Amistad mortal.

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-¡Mamá! ¡Estás embarazada! Gritó Gertrudis a su madre y Thomas la miró sorprendido.

-Mi amor, ¿Porque no me lo habías dicho?

-Es que yo, nisiquiera lo sé, no estoy embarazada hija de donde sacas eso.

-Es verdad, Poly me lo ha dicho.

-Bueno me he sentido cansada y con náuseas pero sólo es el estrés del trabajo.

-Iremos ahora mismo al médico para saberlo.

-Thomas no exageres, Gertrudis lo esta inventando.

-¡No son inventos mamá!

-Esta bien, iré pero no creo poder estar embarazada.

Fueron al médico y el doctor le realizó una prueba de orina, esperaron unas horas y la impaciencia de Ruth la volvía loca, todos los que pasaban cerca de la familia, notaban con horror a la muñeca en brazos de esa jovencita, Gertrudis había insistido en llevarla y Ruth no había tenido más remedio que hacerle caso. El doctor apareció con los resultados y efectivamente, Ruth estaba embarazada, era difícil saber cuánto tiempo tenía de embarazo pero el doctor dijo que podrían ser un par de semanas, Thomas saltó de alegría porque era lo que más deseaba, Gertrudis también estaba feliz, siempre quiso un hermanito para no sentirse tan sola, Ruth se llenó de emoción y de pesar, pues con tantos gastos ahora venía un niño en camino, la que no estaba nada feliz quizás era Poly...

-Que emoción Poly, tendré un hermanito, bueno; quiero que sea niña.

-Si tienes un hermanito, ya no vas a quererme.

-Claro que no Poly, incluso mi hermana podrá jugar contigo, serán buenas amigas.

-Eso espero.

La emoción del bebé comenzó a crecer dentro de la pequeña familia, la panza de Ruth crecía y dejó de trabajar, ahora pasaba tiempo en casa y Gertrudis cuidaba de ella, estaba feliz de tener esta nueva ilusión en su vida, había sido tan difícil todo este tiempo y ahora tenía esta alegría, la abuela se fue a vivir un tiempo justo cuando el bebé ya estaba por nacer, quería cuidar de su hija cuando el bebé naciera tal y como lo hizo con Gertrudis.

Gertrudis fue desplazando cada vez más a la muñeca, pasaba más tiempo con su madre y la abuela, Ruth se sintió aliviada de que hubiera dejado a la muñeca, sin dudas este bebé era lo que todos necesitaban para ser felices en su nuevo hogar.

-No sé que sea pero ya quiero que nazca, mamá dice que le faltan un par de semanas más.

-Cuando nazca definitivamente me dejarás de querer, me has dejado a un lado por ese mocoso.

-Es que estoy cuidando a mamá, no puedo estar contigo todo el tiempo.

-Será un niño y de ninguna forma querrá jugar conmigo.

-¡Un niño dices!

-Si así es, será un saludable niño y se parecerá mucho a Thomas.

-Que alegría, ¿Como lo sabes?

-Yo veo el futuro y veo más haya de todo.

-¿Entonces crees que seremos todos muy felices?

-Si, pero si me dejas a un lado por ese niño, la desgracia caerá a tu familia.

Gertrudis comenzó a temblar, la mirada macabra de la muñeca le aterro, algo le decía que la muñeca iba a hacerle daño a su hermano y eso no lo permitiría.

-No Poly, eso no pasará.

Finalmente el bebé nació, y fue niño tal y como lo predijo la muñeca, era un niño saludable al que llamaron Richard como el padre de Thomas, incluso era muy parecido a él, Gertrudis estaba asustada porque todo lo que dijo la muñeca estaba pasando.

Ruth descansaba en cama y Eva y Gertrudis la cuidaban a ella y a el bebé, Gertrudis lloraba de emoción cada vez que veía los deditos frágiles de su hermano cuando le apretaban el dedo, era hermoso y sin dudas serían muy felices, pero esta felicidad estaba marcada por la horrible sombra del demonio...

Gertrudis procuraba darle su atención a la muñeca, pero su hermano la necesitaba más, una noche despertó y se dio cuenta que la muñeca no estaba, se levantó a buscarla y la encontró parada frente a la cuna del niño, se asustó tanto y la agarró y la llevó a su cuarto.

-¿Que haces?

-Quería conocerlo.

-No le vayas a hacer daño, se de lo que eres capaz y no voy a permitir que le hagas algo a mi hermano.

-No le haré nada si te portas bien, a partir de mañana sólo seré yo, ¡Entiendes! Vas a jugar conmigo y sólo conmigo.

-Si... dijo Gertrudis agachando la cabeza.

Gertrudis se dio cuenta que su amistad con esta muñeca era mortal, había construido un peligro inminente para ella y su familia, debía hacer algo, ¿Pero que? De ninguna manera iba a prestarle más atención a la muñeca que a su hermanito.

A la mañana siguiente olvido el trato con su amiga y pasó todo el día cuidando de su hermano, este crecía sano y fuerte, sus ojos eran preciosos y era el más grande tesoro para Gertrudis.

De noche se fue a dormir y Poly cobró vida, se subió a la cama y Gertrudis ya estaba dormida, había tenido un largo día cuidando al bebé.

-¡Despierta! Gritó la muñeca.

-¡Que! Dijo Gertrudis asustada.

-Pasaste todo el día con ese mocoso, ahora debes jugar conmigo.

-No quiero Poly, estoy cansada, vete.

Gertrudis escuchó la respiración agitada de la muñeca, se dio la vuelta y vio esa horrible cara que hacía cuando se enojaba.

-Poly.

-Me lo prometiste, si no quieres jugar conmigo voy a deshacerme del estorbo.

-¡No te atrevas!

-Entonces juega conmigo.

-Si, si. Lo que digas.

Gertrudis paso una larga noche jugando con la muñeca, estaba agotada y asustada, su hermano era primero y esta muñeca sólo era un peligro para él.

A la mañana siguiente Gertrudis se despertó temprano, los llantos de Richard la habían despertado pues era hora de comer, ya Ruth se estaba encargando de eso, Gertrudis miró a Poly y supo entonces que el collar era lo que hacía cobrar vida a la muñeca, se lo quitó y fue al patio y lo enterró, no sabía si esto iba a funcionar o que, pero algo tenía que hacer, a lo lejos entre unos árboles observó a un macho cabrio que la miraba con furia, corrió adentro y rezo por un milagro.

Esa y otras noches Poly no cobró vida, había funcionado, ella y su familia estarían bien, nada en este mundo iba a hacerle daño a su hermano...

¡Maldita Muñeca! #Wattys2015Donde viven las historias. Descúbrelo ahora