En memoria a Leash Salazar

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Año: 1975

Edad: 16 años (576 años)

Con el nivel de competitividad que había entre los Gryffindor y Slytherin, siempre se encontraban en constante necesidad de ganarse entre ellos, por eso la torre roja no podía dejar que las serpientes hayan tenido de las mejores fiestas del año en su poder; debían hacer algo al respecto.

Y ahí estaban, un sábado en la noche, habían estudiantes de los años más avanzados, de todas las casas, bebiendo, bailando y una gran mayoría estaba viendo a las tres chicas pelirrojas que reían y bailaban al ritmo de la música por encima de una mesa.

Lily Evans tenía el cabello largo y lacio, era pelirroja de un color naranja vibrante y brillante. Era inteligente, competitiva, era orgullosa y aunque era muy amigable, todo sabían que tenía un carácter de defensa, odiaba admitir cuando estaba equivocada.

James Potter la quiso desde el segundo que posó ojos en ella, y si bien no había sido correspondido, tenían los mismos amigos y la frecuentaba bastante. La miraba con un brillo en sus ojos que sólo ella le causaba, era todo lo que él quería y sabía que si Lily tan sólo le diera una oportunidad, él le daría todo lo que quisiera y mereciera.

Molly Prewett era más baja, tenía su cabello corto y rizado de un naranja más oscuro. Era una chica graciosa, le caía bien a todo mundo, siempre solía tejer y bordar regalos para sus amigos, venía de una familia de sangre pura pero la suya era de las pocas que estaban en contra de los estatus de sangre.

Su novio, Arthur Weasley la miraba con admiración y ternura, amaba verla segura de sí misma, feliz y con amigos. Llevaban saliendo unos años ya, tenían una muy buena relación, Arthur era más tímido e introvertido, pero Molly siempre lograba sacarlo de su zona de confort.

Y finalmente estaba la única Slytherin de la mesa. Leash Salazar era pelirroja, pero su cabello no era naranja, sino que se asimilaba a la sangre fresca. Era alta, intimidante, tenía unos ojos azules claros, una cicatriz en su rostro y era inalcanzable. Por años, se vio a Leash como una chica misteriosa y discreta, pero los últimos dos años, se le veía en toda fiesta, bailando, gritando y tomando; como ahora, bailando y riendo con Lily y Molly arriba de una mesa.

Y por supuesto, Sirius Black no le quitaba la vista de encima.

Las cosas habían sido complicadas, en definitiva. Sirius le había dicho a Leash que la amaba y Leash había odiado eso, porque también lo amaba y en su caso, no podía haber nada peor que eso.

No habían podido hablarse, ni siquiera podían estar en el mismo cuarto juntos, sus amigos no sabían qué había pasado, porque ninguno de los dos se atrevía a hablar de ello, pero podían notar la tensión que había cuando cruzaban miradas. Ambos eran orgullosos y caprichosos, no tenían las agallas para admitirle a los demás que se habían terminado enamorando de la persona que juraron siempre odiar.

-¡Eso fue genial!- dijo Molly una vez que las tres chicas se bajaron de la mesa- Me sentí tan sexy- dijo ella con asombro

-Lo eres Molly- dijo Leash con una sonrisa y notó la mirada de Arthur en la Gryffindor- Anda, ve y ayuda a tu novio, se está ahogando en su propia baba- lo señalo con risa y Molly sonrió, pero hizo caso al consejo de su amiga.

La fiesta era increíble, al fin y al cabo, James, Sirius, Remus y Peter eran de los chicos más populares de la escuela, nadie quería perderse esa fiesta.

-James puede ser molesto pero sabe como divertirse -admitió Lily tomando su cerveza de mantequilla- ¿Viste como me estaba viendo? Es muy obvio- se burló con las mejillas sonrojadas- Ni siquiera intenta disimularlo-