Horacio volvió a la mansión después de una larga jornada de trabajo, sin embargo, al llegar su casa está a abierta, saco su arma y se adentro a su hogar, nada, subió hasta el segundo piso y al voltear hacia el cuarto de invitados solo se pudo escuchar el eco del arma al caer al suelo.
La pequeña habitación de torturas de H estaba abierta, el Gambino había escapado, la puerta desde dentro tenía varias marcas de rasguños y sangre, el resto de cosas estaban en condiciones algo dañadas, como si Carlo hubiera entrado en tal pánico que destruyó lo poco que había en esa mini cárcel.
—Me las pagarás Gambino.
La voz de Horacio se escuchaba escalofriante, un odio indescriptible además del rechinar de sus dientes. Uno... solo un interrogatorio más... y si no habla... muerte.
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Horacio camino hasta la cancha de tenis, agradecía que Volkov no lo hubiera seguido, tenía algo de privacidad. Al llegar a dicho lugar se encontró con un hombre de espaldas de cabellera un poco larga que le llegaba a los hombros, el tipo al sentir una presencia tras él volteo, sus ojos eran cubiertos por unos lentes y parte de su rostro por un cubrebocas.
—Agente L...
—H -volvio su mirada al horizonte-.
—¿Que haces aquí? ¿No llegarías en unos días?
—Es imposible mantener quieto a un animal salvaje, no sé que esperabas.
—El animal... tiene correa, ahora eres parte de mi circo, así que asegúrate de no cometer errores grandes... o si no, no seré tan amable, L ¿Entendido?
No hubo respuesta, pero Horacio pretendería que entendió, de lo contrario abría consecuencias y no se pondría límites a la hora de reprenderlo.
—Comienzas mañana. Irás solo, no quiero que te acerques a los demás agentes -da media vuelta y camina-.
—...Pobres pollitos ¿No...?
Horacio detuvo su andar apretando los puños y siguió con su caminar adentrándose a su casa.
Los días pasaron, el agente en un inicio solo se encargaba del papeleo, papeleo que Horacio nunca hizo pero ahora alguien resolvería por él. En las semanas posteriores ya se encontraba en un centauro con otro tipo de trabajos unos más propios de un agente del FBI.
Los además agentes no se le acercaban por órdenes de su jefe, pero claro, en todos lados hay un rebelde...
L fue hasta un aviso de vente de armas en el norte entre las montañas, al llegar, no había nadie a los alrededores, ni siquiera huellas de autos, de pronto se le acercó un hombre por la espalda, era aquel que solía pintar su rostro.
—Agente O -sintio su presencia y volteo a verlo- ¿Encontraste a los sujetos?
—El aviso era falso, yo lo mandé porque sabía que vendrías -hablo con aquella voz que lo hacía parecer un desquiciado, pero el contrario ni se inmutó- H no habla sobre tí, todos tenemos prohibido acercarnos a tí.
—Y lo has desobedecido... eres el agente del año -le respondió con ironía y camino de regreso a su motocicleta-.
Rasit saco su pistola dispuesto a dispararle, sin embargo, en un rápido movimiento L saco una daga de dentro de su suéter de FBI y lo lanzó hacia la mano del contrarió quien tiró el arma al suelo.
—Ingenioso -reconoció el de apellido ruso sosteniendo su mano lastimada-
—Si eso es todo....
Pero antes de poder terminar aquella frase el oráculo se lanzó hacia el tratando de golpearlo, sin embargo, L esquivaba todos los ataques, aquel hombre lo estaba sacando de sus casillas, llevo sus manos hasta los bolsillos de su pantalón y al sacarlos llevaba puestos entre sus dedos unas garras metálicas las cuales utilizo para contra atacar al agente provocándole un rasguño en la mejilla sacándole algo de sangre.
—¿Que podía esperar de alguien que fracaso en el caso Gambino? -eso llamo la atención de O- hablaré con el jefe sobre esto -sube a la moto y se coloca su casco- tienes la actitud, pero con eso no basta.
Metió nuevamente sus manos a los bolsillos de su pantalón y al sacarlos ya no llevaba aquellas uñas de metal, ante la atenta mirada del oráculo se fue sin decir nada más.
El demente agente fue hasta la sede del FBI cubriendo aquella herida con un cubrebocas, no dejaría que nadie viera aquella señal de que su orgullo fue hecho pedazos, para su mala suerte Horacio logro ver un poco de aquellas marcas, así que se acercó a él retirándole aquello de la boca rápidamente.
—¿Se puede saber que te paso? -pregunto H ya imaginándose la respuesta por lo cual saco la porra-.
—Hable un poco con el agente L, necesitaba conocerlo.
—Si y en efecto conociste al Lobo.
O al escuchar "lobo" cerro los ojos en señal de su idiotez, debió haberlo imaginado, un lobo solitario salvaje.
—Alejate de mi vista antes de que te mandé una vez más al hospital pero por la porra.
El oráculo se alejo y Horacio se guardo la porra, salió de la sede y entro a su vehículo conduciendo a su casa. Mientras conducía tomo la radio y se metió en la frecuencia en la que solo se encontraba el Lobo.
—L, a casa, ahora.
— ...10-4...
Fue lo único que se escuchó como respuesta así que lanzo la radio al asiento de alado. Minutos después llegó a su casa y bajo del carro viendo la moto de L estacionada, entro a su casa viendo al agente sentado en su sillón con la mirada baja. Camino hasta estar frente a él con pasos firmes y amenazantes.
—Mirame a los ojos, L.
El agente se retiró los lentes y miro a su jefe a los ojos, se le veía un poco nervioso, pues se había metido con uno sus compañeros, cosa que el contrario le había prohibido.
Al estar los dos solos, también se retiró lo que cubría la parte baja de su cara, con su rostro al aire se podía ver su labio roto y el moretón en su ojo derecho. Horacio saco la porra sin dejar de ver al otro a los ojos.
—¿Sabes que pasa cuando los animales del circo no obedecen? -alza la porra ante los temerosos ojos de L-.
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Trato [Carlacio] [Volkacio] [Volkarlo]
FanfictionTodo es confuso ¿Que paso con Carlo Gambino y como es que el caso ya está cerrado? Horacio x Carlo Volkov x Horacio Volkov x Carlo Empezada el 01-09-21 Terminada el 13-12-21 Advertencia: Está historia contendrá violencia y muchos tratos que no deben...