En memoria a Leash Salazar

26

Año: 1976

Edad: 17 años (576 años)

-Sé qué yo tengo la reputación de estar obsesionado con las pociones, pero eso es por los demás, ellos no ven como te pones tú- dijo Severus limpiándose el sudor de su frente

-Bueno, a diferencia de ti, yo hago otras actividades- contestó Leash sin dejar de darle vueltas al caldero

Sí, Leash Salazar y Severus Snape eran mejores amigos; había sido casi instantáneamente. Fueron seleccionados en la misma casa y Leash estaba aterrada al ser una niña de nuevo, tenía miedo de ser encontrada por su padre, y la eminente guerra que podía verse alzarse a manos de un joven que una vez conoció.

Y de repente, un pequeño niño le dijo que su varita era increíble; habían sido inseparables desde entonces.

Leash observó el cuarto de pociones donde estaban; Slughorn les dejaba usar el aula cuando quisieran, al ambos ser parte de su grupo exclusivo, tenían el lujo de usar cuantos ingredientes quisieran a su gusto.

-Has avanzado mucho sin mí, ya ni siquiera necesitas mi ayuda Sev- dijo Leash observando a su amigo anotar rápidamente en el libro que compartían, sus mejores secretos, sus consejos y modificaciones, una obra en la cual habían trabajado desde los primeros años.

-Aw, crees que tú eres la que me ayuda a mí- dijo Severus con una pequeña sonrisa y si Leash no estuviera dando vueltas al caldero, lo hubiera empujado.

Leash sabía que no todos aceptaban o querían a Severus, más bien, sabía que nadie casi nadie lo hacía, y la gente que sí, eran personas que Leash no toleraba. Incluso Lily había dejado a Severus y aunque ninguno de los dos le quería decir que había pasado, Leash sabía qué tenía que ver con la forma y amistades que Severus últimamente tenía.

Y Leash entendía, en verdad lo hacía, ser algo más que no fuera sangre pura en tiempos así era difícil, la visión de la gente era muy estrecha y cerrada, y aunque Leash había visto tiempos cuando era peor, jamás había experimentado a primera mano la exclusión y acoso por ser mestizo o nacido de muggles.

Entonces, cuando alguien le estaba dando la oportunidad de salir del lado segregado, Severus se sentía tentado a sucumbir a estas personas que le prometían un lugar de poder y seguro, donde no volvería a ser pisoteado. Leash intentaba hacerle entender que había forma de acabar con esta desigualdad, sin tener que unirse a ellos.

-¿Crees que acabemos esta poción antes de graduarnos?- le pregunto Severus, observando el humo que causaban

-¿Dondé quedo aquella actitud positiva?- Leash se burló, él le hizo una cara

-¿Cuándo me has visto con una actitud positiva?- él preguntó y Leash sonrió

Para ser sinceros, Leash no sabía si estaban hiendo en la dirección correcta.

Tres años atrás, Leash le contó a Severus de su profecía y él inmediatamente había decidido que no dejaría que algo le pasará a ella, y que si no podían encontrar una forma de romper su profecía, que podían crear una segunda oportunidad, si así ella lo necesitará.

Y así había empezado su pequeño experimento: una poción que regresará a la vida.

Sabían que era increíblemente ambicioso, ni siquiera los mejores alquimistas habían logrado encontrar una forma de ofrecer vida de nuevo, lo más cercano era la poción de los muertos vivientes, que tan solo funcionaba en animales pequeños y plantas y por algunos segundos; no, ellos buscaban regresarle la vida a Leash, si es que el destino siquiera se lo dejaba.

Pero ellos creían que nadie tenía la dedicación y necesidad como ellos, y sobre todo, el deseo de protegerse.

A lo largo de los años, sus esfuerzos habían dado frutos, pues después de muchos intentos, habían logrado entender que la vida era compuesta de muchos organismos y características, iba mucho más allá que usar ciertas hierbas y polvos, si no que necesitaban sentimientos.