Capítulo 22:

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Los momentos incómodos no sólo existen para ponernos al descubierto o en rídiculo, muestran nuestra reacción ante aquéllo que temíamos que pasase. Además encienden una llamarada en nuestro interior, nos despierta, nos hace darnos cuenta de cosas inexistentes que eran para nosotros hasta ese momento.

Harry al cruzar la puerta del ascensor, herido, sólo se cayó sentado en el sofá. Babi sólo lo miró por segundos.

-No ibas a curarme...- dijo con las pocas fuerzas que le quedaban.

Ante la débil llamada de ayuda, Babi fue en busca del botiquín.

-Relájate...- le dijo.

Él se echó hacia atrás. Le limpio la sangre de la frente y le curó el labio roto. Luego tuvo que pedirle que se despojara de su remera.

-Mm...necesito... verte la herida del pecho...- le dijo.

-Aveces las heridas no siempre se ven..- le repondió sacándose lentamente la remera.

Babi no entendió pero aún así siguió curándolo. Tenía una cortadura de diez centímetros que iba desde la boca del estómago hasta el ombligo. Le limpió la sangre coagualada y lo trató con delicadeza. Sus manos suaves curaban la herida de una manera sublime. Sus dedos apretaban la herida, la protegían. Harry sólo cerró los ojos. Quería volver a sentir esas manos que en un tiempo, no lejano, habían sido suyos. Esas manos, pequeñas y suaves, que habían acariciado su cabellera, su pecho, su cuerpo. Sólo quería sentirla. Volver a sentirla.

Pudo recordar esos momentos con ella. Tan irresistibles momentos. La quería de vuelta, quería que vuelva a ser suya. ¿Pero qué podía hacer? Ella vivía una mentira armada. Una cruel realidad, donde la verdad está muy alejada de ella. Cree seguir con el patán mimado, aquél chico que no la supo apreciar. Que la descuidó y la abandonó.

Dos cosas pasaron por la mente de Harry. Dos caminos por el cual seguir.

El primero, contarle toda la verdad acerca de su historia pasada con Nate, no parar hasta que sepa la verdad. Perturbarla con la cruel realidad, sacarla de la mentira en la cual ella vivía. Contarle sobre su historia con él y de todo lo que vivieron juntos, y esperar que con eso recupere la memoria y vuelva a sus brazos.

La segunda, no decirle nada, dejar que todo curso llegué a su destino, esperar el momento indicado para volver a acariciarla, besarla y amarla hasta que su corazón se llené de felicidad. Esperarla a ella, esperar que lentamente y con el transcurso del tiempo se acuerde de él, se acuerde de todo lo que vivieron y lo que tuvieron que pasar.

Ambas opciones eran para beneficio propio. Era hablar o esperar.

Sabía que al hablar la perturbaría con la verdad. La sacaría de la mentira en la que vivía y la traería de vuelta consigo.

Pero tuvo una pequeña reflexión acerca de la segunda opción.

Esperar era la mejor opción. Podría descubrir ella sola la verdad, y ella sola podría elegir su camino.

Por más ansioso que estuviese, por más ganas de acariciarla que tuviese, por todo el amor que tuviese para entregarle, por todo lo que tuviese que decirle, supo y reconoció que debía esperar.

Por ese motivo esperaría. La esperaría por siempre si era posible.

-Listo, quédate aquí y relajate. No te muevas mucho porque la herida puede abrirse otra vez. ¿Te sientes mejor?- le preguntó apenas terminó de curarlo.

-Si... mucho mejor. Gracias- él apoyó su mano sobre la de ella, apretándola lentamente.

Los nervios dominaron a Babi, pero aún así no alejó su mano de la de él.

Nuestro amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora