Capítulo 28

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Rusia dejó varios delicados besos sobre la nuca del menor que dormía tranquilamente en la cama

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Rusia dejó varios delicados besos sobre la nuca del menor que dormía tranquilamente en la cama. Era demasiado temprano, lo sabía, pero no pudo evitarlo.

Algunas pisadas se escucharon en el pasillo, dando aviso a que sus hermanos ya estaban despertando. Apartó el cabello del rubio, dándose cuenta que estaba mucho más largo de lo que recordaba.

Lo recostó de lado, levantando un poco su pierna derecha para tener más sencillas las cosas.

― Es muy temprano, Rus.― La cansada voz del estadounidense sonó.― Y Nini aún no-

― Ella estará bien― abrió la botellita de lubricante y directamente la vertió sobre su miembro, masturbándolo un poco―. Me levante hace media hora para darle de comer.― Mordió su hombro―. Solo no hagas ruido.

El glande presionó contra su entrada y luego se introdujo, abriéndose paso en su interior, cálido y todavía húmedo. USA se empujó contra su pecho ante esa sensación mientras su mano dominante lo tomaba del cuello.

Rusia sostuvo la pierna por debajo para poder masturbarlo fácilmente.

Ahora que la luz del día los iluminaba podía notar que los muslos y caderas del de ojos azules en realidad si eran más anchos. Era sexy.

Chupó su hombro dejando una marca.

Rio cuando se dio cuenta de algo que no había hecho antes. USA tenía varios tatuajes en su cuerpo, pequeños, pero ahí estaban.

¿Cómo no lo notó antes? Solían tener sexo constantemente.

Dio una estocada algo fuerte que hizo al menor soltar un fuerte gemido.

― No hagas ruido, mis hermanos ya están despiertos.

USA asintió mientras atraía una almohada para callar todos los ruidos que fuese a hacer. Rusia empezó a mover su mano rápidamente sobre la longitud de su amante, tratando de darle más placer.

Las embestidas fueron aumentando en velocidad hasta que se corrió en los dedos del mayor. Viendo logrado su cometido, las estocadas se volvieron irregulares y fuertes. Un gruñido y el estadounidense sintió el semen llenarle por dentro.

Rusia bajó con cuidado su pierna para poder besarlo. Lento y delicado, justo como si estuvieran en una película.

Subió al menor sobre él sintiendo algunas gotas del blanquecino liquido bajar y mancharlo.

Lo recostó y acarició su espalda con suaves toques.

― ¿Por qué no me dijiste de tus tatuajes?

― ¿Mmm? Creí que lo sabias. ― Se removió algo incómodo con el semen aún cayendo. Susurró al darse cuenta: ― Maldición.

 Susurró al darse cuenta: ― Maldición

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Laberinto de memorias (RusAme)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora