Recibido. Un mensaje recibido.
Apurada, lo abre y lo lee. No debió hacerlo.
Aquél mensaje era cruel, doloroso, lastimoso, desgarrador. Era un mensaje desolador.
¿Porqué le habrá dicho eso? ¿Su juguete? ¿De qué habla? Esa noche no pudo cerrar los ojos, su mente trataba de recopilar las piezas perdidas. Tal vez así recuerde. Lo recuerde todo, a Harry, a Nate, su historia, todo. Pero no pudo.
¿Juguete? No entiendo. ¿Qué querrá decir?
Mientrás tanto, Flor borró el mensaje enviado y ocultó el celular bajo la almohada. Luego se limitó a seguir descansando.
No sentía remordimiento, no pensaba siquiera en lo que había hecho. Para ella era lo correcto. Alejarlo de ella, y a ella de él.
La noche transcurrió con velocidad, las estrellas se ocultaron con la luz del sol. La luna aún seguía vigente, se encontraba como una medialuna color blanco en el celeste cielo. No había algodónes color blanco, sólo la vela que irradiaba calor y luz.
Sonó el despertador de Harry, tenía que ir a entrenar. Ambos se vistieron y se fueron. Abandonando la casa, y por supuesto también, el celular de él bajo la almohada. No se dió cuenta hasta media cuadra antes de llegar al gimnasio.
-¡Olvide mi celular bajo la almohada! ¡Qué idiota!- dijo mientras se llevó la mano a la cabeza.
-Tranquilo bobo, de seguro nadie te va a llamar.- lo abrazó por detrás para despreocuparlo.
Harry recibió la muestra de cariño con amabilidad. Pensaba que tenía la mejor amiga del mundo, la única, claro está, aún no sabía que había pasado esa noche.
-Vamos, entremos, mi viejo debe estar esperándonos.- lo agarró de la mano y se lo llevó adentro.
En el departamento de Babi.
-¡Mi amor, no tenes que ir a trabajar!- le gritó Nate desde el baño.
No había dormido nada, 5 horas máximo. Estaba cansada, su cuerpo se sentía cansado.
-Si... ahora voy - lo dijo arrastrando las palabras. Luego se levantó, se cambio y tuvo que esperar a que Nate se dignara a salir del baño.
-¡¿Ya salís!? ¡Nate, me tengo que ir!-
En ese momento, Nate salió desnudo, sólo con un boxer que no ocultaba nada, sino que dejaba ver más de lo adecuado. Su miembro era de gran tamaño. Era formidable y excepcional.
-Podrías... vestirte- le dijo Babi nerviosa ante tal cosa.
-Mi amor... como si no me hubieras visto...- Babi vestía su camison amarillo translúcido-... yo te he visto más desnuda de lo que estas.- Y la apuntó de los pies a la cabeza. Aquél camison dejaba ver sus vastos pezones. Nate la besó y fue a preparar el desayuno.
Por fin tengo el baño, se dijo Babi.
Tardó menos de 5 minutos, se cambio, tomó un café y luego se fue al hospital. En el camino, abrió el mensaje enviado por Harry. ¿Su juguete? ¿Segunda opción? Porqué le habrá dicho todas esas dolientes palabras, ella lo quería, además ellos se habían amado. ¿No había sido así?
Tenía el corazón consternado. Por más que no quisiese admitirlo, sentía un gran afecto hacia aquél muchacho. Sentía algo especial cada vez que estaba con él. Sin él, sin Harry, se sentía vacía.
Cuando lo besó, cuando lo curó, cuando estuvo con él, disfrutando cada momento, algo en ella había cambiado. No sólo su corazón lo quería, su ser, su alma imploraban por él. Aquél muchacho rudo por fuera, pero sensible como una pluma por dentro. Con él se sentía única, maravillada, enamorada. Pero sin él se sentía vacía, un vació en el corazón que le producía un dolor desconcertante. No poder besarlo, abrazarlo, decirle cuánto lo amaba. Todas esas pequeñas cosas que, apesar de ser pequeñas, tiene una gran importancia.