El regalo

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La partida de la familia Roberts había sido tan dura y difícil para Gertrudis, ahora no tenía a esas pequeñas niñas que tanto amor le daban y a su amiga Verónica, aunque las cosas habían cambiado tras la muerte de Mike, aún les tenía mucho cariño y aprecio y cada día las extrañaba con locura.

Poly entonces se volvió para Gertrudis algo muy importante, además de ser su única amiga era su todo, muchas veces sentía vergüenza de sólo pensar que Mike estaría decepcionado de ella, fue Mike quién la sacó de su horrible destino y es ahora ella quién regresó a el, es como si todo el esfuerzo de Mike hubiera sido en vano, pero si Mike supiera lo que ella sentía posiblemente la entendiera...

Estaba sola, totalmente sola, su hijo estaba tan lejos y ocupado con su vida que apenas le hablaba por teléfono y aveces la llegaba a visitar con sus nietos y bisnietos, los últimos eran dos chiquillos que miraban con desagrado a su bisabuela la bruja y es que ella nunca uso otro color de ropa que no fuera negro, ese era su color, el color de su dolor y su vida.

Poly era su incondicional, ella había cambiado, ya no era la muñeca hostil que cada noche le hacía vivir las más horribles pesadillas, ahora era buena y le ayudaba mucho, era su abrazo en los momentos difíciles, su paño de lágrimas en los recuerdos, su unica compañía y su única voz...

Gertrudis llevaba a la muñeca a todas partes, en la casa la sentaba a su lado en la mesa, la sentaba en la sala para ver televisión, la llevaba al supermercado y la paseaba en la carretilla ante la mirada horrorizada de las personas, todos la tenían como a una vieja loca y a ella no le importaba, sólo quería morir.

Estaba emocionada porque iría a visitar a sus ahijadas, pasó cociendo unos hermosos vestidos para ellas, las visitaba cada vez que podía aunque el viaje era largo y agotador, a ella no le importaba sólo quería salir un rato de casa y estar con sus seres queridos.

Ya habían pasado 6 largos años desde la muerte de Mike, era increíble cuanto había soportado, creo que era por Poly así fue, ella le dio la fuerza que necesitó tantas veces y por eso la quería como nunca. Ahora se dirigía a casa de su amiga y sus ahijadas, llevaba los vestidos que con amor había bordado.

-Es hermoso madrina me gusta mucho, decía Susi dando vueltas entusiasmada con su vestido.

-Gracias mi niña, ¿A ti te gusta el tuyo Julia?

-Si... Claro... dijo Julia luego de que su mamá le diera un pellizco para que hablara.

-Que bueno mi niña.

Gertrudis notaba como Julia la miraba con desagrado, pero ella también se veía así cada mañana frente al espejo.

-Vamos a almorzar, te preparé tu estofado favorito madrina.

-Gracias Verónica, seguro que esta delicioso.

Últimamente Verónica se había hecho más atenta con ella lo que no sabía es que Verónica anhelaba su fortuna, pues al morir Gertrudis no tendría a quién heredarle sus bienes puesto que sabía los resentimientos que tenía contra su mal hijo, ahora ella y las niñas eran las más cercanas y la única familia que le quedaba a la vieja bruja.

Verónica era una mujer ambiciosa, siempre quiso ser una dama de la alta sociedad, una mujer con clase, elegante, con lindos y costosos bolsos y trajes de diseñador, en cambio ella era una madre a tiempo completo que usaba trapos viejos y pasados de moda ya que a su marido sólo le importaba gastar lo necesario, es decir; era un tacaño... Ahora tenía la oportunidad de ser quién deseaba ser y Gertrudis era su pasaporte al éxito, ahora que estaba más cerca de la tumba, aunque la madrina aún era fuerte y sabía valerse por si misma, debía esperar y mientras tanto tratarla como a una reina y hacer que sus hijas también lo hagan, a Susi no le costaba pues ella quería mucho a su madrina, pero Julia la aborrecia mucho.

¡Maldita Muñeca! #Wattys2015Donde viven las historias. Descúbrelo ahora