Capítulo 8: El poema

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22 de enero del 2019

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22 de enero del 2019

•Josh•

El terrible dolor de cabeza me hizo despertar, me senté sobre la cama tapando mis ojos con las palmas de mis manos, al acostumbrarme a la luz de la ventana miré mi habitación. Estaba hecha un desastre, ropa y botellas por todos lados: Camille, no se encontraba alado de mí. No me pareció extraño, pero debía aceptar que era muy raro ver el estado tan lamentable en el que se encontraba mi habitación. ¿Qué sucedió ayer? ¿Cómo llegamos a noche? Trate de recordar el más mínimo detalle; pero al hacer un esfuerzo mí cabeza me comenzó a doler con intensidad.

—Buen día —responde aquella hermosa e irritante voz con la que últimamente he frecuentado en mis días de soledad.

—Hola —respondo formando una mueca al tenerla enfrente de mi —: por favor, dime que no hice una locura, tengo la terrible sensación de que hice algo malo. ¿Hice algo malo? —pregunto mirándola con preocupación. ella me miro con diversión.

—No, para nada —revela con ironía —, solo se te metió la loca idea de robar las llaves de un extraordinario carro a un imbécil que se lo tenía muy bien merecido, tuvimos sexo en el y después hicimos que explotará. Ya que tu traumada mente me explicaba a gritos que había suficiente ADN y podíamos terminar en la cárcel —menciona mirándome incrédula, mi rostro se llenó de sorpresa —. Oh, y, por cierto. Al llegar al departamento; te pusiste como loco, comenzaste a bailar, a seguir tomando y gritar que se pudran todos, que eran unos malnacidos y vomitaste sobre tu ropa como en la película del exorcista —informa haciendo un gesto fingido de hastió.

—¿Tuvimos sexo en un carro robado? —pregunto incrédulo, ella me miro con diversión.

—¿Fue lo único que escuchaste? No lo puedo creer —indica rodando los ojos.

—No, pero solo quería confirmarlo —describo soltando una pequeña risa —. Me duele mi cabeza, por favor no vuelvas a dejarme tomar —suplico por medio de quejidos.

—Otra cosa —revela suspirando con dramatismo —: Josh, siempre que un desconocido intente invitarte un trago. ¡Pregunta que es! —exclama mirándome furiosa, lleve mis manos a mis oídos intentando protegerlos de aquel escandaloso grito.

—No grites —exclamo con molestia e incredulidad.

—Te dije que te diviertas, no que te dejarás drogar —describe con obviedad.

—Perdón, estaba tan concentrado en bailar con esa hermosa chica que, ni siquiera me di cuenta cuando me entregó ese vaso —indico alzando mis hombros en modo de defensa.

—Eres un idiota — aclara rodando los ojos —, aquí tienes esto te calmara el dolor. Te traeré un café.

—Gracias.

—Y ponte algo de ropa —ordena mirándome con hastió.

No entendí a qué se refería, hasta que me percaté de que ¡Estaba desnudó! Me levanté de golpe recibiendo un fuerte mareo y otro dolor de cabeza. Me coloque mi toalla y camine al baño, necesitaba la sensación de sentir el agua recorrer por mi cuerpo.

Adicto Al AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora