Capítulo 25:

2.3K 97 1
                                    

Sólo 2 días. Dos días restantes.

-¿Preparastes el bolso ya?- le gritó desde las duchas su entrenador.

Harry se detiene, baja la cabeza, y de su boca se escapa un suave sí. Luego continua con lo que había dejado.

Desde aquél día que se encontró con Babi, no volvió a verla. Ella había decidido dejar de amarlo, quería olvidarse de él, de su historia juntos, de todo lo que estuviera relacionado con él. Tenía que respetar su decisión, pero no quería. En el fondo de su corazón, sabía que no podía.

Los días transucurieron con normalidad, y el día de la partida había llegado. Harry, su entrenador y Flor esperaron el ómnibus de las siete de la mañana. Cuando llegó, se embarcaron y se fueron. Ningún remordimiento, nada.

El viaje era de dos horas y media. Debían llegar primero al hotel, luego descansar, entrenar y a la mañana siguiente, la tan esperada pelea.

Harry se mantuvo en silencio todo el viaje. No habló, no emitió palabra alguna. Miró por la ventanilla. Gente despidiéndose, abrazándose, besándose. Gente. Mucha gente. Niños, adolescentes, adultos, agente mayor. Sólo gente.

Entre medio de esa gente creía ver a Babi, saludándolo, deseándole suerte, amándolo. Ella. Única. Parada rígida. Su hermoso cuerpo, sus labios, sus ojos, su suave cabello. Ella. Toda ella.

Pero luego volvía a la realidad. Ningún saludo, ninguna muestra de amor. Sus labios, sus ojos, su cuerpo, su suave cabello, nada. Ella no estaba. No había nada. Y se deprimía cada vez que pensaba en eso.

Además de su equipaje, de su compañia y de su mochila, Harry llevaba consigo una foto, se la robó, pidió prestado, a Babi. Una foto de ellos, besándose, amándose, ella encima de él. Se reían, en la foto de reían. Eran felices, en aquél entonces. Era una foto antigua, vieja, pero aún seguía tan viva como la vez en que la tomaron. Esa foto le traía recuerdos dolorosos. Pero por lo menos la recordaba, tal como era antes. Antes de que el mundo que habían creado fuera interrumpido e invadido.

Nate aprovechó la situación, se apoderó de ella, le mintió. Bastardo.

En el departamento de Babi.

-¡Mi amor! ¿Me queres acompañar al estudio?-

-¡Sí!- gritó desde la ducha.

Se vistió, lo más elegante posible, y se marcharon juntos. Un auto color negro pasó a buscarlos, y luego se dirigieron a una cafetería para desayunar y después al estudio.

Al entrar, cuatro muchachos se encontraban con instrumentos en las manos. Uno afinando la guitarra, otro tocando la batería, y los otros dos estaban tratando de interpretar una melodía.

-¡Hola chicos! Miren quien vino conmigo, las más hermosa de todas.- dijo Nate.

Babi se ruborizó un poco, y cordialmente saludó a todos. Al llegar a Luca, lo abrazó con fuerza. Su fiel amigo. Siempre estuvo con ella, en las buenas y malas. Se merecía más que un abrazo. Un monumento a su nombre. Era su héroe.

-¡Enana! Hace mucho que no te veo, jamás llamas.- le dijo Luca apretándola con fuerza.

-Si, lo siento. Estuve muy ocupada. Pero te prometo que vamos a salir. Comer helado, lo que sea. ¡Y no me digas enana!- Babi se sintió protegida con él. Sabía que sin importar lo que pasase, él sería su fiel servidor.

La mañana transucrrió con rapidez, Babi se quedó sentada, escuchándolos. Ellos tocaban, inventaban, creaban. Eran místicos caballeros de la mañana. Hacían lo que querían, eran libres de todo.

Nuestro amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora