Capítulo 9:

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La memoria es una facultad de nuestra naturaleza que se la puede considerar maravillosa. Allí se guardan todos nuestros recuerdos. Recuerdos malos, buenos, memorables, maravillosos, inigualables, de todo, se queda con absolutamente todo.

Nuestra memoria es tan delicada. Con el tiempo nuestros recuerdos se van borrando, es natural. Le pasa a todas las personas, pero los recuerdos del corazón se guardan en nuestra alma. La voluntad de amar y dejarse amar es algo tan extraño. La mayoría añora profundamente amar a una persona, hay otras que se cierran al amor, por temor, miedo, por muchísimas cosas, o simplemente porque no desean ser amadas. Aquellas personas que esperan lo inesperado no lo consiguen, aquellas personas que pierden las esperanzas se encuentran con lo inesperado. Babi lo vivió en carne y hueso. Su corazón explotaba de felicidad, no tenía palabras para expresar lo feliz que se encontraba. Su alma jamás amó a persona alguna como lo amaba a el.

-Probá...es rico- le decía mientras le acercaba un tenedor con unos ravioles.

-Mmm...¿De qué son?- preguntó extrañada Babi.

-Son de espinaca y queso ricotta. ¿Son ricos no?-

-Riquísimos- Babi sólo sonreía.

Aquél día vivieron su amor en ese parque. Ella apagó el celular. Lo hizo desaparecer de la faz de la tierra. Ella sólo quería vivir el momento con el. Disfrutarlo al máximo, como si no hubiera un mañana. El la acariciaba, la besaba, la hacía sentir única. Su plan era ese. Amarla. Besarla y jamás lastimarla. Mantenerla cerca suyo, protegerla de cualquier peligro. Pero más que todo.

Amarla.

La tarde se acababa. El día se acababa. Ella no quería. Deseaba que el dia jamás terminara. El momento que estaba viviendo era mágico. ¿Porqué abandonarlo, porqué dejarlo? No. Ella quería quedarse así, con el, todo el tiempo posible.

Ambos admiraron el crepúsculo desde una banca. Ella se apoyaba en él. Él le acariciaba el cabello. Se mantenían en silencio. Pero ese silencio valía mucho más. Ese silencio era único. Era un silencio que sólo ellos dos comprendían.

La luna apareció, las estrellas adornaban el cielo.

-Mira...- le dijo mientras besaba su cabellera- estes donde estes la luna jamás será más grande que tu pulgar- levantó el pulgar tapando la luna.

Ella hizo lo mismo.

-Es verdad...- estaba sorprendida, ¿Porqué jamás se había dado cuenta de eso? Las pequeñas cosas de la vida...

-Harry...nunca me dejes...- Babi seguía mirando la luna.

El la miró, le tomó la mano, se la apretó con fuerza.

-Jamás...- fue lo que dijo.

Pasaron largo rato de esa manera. Riendo, besándose, acariciandose, sus cuerpos se tocaron, sus manos rodeaban su cintura, las luces iluminaban el momento. Y luego vino el silencio. Ambos miraban la luna, la apreciaban como nunca antes.

-Babi...creo que tenemos que irnos- le dijo Harry.

Babi no respondía. Estaba dormida.

Harry sonrió. La miró por un momento, verla dormida era lo más hermoso. Se veía tan angelical. Tan silenciosa.

-Mi amor...- El le acarició la mejilla.

-Mmm...- ella se despertó

-Tenemos que irnos...- el la levantó sobre su espalda y se la llevó. Babi sólo sonreía y cerraba los ojos.

Le puso el cazco y la apoyó sobre la motocicleta, luego se subió y se marcharon. Babi lo abrazaba con fuerza, aunque el sueño y el cansancio trataban de dominarla.

Nuestro amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora