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Año: 1680

Edad: 280 años

Todos se quedaron callados, todos menos Leash que comenzó a reírse.

-No- Leash rio- No es mi lugar, Lidia- aseguró haciendo el tema de lado rápidamente.

-Oh, vamos- dijo Lidia- Todos se mueren por verte pelear y no sabemos cuándo será la próxima vez que vengas- dijo ella

La verdad era que Leash casi no estaba en esa casa, era de ella, por supuesto, pero hace mucho tiempo la había puesto a disposición de sus hermanos. Ella tenía cosas más importantes que hacer, desde visitar a personas que su madre le pedía que ayudara, buscar una cura para Zack, al igual que para visitarlo y un sin fin de cosas del cual nadie estaba enterado del todo.

Iba de vez en cuando, hablaba con Lidia y Sade, descansaba y volvía a irse; la mayoría de sus hermanos la conocían más por leyenda que por experiencia.

-Puede que esta sea tu casa Leash- dijo su hermana- Pero este cuarto tiene sus reglas- siguió

Las emociones estaban a tope, segundos atrás, todos estaban cansados, pero ahora, tenían la oportunidad de sus vidas al ver pelear a la famosa Leash Salazar, quien los había salvado, quien les brindaba un hogar y todas las cosas que quisieran.

-Son sus tradiciones, no las mías- negó Leash con la cabeza.

-Pues...- dijo Sade uniéndose a la travesura de su compañera- La tradición es de los Salazars- estiró la mano para que Leash le diera su bolsa- Si eres Salazar ¿No?- la tentó

Leash se mordió el interior de su mejilla, mirando a sus hermanos con recelo, siempre que esos dos se juntaban, causaban problemas, y en esos momentos estaban jugando con lo que a ella le dolía más, su legado y honor.

Leash observó a la otra persona que ponían en la línea con esta decisión, pero Janette no había dicho nada. Se había quedado viendo algún lugar en el piso, como si quisiera esconderse debajo del suelo.

-¿Qué opinas Janette?- pregunto Leash ignorando a Sade y Lidia

Janette se quedó callada y después de unos segundos solo de encogió de hombros.

-Como gustes- contestó

-La líder aquí eres tú- le recordó- Creo que es mejor que tú decidas- la alentó

Janette cerró los ojos con vergüenza, como si hubiera olvidado que quien tenía el cargo ahí era ella.

Volteó a ver a Leash que la miraba con delicadeza y asintió con la cabeza, haciendo que todos se emocionaran.

Leash le dio su bolsa y suéter a Sade y camino hacia el tapete de entrenamiento que delimitaba el combate.

-¿Cuáles son las reglas?- pregunto Leash estirándose

-Nada de varitas, nada de magia- advirtió Sade- Fuera de eso, es quien se rinda primero- se encogió de hombros

Janette siempre ganaba y era por una razón, porque conocía a estas personas, se había pasado toda su vida criando a estas personas, los veía todos los días, conocía sus capacidades y movimientos, por eso podía analizarlos y vencerlos, pero ese era el gran problema con Leash: no la conocía.

Se sabía mucho de Leash, y dentro de sus características, eran sus increíbles habilidades en combate, ya fuera mágico o físico, era fuerte, rápida, calculadora, pero sobre todo, era impredecible y eso la hacía ganarle a Janette o a cualquier otro en combate.

-De acuerdo- dijo Leash después de unos segundos y todos estallaron en aplausos y celebración- Vamos a darles un show Janette- le sonrió con apoyo

Y entonces empezó.

En memoria a Leash SalazarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora