¡UNDICI!

331 40 0
                                    

Horacio veía una nota en el periódico en su oficina, Carlo y Maia discutian un tema... inusual.

—¿Lo que dice la nota es cierto? -pregunto el menor- mi padre... murió?

—Trate de que no lo publicarán pero siendo un Gambino todos corrieron la voz. Es oficial, está muerto.

—¿Alguna idea de cómo fue? -pregunto Horacio leyendo una vez más la noticia que no destripaba nada-.

—Por eso estoy aquí, cariño -saco de su bolsillo  unas fotografías y las dejo sobre el escritorio- fue aparentemente torturado.

—Y no solo eso -menciono Carlo mirando las fotos- faltan partes de su cuerpo, algunas parecen cortadas, otras arrancadas... todo esto parece hecho por Toni e Igor.

—En este momento ya deben estar a miles de kilómetros alejados -H dejo el periódico a un lado- ¿Dónde estarán?

—Muy cerca... -dice Maia analizando la situación- Horacio, vas a patrullar con Volkov con normalidad, pero para asegurar que Toni no se lleve a su hermanito me lo llevaré un rato.

—¿Que...?

—No tengo problema con eso.

Maia salió de la oficina y Carlo la siguió con una sonrisa que era oculta por su cubrebocas. Algo que le gustaba al chico eran las misiones que la mujer le ponía, pues lo que ella quería era a un monstruo y él lo era, a diferencia de Horacio, que el prefería a un perro más domesticado.

—¿Y Ottis?

—Por ahora está ocupado tratando de localizar a tu hermano.

—No le harán nada... ¿Verdad?

—Diria que eso depende de tí, pero te has portado bastante bien, así que te puedo asegurar que no sufrirá el mismo trato que tú.

—Me alegra. Por cierto... no solo me quería para no estar en el radar de Toni ¿No? ¿Que tengo que hacer?

—Hay una personita infiltrada en una banda, es alguien de la DEA, necesito su nombre. Has lo que quieras, infiltrante, amenazalos, solo quiero el nombre.

—¿Y lo puedo matar?

—Si Carlo, puedes matarlo, solo quiero el nombre. No falles.

Teniendo la misión se dirigió a la casa de aquella banda de mexicanos, tan solo llegar fue confundido con un tal "piojos" pero aquella confusión no duró mucho, pues comenzó a atacar a cada uno de la familia dejándolos inmovilizados con un bate de metal.

—Espero que hable al que busco ¿Quien de ustedes es de la DEA?

No hubo respuesta, solo la familia tratando de arrastrarse para alejarse o tratar de tomar sus armas, para su mala suerte Carlo alejo las armás de ellos y comenzó a cantar como si estuviera perdiendo la cabeza.

Don't touch me, I am a real live wire PSYCHO KILLER qu'est-ce que c'est? -mira a una chica castaña- fa fa fa fa fa fa fa fa fa far better.

Con cada "fa" golpeaba a la chica con el bate sin importarle los gritos de dolor de ella y las súplicas de los demás por qué se detenga.

Run run run run run run run away.

Cada "run" simbolizó un golpe tras otro a la cabeza de la chica destrozandola por completo. Solo se rió por lo aterrados que se veían todos y se propuso a horrorizarlos más lamiendo la sangre que había quedoda en el bate. Camino hasta su siguiente víctima elevando su bate, se divertiría bastante tooooooda la tarde.

Mientras tanto.... Horacio y Volkov veían a Gustabo al otro lado de un puente, todo después de que el primer nombrado haya sufrido un mini desmayo. Conducieron hasta aquel puente pero ni rastro del rubio ¿Eso que querría decir? ¿Toni Gambino estaba en Los Santos?

—Te juro que me llamo... era su voz, era él, lo viste!

—Si, lo ví -le confirmo Volkov mirando a todos lados extrañado de perderlo de vista-.

Un auto paso a su lado a gran velocidad pero tiro algo por la ventana y siguió su camino, los dos agentes caminaron hasta aquel objeto en el suelo, grande fue su sorpresa al identificar el suéter rojo de Gustabo rasgado y con manchas de sangre. Las lágrimas en los ojos del menor no tardaron en salir a lo cuál Volkov rápidamente lo atrajo a su pecho consolandolo.

Ya en la sede del FBI Carlo le dió la información a Maia cosa que la tuvo feliz, pero aquello no duro tanto, pues Horacio entro a la oficina y le apunto al italiano con su arma.

—H ¿Que haces? -se mostró sorprendido no entendía nada-.

—Horacio, baja el arma -exigio la mujer pero se sorprendió al ver la prenda en su otra mano- eso es...

—Es el suéter de Gustabo, tú maldito hermano mato al mío.

—Pero yo no...

—¡Cállate!

Le dió un culatazo en la cabeza derribandolo al suelo dejándolo bastante aturdido, Maia le retiró el arma furiosa, su buen humor se había esfumado por completo.

—Horacio, no puedes confirmar que Gustabo está muerto, está es la única señal que has recibido después de mucho tiempo ¡Céntrate!

Le devolvió el arma, así que H solo se retiró del lugar aún cabreado, Carlo se sentó aún en el suelo, se sentía insignificante, domado, domesticado, quería llorar, pero eso solo confirmaría sus pensamientos, así que lo evito a toda costa.

Se levantó del suelo y se encamino a la mansión, a pie, estaba tan pensativo que poco le importo el dolor en sus pies por el largo camino. El cielo se pintaba de azul marino cuando llegó, al entrar fue sorprendió por un porrazo directo a su rostro, cubrió su ojo derecho pues su ceja resultó lastimada, H lo había atacado.

—Te haré pagar Gambino

—Pero yo no hice nada...

—Y ese es el problema, ¡Pudiste contactar con tu hermano para evitar la muerte de Gustabo!

—¡Yo no sabía dónde estaba él! ¡No tenía su contacto!

Un porrazo más en la misma dirección, por lo tanto el golpe fue a su mano logrando separarla de su rostro, la sangre se adentro a su ojo tintando su visión de un curioso color rosa, pero era difícil percibir algo, se veía borroso.

—Solo mírate, hice un buen trabajo entrenandote para ser un lobito obediente... no... ya ni siquiera eres un lobo, solo veo a un perrito asustado.

Trato [Carlacio] [Volkacio] [Volkarlo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora