•Gringo se llama Jhon Walker por si no lo recuerdan <3
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Y ahí se encontraban de nuevo. Sudados mientras lo único que se escuchaba en la sede eran gemidos del rubio.
Gustabo se sentía en el cielo, el gran pene de Gringo abusando su punto g le hacia flaquear las piernas y poner los ojos en blanco. Sentía que era muy ruidoso así que se tapo la boca. En ese momento John la aparto y metió dos dedos en su boca.
J.- Deja que escuchen lo que solo yo puedo causar. Quiero oírte gritar mi nombre bonito-. Su voz sonó tan ronca y aumento tanto la profundidad de las embestidas que su cuerpo ahora era un desastre.
G.- Gringo~ aah me voy a correr. Paraah~ -. Gustabo estaba que ni podía enfocar bien los ojos, el placer era demasiado, creía que en cualquier momento iba a desfallecer.
Walker solo río ante lo dicho y comenzó a masturbarlo al ritmo que su pene salía de la entrada del chico. No faltó mucho para verlo arquear su espalda a la par que soltaba un gemido tan alto que parecía grito y salían tiras de semen de su miembro. No quería torturarlo más así que dio unas embestidas rápidas para poder acabar el también y así fue.
Una vez acabo, salió del interior del rubio y se dirigió al baño para buscar paños húmedos para limpiar el desastre que había hecho en el cuerpo ajeno.
J.- Joder siempre que acabamos de follar te ves jodidamente sexy, ojalá poder enmarcarte-. Le dio un piquito en los labios y terminó de limpiarlo para colocarle un boxer y su camiseta.
G.- Y tu te ves jodidamente mio. Ven aqui, quiero dormir un rato-. Lo acostó y se enrollo en el como si fuera su peluche personal.
J.- Una pena que yo no pueda decir lo mismo eh-. Dijo en broma pero había algo de seriedad en su juguetona voz.
G.- Tu sabes que no dejo a Jack porqué me da miedo, el siempre a sido muy posesivo y aún más desde que nos casamos. Jamás me levanto la mano pero aún así no se de que es capaz si se entera que salgo contigo. No quiero ponerlos en peligro a ninguno de la mafia y menos a ti-. Lo abrazo más fuerte, no quería discutir con el también, ya tenía suficiente con pelear con quien era su marido.
J.- Ya lo sé rubito, pero solo nesecitas pedírmelo y mañana mismo el Superintendente está muerto, no voy a permitir que te toque ni un pelo. Pero tranquilo, ya te dije que te amo y puedo esperar lo que te haga falta para terminar con ese hijo de perra-. Beso sus labios para calmarlo, si bien no demostraba ser el más romántico del mundo o la persona más cariñosa, el sería capaz de matar a toda la ciudad si su bonito chico de ojos azules se lo pedía.
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