolo directamente a los ojos.
—Calma, no dejaré que nadie te toque, primero tienen que matarme a mí antes de llegar a tí -le brinda pequeñas caricias- todo saldrá bien, encerraremos una vez más a ese desgraciado.
El castaño se encontraba más tranquilo pero no estaba seguro si era por aquellas palabras o porque se había herido, una pregunta que jamás obtendrá respuesta.
El moreno le vendo las manos y le dejo un par de veces en los dedos provocando un sonrojo que el federal no noto.
¿Que pasaba? No debía encariñarse demaciado con el director, su corazón volvió a bombear a gran velocidad, pero no como antes, está vez no se sentía paranoico, si no, amado ¿Amado? Que locura, si Horacio no lo amaba, V lo dijo, solo servía para quitarle el estrés a ambos.
—No es necesario que me protejas -aleja sus manos del teñido- se cuidarme solo. Te recuerdo que a pesar de todo soy un asesino, puedo con esto.
—No sirve de nada que te hagas el fuerte si al final no te lo crees tú mismo.
—Soy fuerte, soy peligroso ¡Te recuerdo que tú solo me frenas de que incinere toda esta puta ciudad! ¡Pero puedo hacerlo!
—Se que puedes... -le apunta con un arma directamente en la frente- pero tú lo has dicho, no dejaré que lo hagas, no dejaré que te vayas. Eres un criminal y solo tienes tres opciones: morir, ir a la cárcel o ser mi perra. Así que si no quieres cambiar nuestro trato, arrodíllate! Arrodíllate como la sumisa que eres!
Carlo lo miro con cierto rencor, dolor y enojo, cosa que logro "activarlo", su padre lo había entrenado para situación peores que esa, así que lo atacó quitándole el arma, sin embargo y para su mala suerte, Horacio también había Sido entrenado, pero por un militar experimentado, por lo cual fue fácil para el moreno someterlo. Lo tumbo al suelo y se sentó en su espalda tomándolo del cabello para pegarle el rostro al piso.
—Buen intento Gambino.
Rio por el poco esfuerzo, sin embargo, jadeo un poco al sentir cierto dolor en su brazo, se miro con algo de terror al pensar que el castaño lo había mordido, efectivamente lo hizo, pero para confirmar lo evidente ladeó un poco la cabeza del hombre, una vez más Carlo tenía sangre en sus labios.
Soltó al contrario pero no se quitó de encima, solo sostuvo aquella herida de la que trataba de frenar el sangrado.
—Tu sangre es amarga -comento el menor como si no se tratara de algo morbido y no estuviera en esa situación- deberías comer algo de dulce.
—El dulce engorda -dijo con cierta dificultad a causa del shock-.
Se levantó permitiendo a Carlo repetir el acto, este sentó a su superior en la cama y procedió a desinfectar y coser la herida. Ese último acto hizo pensar a H que los hermanos tuvieron que aprender eso por su seguridad en caso de herirse entre ellos, quizás fue lo único que su padre no les enseño, a demás del amor.
—Lo siento, esto es muy difícil para mí -hablo el caucásico terminando de vendar la herida- pensar en mi padre me regresa a mi pasado primitivo.
Horacio no dijo nada, solo tomo un trato y trato de limpiar los labios de Carlo, pero él le detuvo el brazo y sin decir nada solo se lamió los labios eliminando aquel color llamativo.
—Aun tienes sangre en los dientes -lo tomo del mentón y le lame la sangre de los dientes- no sabe amargo...
—Lo sé.
—Que perro...
Callendo en el engaño no hizo más que besarlo introduciendo su lengua en aquella cavidad encontrado residuos de aquel elixir rojizo.
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Trato [Carlacio] [Volkacio] [Volkarlo]
FanficTodo es confuso ¿Que paso con Carlo Gambino y como es que el caso ya está cerrado? Horacio x Carlo Volkov x Horacio Volkov x Carlo Empezada el 01-09-21 Terminada el 13-12-21 Advertencia: Está historia contendrá violencia y muchos tratos que no deben...