Capítulo 11

474 85 30
                                    

― ¿Qué demonios hiciste?

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

― ¿Qué demonios hiciste?

Bielorrusia sujetó por las muñecas a Ucrania tan pronto abrió la puerta y luego lo arrinconó contra la pared.

Analizando las cosas, no quiso que sucedieran así. Durante su adolescencia había estado constantemente huyendo de sus sentimientos, confundido, y cuando el entonces inocente y dulce niño de cabellos rosas le declaró sus sentimientos, no pudo evitar hacer otra cosa más que huir.

Era la manera más cobarde que tuvo de afrontar las cosas y se odiaba por eso.

Quizá si hubiese sido más valiente esto no hubiera terminado así.

Cuando tuvo una novia incluso sus amigos se burlaron de él diciendo que era idéntica a su hermano. Podía recordar la expresión de dolor que el pintor le había dado cuando le pidió que lo acompañara a comprar un anillo de compromiso para ella. Tenía planeado declarársele esa noche, Namibia incluso fue su cómplice después de descubrir la verdad, pero como siempre fue más grande su cobardía.

Ni siquiera estuvo consiente cuando tuvo relaciones con el menor, pero estaba seguro de algo, no usaron protección.

Estuvo tan preocupado que comenzó poco a poco a sentirse mal, y justo cuando creía que comenzaba a mejorar, a Kazajistán se le ocurrió visitarlo y decirle que Ucrania tenía los mismos síntomas que Kirguistán.

Se desmayó. Si, descubrir que estaba a una sola pregunta de descubrir si sería padre o no, ponen nervioso a cualquiera.

Sin embargo, podía decir que sus extraños síntomas le sirvieron de excusa para visitar a Uzbekistán, pues según el kazajo, él medico era el único que podía ser capaz de saber la verdad.

Estaba bien, casi vomita sobre el escritorio del uzbeko cuando descubrió que Ucrania si estaba embarazado, pero estuvo a nada de desmayarse al saber que el menor planeaba abortar.

Entendía que no tenían una buena relación, pero maldición si no le había dolido no saber la decisión del pintor por él mismo.

―No te molestes, está muerto ahora.

Estaba mintiendo. Siempre fue bueno leyendo a la gente y sobre todo al ucraniano. Pasaba tanto tiempo observándolo a lo lejos que era imposible no reconocer cada expresión que hacía.

Pero el arrepentimiento llegó. Y de la peor manera.

Ni siquiera era porque Ucrania haya abortado. Sino porque realmente no quería que todo terminara así. No quería que su relación fuese de aquella manera. No quería nada de eso.

Y pensar que todo era culpa de su falta de valentía lo hacía peor.

Se dejó caer sobre sus rodillas, soltando las manos del más bajo.

Con un desespero casi animal se aferró a las piernas del menor, temiendo que si las soltaba, Ucrania se desvanecería entre sus manos como un helado soplido de invierno.

Laberinto de memorias (RusAme)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora