Y simplemente lo hizo.
Algo en su interior la obligó a bajar por esas escaleras, con un buzo de lana azul, y sus zapatillas desgastadas. Bajó y lo encontró a punto de salir. Se quedó quieta, hasta que él la vió, parada en la puerta del edificio, vestida con unos pantalones deportivos y un buzo.
Se acercó a él, y se subió en la parte trasera de su moto.
-¿Se puede saber qué estás haciendo?- le dijo divertido Harry.
-Quiero ir contigo. No me preguntes el porqué, solo quiero hacerlo y punto.-
-No Babi, bajate ahora.-
-No, quiero ir contigo.- se aferró fuertemente a su cuerpo.
-Me dijistes que me aleje de ti, que no te importaba más y que no vuelva a buscarte. ¿Porqué ahora quieres irte conmigo?-
-Pero volvistes, te dije que no lo hicieras y lo hicistes. Porque eres terco, no escuchas. Ahora yo también voy a serlo, no pienso escucharte, y si yo quiero irme contigo no hay nada que tu puedas hacer o decir para que cambie de opinión. ¿Nos vamos o no?-
-Eres terca.- respondió entre risas, arrancó el motor y se fueron.
Abandonaron esas oscuras calles, adentrándose en la luminosa ciudad. Agarraron la ruta mucho antes gracias a un atajo que hizo Harry, y siguieron de largo por la avenida Illia. Hasta llegar a una gasolinera.
-Toma, compra algo si quieres.- le entregó un billete de veinte euros a Babi, lo cuál ésta rechazó. Buscó en el bolsillo de su pantalón y sacó cien euros que le había sacado a Luca una vez que el no quiso prestarle dinero para comprar chocolates con maní. Se los refregó atrevida en su cara y se fue al pequeño mercado. Harry la observó irse con su despeinado cabello oscuro revoloteando, sus pies caminando lentamente y con el enorme buzo que le llegaba cerca a sus rodillas. Empujó la puerta del local y entró. Harry comenzó a llenar el tanque de la moto, mientras que pensaba. Ella estaba con él, en sí, se había fugado junto a él. De todas maneras, nada estaba dicho, con tan sólo unas palabras podría arruinarlo todo, y jamás volver a verla, pero sabía que tenía que hablar y resolver algunas cosas pasadas, y pensaba hacerlo esa misma noche.
Salió del local con una botella de jugo, se acercó a él y se bajó todo el contenido del envase. Harry la observó impresionado por la sed que tenía, mientras que tomaba se resbaló unas gotas de jugo por su cuello.
-Mm, perdón.- dijo secándose con la manga del buzo.
-Eres tonta.- le acarició el cuello, secándole lo que le restaba.
-Tu sigues siendo un amor, ¿Te lo dije?-
-Acabas de hacerlo.- sacó la manguera de la boquilla del tanque, le pagó a un jóven muchacho que los observó entre disimuladas risas, y luego le entregó el cazco a Babi. Arrancaron y desaparecieron de aquél lugar.
Siguieron por una larga ruta oscura, cubierta de enormes árboles negros como la misma noche, tenía unas pocas lámparas, y el último cartel que habían visto fue al principio de la ruta. Unos pocos metros después, un conjunto de piedras desparramadas por el camino, causaron un hueco en la llanta trasera, Harry no se dió cuenta hasta poco después de haber pasado las piedras.
-¿Qué pasa?- le preguntó Babi cuando éste frenó.
-Baja.- ambos se bajaron, y Harry fue directamente a la llanta, la examinó y vió el agujero.- Mierda.- golpeó la rueda, y comenzó a caminar empujando la moto.
-Bien, ¿Qué pasó? ¿Se pinchó?-
-Sí, mierda, hay un motel cerca, pero esta moto pesa una tonelada.- caminaron lentamente, la moto se movía de a poco.