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Año: 1975

Edad: 16 años (576 años)

-Leash- dijo Sirius detrás de ella- ¡Leash!- gritó de nuevo

Pero ella apenas si podía escucharlo, los oídos le zumbaban, como si estuviera debajo del agua y la presión le exigiera que saliera a la superficie, pero en esos momentos, Leash se estaba ahogando.

-¡Leash, detente!- gritó Sirius corriendo, pero cuando Leash Salazar quería huir de algo, lo logrababa, al fin y al cabo, había vivido varias vidas huyendo.

-¡Déjame en paz Sirius!- gritó ella sin mirar atrás.

Era un domingo en la tarde en Hogwarts, el clima era un poco fresco, por lo cual no había muchas personas fuera, la mayoría estaba en sus dormitorios, sus salas comunes y algunos pocos en el gran comedor, disfrutando de chamarras y tarros de chocolate calientes. No había mucha audiencia para el espectáculo que Leash Salazar y Sirius Black estaban dando a los muros y pasillos de la escuela.

-¡Spencer, por favor!- le rogaba con desesperación, pero se podía escuchar en el hilo de su voz, que se estaba enojando.

-¡No me llames así!- dijo ella, solo volteándose por unos segundos, pero sin detener su caminata, pero por esos segundos, el viento se sintió más frío.

-Si eso es lo que logra hacerte detener, te llamaré como sea- le advirtió, y como no consiguió respuesta de ella, prosiguió- ¡Margaret! ¡Natalie! ¡Taylor!- e incluso, nombres que ni eran de ella- ¡Anne! ¡Helena! ¡Delilah!- y entonces Leash se detuvo

-¡Okay, ya entendí!- le grito Leash, enfrentándolo

Leash podía ver la confusión y adoración en los ojos grises de Sirius y no sabía cuál de las dos emociones le dolía más.

-Hablemos- dijo Sirius- Por favor- le pidió

Ella sentía un ardor en su pecho, como si derritiera por dentro con las palabras que escuchaba de sus labios, sabía que no podría evitarlo para siempre; observo a su alrededor y decidió que el lugar más privado y cercano en el que pudieran discutir era el baño de hombres de aquel piso, así que Leash lo jalo de la corbata y guio adentro.

Cuando entraron solo había un chico en el baño, el cual se sorprendió al ver a la pelirroja entrar, pero ni siquiera le dejo hablar.

-Largo- dijo Leash, y el chico no dudó en apurarse y huir de la situación.

Leash lo soltó y él ni se atrevió a arreglarse la corbata, quería hablar de esto inmediatamente. Los dos abrieron la boca al mismo tiempo, pero ninguno supo qué decir, era más fácil gritarse cosas y perseguirse evitando el tema, pero estando los dos solos, sin nada más que una sensación en el aire, vibrante, casi electrificante.

-No voy a volver a disculparme por qué dices que ya no es necesario- fue Sirius el que habló primero- Olvidemos, por unos minutos, aquella noche- le pidió- Pero no puedo olvidar el cómo me sentí ante tus palabras- confesó

-Si me vas a reclamar por como te grite, yo también ya me disculpe- le recordó Leash con una mueca

-No me refiero a eso- la interrumpió Sirius- Las palabras las merecía, todo lo que dijiste, es cierto, pero...- sentía que no podía pasar el resto de sus palabras por su garganta, estaban atoradas y raspaban en su interior- Lo que más me dolió, fue, saber que ya no estabas enamorada de mí- dijo en un susurro.

El rostro de Leash se puso casi tan rojo como su pelo, tanto que el color le llego a las orejas, su corazón le dio un vuelco, sonaba a algo que Leash se moría por oír y al mismo tiempo, le aterraba, así que enterró cualquier expectativa y suposición en el vació de su pecho.

En memoria a Leash SalazarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora