CAPÍTULO I

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Audio: Talking In Your Sleep, ADONA

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Audio: Talking In Your Sleep, ADONA

LA LLEGADA

Siempre quise cambiar de ambiente, desde la muerte de mamá siempre he querido irme a otro lugar, pero ahora que me encuentro en la carretera rumbo al pueblo de Proffit, me arrepiento.

A través de la ventana trasera del auto puedo ver pasar a los frondosos árboles verdes, las grandes montañas e incluso a algún que otro conejo correr por el valle. El cielo se ve gris, indicando que la lluvia no tarda en precipitar sobre nosotros. Entre la vista del paisaje, mi mirada se encuentra con la de un niño de unos diez años de edad sentado sobre el pasto. Él jugaba con la tierra hasta que vio el auto acercarse y me vio, sus ojos eran azules y tenía una gran herida que iba desde su mejilla hasta el cuello, pareciera que esa lesión era consecuencia de un accidente automovilístico. Antes de regresar mi mirada al frente, observo como el pequeño levanta su mano y me dice adiós con una sonrisa. Yo lo ignoro y continuo con el camino. La carretera se encuentra desierta, no hay nada más que nuestro auto en marcha. Al ver que en la esquina de la curva que estamos a punto de cruzar se encuentran tres cruces enterradas, entiendo el porqué de la desolada carretera.

—Este camino es peligroso —le murmuro a papá quien maneja el auto.

—Por eso vamos con cuidado —dice viéndome por el retrovisor—. Duerme un poco, ya casi llegamos —sonríe y regresa su mirada al frente. Él parece estar tranquilo y nada cansado de las tres horas de viaje que ya llevamos. Eduardo, mi padre, es así, una persona paciente y serena.

Asiento lentamente con la cabeza y bajo la mirada para ver a Lalito, mi pequeño hermano de cinco años. Él está dormido recargando su cabecita sobre mis piernas mientras abraza con fuerza su perrito de peluche, el mismo que mamá le regalo en su último cumpleaños. Lentamente, acaricio su mejilla y observo lo inocente que es, él no comprende los grandes cambios que tendremos de ahora en adelante; nueva casa, nueva escuela, nuevos amigos y el nuevo cambio de entorno al que nos enfrentamos, ya que no es lo mismo vivir en una zona urbana como lo era nuestra ciudad a vivir en un pueblo de pocos habitantes como lo es Proffit.

No tenía ganas de dormir y mi celular se había quedado sin batería, así que lo único que me quedaba por hacer, era observar a los alrededores y contemplar a Lalito dormir. Después de dos largas horas en carretera, al fin papá estaciona el auto enfrente de una casa, indicando que hemos llegamos a nuestro destino.

—¡Llegamos! —confirma emocionado mi padre, lo que hace despertar a mi hermano.

—¿Llegamos? —pregunta tiernamente Lalito mientras bosteza y se limpia los ojos con sus manos en puño.

Papá es el primero en bajar del auto, después nosotros nos bajamos y juntos observamos la pequeña casa que él alquiló para pasar nuestra estancia aquí en los próximos meses. Él es un doctor veterinario y lo han trasladado a este pueblo para monitorear el hábitat de aves migratorias en Proffit.

—¡Adelante! —nos anima papá quien se ve muy feliz, a diferencia de mí que estoy nerviosa y siento que este lugar tiene malas vibras, empezando por la casa.

Mientras papá saca las maletas de la cochera, Lalito y yo comenzamos a subir las escaleras de madera y entramos a la casa. El interior es grande a diferencia de cómo se veía en el exterior. Camino por el piso de madera y observo los detalles que tiene la casa y que la hacen ver como una gran cabaña, siendo sincera, la casa es muy linda y no pareciera que se encuentra abandonada en medio del bosque. A la izquierda se ubica una pequeña chimenea, mientras que a la derecha se encuentra la cocina y enfrente, una gran puerta de cristal que lleva hacia el jardín.

Yo observaba cada detalle mientras comenzaba a subir las escaleras que se encontraban al fondo a la izquierda. La madera vieja crujía bajo mis pies. Arriba se encontraban las habitaciones, tres para ser exacta. El pasillo es estrecho, pero se ve bien, justo en el centro se ubica un ventanal que ofrece una linda vista hacia el bosque. El cielo estaba más oscuro que antes y pequeñas gotas de agua comenzaban a caer.

Con el reflejo del cristal, logre ver a una sombra acercarse a mí, voltee lentamente y se trataba de mi padre.

—¿Qué te parece la casa? ¿Te gusta? —pregunta él colocándose a mi lado.

Desvío mi mirada hacia el bosque y le respondo:

—La casa es muy bonita y tiene una linda vista —digo sin dejar de observar los árboles y la lluvia que comienza a intensificarse.

—Me alegra que te guste —sonríe, pero al volverme a escuchar borra su sonrisa.

—No dije eso. Solo digo que es bonita —comento y él guarda silencio. Esta vez, sí lo veo a la cara para preguntarle: —. ¿Por qué no hablaste conmigo antes? ¿Por qué no me dijiste que nos mudábamos?

La noticia de nuestra mudanza se nos dio esta mañana, ni siquiera me dio tiempo para despedirme de mi única amiga.

—El trabajo... —lo interrumpo.

—También yo tenía una vida en la ciudad papá. Mis estudios, mis cursos, mi... —me interrumpe.

—Aquí también los tendrás.

No quería discutir, así que solo tome una gran bocanada de aire y le pregunte:

—¿Cuál es mi habitación?

—Es el cuarto del fondo y es el más grande —me indica sonriéndome.

Asiento y doy media vuelta para dirigirme hacia el cuarto indicado. Tomo la manija y al entrar veo que no es tan grande, pero si cuenta con el espacio suficiente para mis pocas cosas, también veo que al igual que el resto de la casa, el cuarto tiene piso de madera.

Veo que en el fondo se encuentra un espejo grande rectangular, pero está volteado de modo que no me puedo reflejar en él. Me dirijo hacia él y lo volteo con cuidado para no romperlo, entonces veo a una chica de ojos castaños y cabello ligeramente rizado del mismo color, con jeans negros y suéter morado, esa chica soy yo. Eliz García, de 17 años de edad. Mi rostro se ve demacrado, quizás por las ojeras, quizás por mis ojos hinchados, no lo sé.

Escucho como se azota la puerta de mi habitación y volteo inmediatamente, pero no encuentro a nadie, entonces me percato de que la ventana del cuarto se encuentra abierta y está entrando el viento, las cortinas blancas bailan al compás de él y eso le da una vista tétrica a mi nueva habitación.

Camino hacia la ventana y antes de cerrarla observo el bosque, se ve tan solo y de alguna manera tenebroso con la lluvia, precipitándose entre las copas de los árboles y algunos relámpagos en el fondo.

Mi vista se enfoca en una silueta que se encuentra en medio de dos árboles, puedo ver que la silueta se trata de una persona y puedo jurar que observa hacia mi ventana. Esa persona se acerca un poco más y a pesar de la distancia puedo asegurar que se trata de una chica. Ella se acerca un poco más y ahora, puedo ver que lleva puesto un vestido blanco y sucio, empapado ahora por la lluvia. La chica se acerca y un relámpago alumbra su rostro, su cara me provoca un escalofrío y siento que no es la primera vez que la veo. Sus ojos me enfocan, lo sé por esa mirada tan penetrante que dirige hacia mí.

¿Quién es ella?

¿Es real o es solo un alma perdida? Como la de ese niño que vi en la carretera

...

LA VENGANZA DE RAQUEL [Sin editar] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora