¡NOVE!

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Carlo al liberarse de las garras del cubo de hielo salió en su motocicleta sin olvidar de cubrir su rostro y cabello. Después de unos minutos freno su vehículo en unos departamentos, soltó un suspiro y camino al último piso tocando la puerta, unos segundos pasaron y aquella puerta fue abierta por una morena quien sonrió al ver a su amigo.

—Carlo...

Ambos se abrazaron con fuerza como si no se hubieran visto hace mucho, lo cual era verdad, Valentina dejo pasar al italiano y ambos se sentaron en el sillón.

—Pense que estabas con papasito Dios, me tenías preocupada -regaño la mujer sumamente preocupada- ni un mensajito.

—Demaciado trabajo para mí gusto.

—Sabes que no lo digo por eso -le mira la cara y las manos- quítate la ropa.

—Valentina...

—Carlo!

El mencionado cerro los ojos rendido y bajo su pantalón, Vale noto algunos rasguños en los muslos con algo de sangre fresca, antes de que pudiera decir algo, Carlo le mostró sus uñas, efectivamente, tenían rastros de sangre.

—Esto es una pesadilla -dijo la colombiana sacando el botiquín de primeros auxilios-.

Tomo agua oxigenada y algodón para desinfectar y limpiar las heridas, todo con bastante paciencia y delicadeza, tanta que el castaño se quedó dormido.

La morena termino de curarle las heridas y lo cubrió con una sábana. Su celular comenzó a sonar y salió del departamento para no molestar al italiano, contesto la llamada rápidamente.

—Señorita Valentina -hablo del otro lado el director del FBI-.

—Agente ¿A qué se debe su llamada?

—Carlo me envió un mensaje diciendo que estaría contigo ¿Se encuentra bien? -se le escuchaba un tanto preocupado-.

—Se lastimo los muslos, le acabo de desinfectar las heridas y se quedó dormido, no pude preguntarle porque se las hizo.

—De acuerdo, cuida que no se haga más daño de lo que pudiera aguantar.

—H... Carlo es una persona, es alguien importante para mí, me duele verlo así.

—A mí también, pero no podemos hacer nada, solo apoyarlo y no dejarlo sólo... porque... podría morir.

//+++//

Horacio entro en una habitación apartada en Humane, Carlo se encontraba recostado en una camilla mientras el Oráculo lo conectaba a unas máquinas.

—¿Que tenemos? -pregunto el de cresta-.

—Enseguida lo sabremos.

Se habían concentrado demaciado en ver los recuerdos del Gambino en su estancia en Marbella, no sé molestaron en ver más atrás, pero Horacio al verlo tan roto rogándole la muerte... se dió cuenta que debía ayudarlo con sus demonios internos.

Rasit proyecto uno de los recuerdos del pasado del italiano, algo que helo la sangre de ambos agentes a tal punto de que el loco del oráculo sabía de sobra que eso era demaciado extremista y aún más para un niño.

>>Toni y Carlo se miraban frente a frente con un cuchillo entre sus manos, ambos temblaban, pero el menor lo hacía por el miedo, los del mayor no eran muy entendibles. Un hombre que podría ser el padre de ambos les dió una señal, a lo cuál ambos comenzaron a pelear con aquella arma entre ellos.

Hubo un punto en el que Toni salto sobre su hermano dándole un gran mordisco a su hermano en el hombro sacándole algo de sangre. Carlo no hacía más que gritar de dolor y miedo.

Toni se alejo paralizado por lo que había hecho, sus dientes se veían manchados de un color carmesí, aumentando el temor de Carlo. Trato de huir pero el hombre lo tomo del cabello y lo llevo a la fuerza hasta un cuarto pequeño, lo encerró sin siquiera curarlo.

Carlo estaba solo en aquel cuarto, herido, llorando, sin ningún tipo de consuelo. Tenía miedo.<<

—Esos temblores... Toni tenía hambre, por eso lo mordió -afirmo Oráculo-.

—¿Que dicen los estudios de Carlo?

—Tenías razón, consume carne humana constantemente. Nuestra carne llega a ser bastante adictiva, si Toni se puso de ese modo y Carlo muestra signos de canibalismo... es probable que sus padres tuvieran algo que ver en todo esto.

—Se le veía destrozado por consumir carne humana, no quiere hacerlo... pero algo no le permite parar.

—Lo he dicho, es adictivo, es como una droga.

—Carlo es un adicto, quizás trató de sustituir una droga con otras, puede que no le diera resultado -mira al castaño recostado- ¿Creés que tiene arreglo?

—No. Demaciado tiempo con ese estilo de dieta, está en un punto que es prácticamente imposible de remediar.

—Quizás una muerte sea menos doloroso para él... de todos modos me lo pidió.

//+++//

Valentina se mantenía en el sillón sin descuidar a su compañero, su mirada se distrajo a sus propias manos, dónde yacía un anillo de oro con un pequeño diamante, en su mente se repetía el día que el castaño le propuso matrimonio, fue el mejor día de su vida, acepto a aquel hombre con todos sus pro y sus contra, pero aquel director se lo tuvo que arrebatar. Les prohibieron la boda, los separaron, pensó que estaría bien con los del FBI, pero ahora lo tenía a un par de metros y podía distinguir que está mentalmente herido ¿Que le habían hecho?

Unos toques en su puerta la trajeron de vuelta a la realidad, se levantó y abrió la puerta de inmediato para no molestar al italiano. Las dos personas que velaban por el bienestar de Carlo estaban frente a frente, no sé dirigeron palabra alguna, H entro al departamento y cargo al pálido, salió de aquella casa e introdujo al chico dentro de su auto, le puso el cinturón y cerró la puerta, entro en el asiento del piloto y arrancó con precaución para no llamar la atención de nadie. Valentina solo los vio alejarse y apretó el anillo entre sus manos con mucho dolor.

Carlo abrió los ojos al sentir un poco de luz en su rostro, se frotó los ojos levemente cansado y se dió cuenta que se encontraba en un auto, miro a todos lados notando que estaba en la playa, el de cresta estaba sentado en la arena mirando el mar.

Reviso su celular, 06:45, bostezó un poco y salió del auto sentándose a un lado de su superior. Cerro los ojos sintiendo la brisa del mar, inconscientemente lamió sus labios notando un poco de sal en ellos.

—¿Volkov te hizo algo? -pregunto el moreno  con voz calmada para no alterarlo-.

—N~no. Me sentía mal y quería ver a Valentina, es todo

— ... ¿Porque te lastimaste? ¿Volkov no fue suficiente?

—Solo me cogió fuerte de la mandíbula, pero eso no es suficiente para mí... por eso me herí. El único que sabe cómo manejarme eres tú.

—Tenía prisa, no sabía que debía salir, si no, lo hubiera dejado pendiente.

—¿Que tal ahora? -pregunto Carlo con simpleza como si se tratara de cualquier cosa cotidiana-.

—¿Seguro? -pregunto el contrario con un pequeño sonrojo, pero solo lo vio asentir sin voltear a verlo- de acuerdo.

Trato [Carlacio] [Volkacio] [Volkarlo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora