Capítulo 4: Recuerdo

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09 de enero del 2019

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09 de enero del 2019

•Ian•

—No tengas miedo, tú destino puede guardar tu calidez. Porqué todas las estrellas se están desvanecido, trata de no preocuparte las verás algún día toma lo que necesites y quédate en tu camino y deja de hacer llorar tu corazón. Levanté, vamos ¿Por qué estás asustada?

—No estoy asustada —susurra mirándome con una mueca de tristeza.

—Tu nunca cambiarás lo que ha sido y fue. Porqué todas las estrellas se están desvanecido, trata de no preocuparte las verás algún día toma lo que necesites y quédate en tu camino y deja de hacer llorar tu corazón —describo tratando de seguir la melodía —. Todos somos estrellas y nos estamos desvanecido trata de no preocuparte nos verás algún día y deja de hacer llorar tu corazón —finalizo dejando de tocar el pequeño piano de juguete, me acerque para darle un beso de buenas noches en su frente —, la pesadilla acabó —aseguro con firmeza —. No tengas miedo nunca más, siempre estaré para protegerte.

Abrí los ojos de golpe, traté de sentarme en la cama, pero unos brazos me lo impidieron, me giré levemente con la esperanza de en contarme con... ¿Ethan? O sí que tonto, por un momento pensé que era otra persona.

—¿Estás bien, Ian? —pregunta adormilado.

—Por supuesto —revelo acomodando mi cuerpo nuevamente en los brazos de mi amado —, vuelve a dormir —susurro besando sus carnosos labios acompañado con un pequeño suspiró.

Al poco rato, Ethan volvió a su profundo sueño: una sonrisa inconsciente se formó en mi rostro al ver que se le estaba saliendo un poco de baba, reí con ternura muestras lo admiraba.
Me acomode boca arriba mirando el techo y por un momento pensé en aquél sueño o mejor dicho... Recuerdo.

—Donde sea que estés, esperó y de todo corazón que te encuentres bien —susurro con dificultad junto con unas pequeñas lágrimas en los ojos.

(...)

Ethan, estaciono el auto en frente de la casa de mi madre, bajamos y sin prisa alguna nos dirigimos a la puerta.

—Ian, hola —saluda compartiendo una extraordinaria sonrisa al tenerla enfrente de mí, su mirada mostraba emoción. Se acercó a mi dirección y comenzó a darme un tierno beso en mi mejilla.

—Hola, mamá —respondo abrazando su cuerpo.

—Ethan, pasen. Saben que están en su casa —comenta con animación.

—Ian —exclama mi hermano menor —, hola.

—Will, hola campeón, ¿Cómo estás? —pregunto con diversión.

—Bien... ¡Ethan! —exclama a un más emocionado ignorando mi presencia por completo, se separó bruscamente de mí y corrió con Ethan.

—Hola, pequeño.

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