Capitulo 18

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La charla con Zeke me había dejado con hambre de más. Había muchas cosas que sabía que no me estaba diciendo, y a medida que le daba vueltas al asunto,  me surgían aún más interrogantes. No estaba segura tampoco que aquello fuera la verdad pero de algún modo tenía sentido.  La forma en la que decidió despedirse ¿Por qué me guiñó el ojo? Estaba convencida que no era por un coqueteo sin sentido, aquel gesto significaba algo más, pero no podía deducir qué. 
Me pasé pensando toda la tarde, hasta que cayó la noche y me dieron de comer. Uno de los guardias entró con una bandeja que tenía lo que parecía una sopa, pan y un jarro con agua. No me había dado cuenta del hambre que tenía hasta que probé la comida. Pensé en Sasha, en Connie, en Jean ¿Qué creerían ellos que pasó conmigo? ¿Pensarían que estaba muerta? La idea me estremeció la columna vertebral. 
Luego pensé en Eren ¿Sería verdad todo lo que decían? ¿Estaría Eren enamorado de mi como para venir a buscarme? Aquel plan parecía un manotazo de ahogado, algo que harías cuando no tenés otra opción. Tal vez eran solo imaginaciones de Reiner y Berthold y decidieron traerme porque no tenían opción. "Eren va a venir a buscarte, lo sé. Yo lo haría". Esas palabras de Zeke me daban vueltas en la cabeza una y otra vez. 
¿Por qué sentía que lo había visto antes? Más extraño aún ¿Por qué hablaba de esa forma como si conociese a Eren? 
Todo lo que me estaba pasando parecía salido un sueño surreal. El guardia entró para retirarme la bandeja y me dijo que apagarían las luces en breve, que me fuera a dormir. Así que hice caso, pensando que no pegaría un ojo en toda la noche, pero la verdad es que apenas me recosté en aquel camastro, me dormí profundamente. 


-¡Arriba demonia asquerosa!

Abrí los ojos de golpe y me desperté sobresaltada. Uno de los oficiales me miraba de pie al costado de mi cama con sumo desprecio.

-Tomá. Vas a usar esto de ahora en adelante. Si te lo sacás te ganás un tiro entre medio de los ojos ¿Escuchaste?

Yo asentí con la cabeza mientras me recogía el brazalete gris con el dibujo de una estrella que me había arrojado en la cama. Me lo puse en el antebrazo por encima de la ropa y me puse de pie.

-Estirá los brazos, rápido- le hice caso y vi como me colocaba dos grilletes en las muñecas que me mantenían las manos unidas- llegamos al continente. Cualquier cosa que intentes, sé consciente que podemos devolverte el triple. Ahora caminá.

Empecé a seguir a los oficiales afuera del camarote y, pronto, afuera a la cubierta. Estaba nublado, y no tenía idea de la hora que era, pero parecía temprano en la mañana. Me apuntaron con un rifle por la espalda, y me obligaron a caminar en dirección al tablón que nos descendía a todos del barco. Una vez en tierra firme, vi un transporte de lo más extraño. Parecía una carreta, pero era de hierro y completamente cerrada. Sin dudas algo que jamás había visto en mi vida.
Me obligaron a subir acompañada de dos oficiales. De repente aquella cosa de hierro empezó a moverse sola.

-Vaya vaya, así que la pobre salvaje nunca vio un automóvil- dijo uno de los guardias y se echó a reír junto con su compañero. Me sentí humillada, pero no dije nada. 
Viajamos un largo trecho, hasta que de repente aquel "automóvil" se detuvo frente a un enorme portón de rejas negras. Allí me obligaron a descender.

-Quietita acá- me dijo uno de ellos sujetándome del hombro. Del otro lado del portón parecía haber una pequeña ciudad. Las personas pululaban de acá para allá, y enseguida me di cuenta que todos ellos llevaban brazaletes como el mío.
El portón se abrió y me hicieron caminar hacia el otro lado. Las personas miraban asombradas pero enseguida apartaban la mirada al ver a los oficiales. Podía escuchar el murmullo a mis espaldas, aquello era humillante pero, sobretodo, espeluznante. Nunca me había sentido más sola en toda mi vida. Caminamos un buen trecho hasta lo que parecía un cuartel de oficiales y me hicieron ingresar. Minutos después, estaba adentro de un calabozo.

-Acá te vas a quedar hasta que nos ordenen lo contrario, espero que te acostumbres rápido porque te espera una larga estadía- ambos rieron cerrando con llave y dejándome solo con lo puesto y los grilletes apretándome las muñecas.


Una última vez (Eren Jaegar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora