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-Adelante- dijo Leash sin siquiera levantar el rostro ante los toquidos de su puerta.

-Hola amor- dijo Draco entrando al estudio lentamente, se aseguró que su esposa no estuviera ocupada y entonces decidió continuar.

-Hola- sonrió Leash observándolo, tenía su escritorio lleno de papeles importantes, contratos, cartas, escritos y notas. Por un lado, una pluma mágica escribía rápidamente sin la ayuda de nadie y por la otra, cartas se sellaban y doblaban con velocidad, creando una torre de ellas.

-¿Ocupada?- le preguntó con burla y ella rio.

-Un poco- admitió- Estoy haciendo las cartas para los alumnos de nuevo ingreso del próximo año- explicó- Minerva se encargó de eso por años y sentía que era hora de darle ese descanso- se encogió de hombros

Draco se recargó contra el marco de la puerta y admiró con dulzura a su amada. Trabajaba mucho, le importaban tanto los estudiantes, sí, tenían dos hijos, pero para Leash, todos en la escuela eran sus niños. Siempre le importó tanto la gente, desde extraños, amigos, sus hermanos, él, sus hijos y ahora sus estudiantes.

Leash esperó alguna respuesta de él y al escuchar silencio, levantó su rostro para mirarlo.

-¿Qué ocurre?- pregunto ella extrañada

-Eres muy hermosa- dijo él con una sonrisa

Leash volteó los ojos pero no pudo evitar sonreír.

-¿Necesitas algo?- le preguntó ella, su esposo no solía interrumpirla cuando ella estaba en su estudio

-Venía a ver si necesitabas ayuda- sonrío con simpatía

Leash rio con eso.

-Aja, por qué ya sabemos lo bien que salió eso la última vez- se burló de él, levantando sus cejas.

-Okay, no es mi culpa, Scorpius me dijo que así era como los muggles se hablaban entre ellos- se justificó rápidamente, lanzado una vez más la culpa al niño.

-¿Quién diría que tu hijo sería quien terminaría molestándote a ti?- se burló Leash aun firmando documentos

-Pues diría que se parece mucho a su madre- dijo Draco acercándose al lado de ella y solo en ese momento Leash se dejó distraer y besó a su esposo con dulzura; aun después de tantos años juntos, seguía sintiendo aquel escalofrío cada vez que sus labios se tocaban.

-¿Dónde está Scorpius por cierto?- preguntó cuando se separaron.

-Con los Potter, se moría de ganas de ver a Albus- dijo con una mirada severa a Leash, dándole a entender lo que pensaba.

-Si un Potter termina siendo tu yerno me va a dar mucha risa- sonrió ella y Draco le hizo una mueca que finalmente se convirtió en una sonrisa

-Sí, ja, ja, ja, qué risa- dijo él secó- Por cierto, mi madre dijo que viene al rato a dejar a Daphne- le recordó

-Agradécele de nuevo por cuidarla hoy- le pidió Leash

-No te preocupes, mi madre ama cuidarla, tú sabes que vive sola y disfruta mucho estar con ella- le aseguró

Leash iba a agregar algo pero en eso, escucho el timbre de la casa y se sorprendió, ya que no esperaban a nadie a esa hora.

-Oh sí- dijo recordando a lo que había ido, salió del estudio rápidamente y después de unos segundos volvió a entrar al cuarto- Te tengo una sorpresa- dijo finalmente y abriendo la puerta aún más, revelo la figura de la mujer.

-¡No puede ser!- dijo Leash con sorpresa, se levantó de su silla y rodeó su escritorio para estrechar la mano de ella- Pero si es la Ministra de Magia, Astoria Greengrass- dijo con emoción

Astoria sonreía de oreja a oreja, traía un traje azul oscuro con una camisa de botones negra, siempre se veía muy elegante y formal debido a su trabajo, pero su amigable rostro siempre causaba confianza.

-Pero si no es la directora de Hogwarts, Leash Margaret Natalie Taylor Spencer Slytherin- dijo Astoria abriendo los brazos para envolverla en ellos

Draco observó a ambas sonreír y abrazarse con alegría, tenían muchos meses de no verse y le daba felicidad verlas reunirse.

-Vengo sobrando en este reunión así que las dejaré solas- dijo Draco con una sonrisa y cerró la puerta detrás de él.

-¡Qué milagro verte por aquí!- dijo Leash al separarse- Gracias por liberar un espacio en su ocupada agenda- se burló la pelirroja

-Pues, entre mi campaña para erradicar los estatutos de sangre y tú dirigiendo la escuela, parece que solo podemos vernos en el verano- dijo Astoria con una sonrisa

Leash regreso a su asiento y con un simple movimiento de varita limpio su escritorio con eficacia, Astoria tomo lugar en la silla del otro lado.

-Pero debo admitir que estoy aquí por un asunto personal- dijo cruzando sus piernas- Hermione me ayuda mucho en el Ministerio después de cumplir con sus labores de Aurora- aclaró- Y en una de esas visitas dejo esto en mi oficina- dijo sacando algo del bolsillo de su saco.

El libro era de pasta dura, grueso, aterciopelado y una gran esmeralda verde incrustada en la portada de este mismo.

Leash se quedó helada al verlo.

-La llamé para devolvérselo pero me dijo que era mejor si te lo regresaba a ti y, aproveche para visitarte- dijo con una sonrisa, extendiendo el libro hacia ella

Leash vio el objeto por unos segundos antes de tomarlo, y una vez en sus manos, acaricio la piedra con cariño.

-Gracias- dijo Leash con melancolía- ¿Sabes qué es?- preguntó ella

-No, en realidad no- admitió Astoria- Vi el título en la primera página pero, en realidad no lo sé- rio

Leash sonrió con una mueca.

-Es mi vida- respondió Leash acariciando las hojas

Leash pudo ver la mirada curiosa de la chica y le alegro saber que algunas cosas nunca cambiaban.

-¿Tienes tiempo?- le preguntó Leash con una sonrisa

Astoria checo el reloj de su mano y se encogió de hombros.

-Un poco- sonrió

-Intentaré ir rápido- se burló Leash

Recargo su espalda en su silla y abrió el libro, nadando en sus páginas, observando como poco a poco, la tinta empezaba a surgir en el papel, llevándola una vez más a una etapa de su vida en la cual, se dejó amar.

En memoria a Leash SalazarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora