«Todo lo que quiero»
La única preocupación de Ellie es que su reputación y que su estatus social se mantenga donde ha estado los últimos 6 años.
Junto a tener que evitar enamorarse a toda costa de un escritor con tatuajes que parece tener sus ojos...
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TW: Maltrato verbal y psicologico. Es un tema sensible, así que aviso desde ya por si alguien considera que lo mejor para su salud mental es saltarse este capitulo.
Actualización doble 1/2 en unas horas subo la siguiente parte.
Digan presente:
Ellie
—¿Qué mierda haces aquí?
Por fuera me veía calmada, pero por dentro... por dentro estaba entrando en pánico.
Eché una mirada de reojo a mi computadora y observé como el juego ya estaba cargado. Mis manos instintivamente fueron hasta el micrófono y lo desconecté junto a la cámara. No pasó ni un minuto cuando el chat ya estaba reclamándome al respecto.
—¿Qué es eso? ¿Estás grabando? —Cuestionó el pelirrojo al momento de entrar totalmente en mi habitación. —¿Qué es eso? ¿Un micrófono?
Ay mierda.
Por un momento recordé que él no sabía nada.
Parecía que había estado unos minutos bajo la lluvia porque su ropa parecía pegarse a su cuerpo atlético. Su mandíbula temblaba por el frio al igual que sus labios se mostraban secos en un tono morado. Su nariz estaba enrojecida y por lo que veía solo traía el teléfono en su mano.
—Oye, estoy hablando—Reclamé apartándome de mi escritorio.
Dios, me matarían, ya había fallado en demasiados streams.
Antas de girarme totalmente hacia él me aseguré de que el micrófono estaba apagado una vez más; me generaba algo de miedo que todas las personas detrás de sus pantallas escucharan algo de lo que probablemente se iban a arrepentir. Tomé una de las toallas de mi closet y la coloqué sin mucho esfuerzo sobre su espalda. Jason me sonrió.
—Sabía que ocultabas algo, nena—Murmuró mientras se sentaba en el borde de mi cama—, ¿Qué eres? ¿YouTuber de maquillaje? ¿Algo relacionado con la moda? Sabía que te encantaba vestirte bien para mi pero nunca creí que a ese punto.
Pasé mi mano derecha por mi rostro tratando de darme paciencia.
—¿Por qué mierda te subiste por mi balcón? ¿eh? ¿No había puerta o qué? —Recriminé apuntando el espacio por donde había subido. Mi gata, Nala, que antes estaba encima de mis piernas maulló acostándose en el suelo justo al lado de mi zapato.
Él me miró con indiferencia y sentí un cuchillo atravesar mi pecho ante su actitud.
—¿Estás bien? ¿Te hiciste daño? —Pregunté, acercándome a él con una preocupación inevitable.
Ella lo miró con el odio que yo no podía ofrecerle.
—Ya sabes, he visto en varias películas que hacen eso—Sonrió, pero al ver que yo no correspondía a su sonrisa la desvaneció—. Bueno, la verdad es que iba a entrar por la puerta, pero sé que tu padre llegó temprano del trabajo y tengo el presentimiento de que quiere matarme.