La recién llegada a la fiesta alzó la botella de vino, tratando de que la rubia reaccionara, o al menos se apartara de la puerta para dejarla pasar.
Alba no sabía que Natalia estaba invitada al cumpleaños y no se esperaba el encuentro. Solo podía pensar en que era aún más guapa en persona.
Joder.
- Eh... ¿Estás bien? Yo soy Natalia - repitió, frunciendo el ceño mientras se fijaba en la rubia, cayendo en que podía ser la compañera de piso de la que la cumpleañera le había hablado en alguna ocasión.
Es la de la foto de perfil de Julia, o se parece muchísimo.
- Natalia - susurró la rubia, aun sorprendida por el encuentro tan inesperado.
- Sí. ¿Tú eres Alba? ¿La compañera de piso de Julia? Creo que te he visto en alguna foto. Yo soy...
- Sé quién eres - aseguró para evitarle el trago de buscar una etiqueta adecuada para describirse respecto a Julia.
- Genial. ¿Me dejas pasar, entonces? Estoy invitada, no me estoy colando ¿eh? - rio la morena, por la pose casi de portero de discoteca que aún mantenía Alba.
- Ay, sí. Perdona, es que... - empezó a justificarse mientras se apartaba para que pudiera entrar, pero no tenía excusa-. Pasa, pasa. Bienvenida a la fiesta.
Reacciona, Alba. Con naturalidad. Aquí no pasa nada. Es una invitada más.
Y no es tan guapa.
Bueno... Eso es mentira. Sí que es guapísima.
- ¡Madre mía! - exclamó Natalia al ver la decoración y el ambiente, que bien podría confundirse con el de una fiesta de película americana casi adolescente-. Lo de temática universitaria iba en serio.
- Y tan en serio, Julia es Peter Pan. Ven, que te enseño la cocina y escondemos ese vino.
- ¿Esconderlo por qué? - se lamentó Natalia, aferrándose con más fuerza a la botella, haciendo que Alba soltara una carcajada.
- Julia ha dicho que solo cerveza. El vino es para gente mayor - parafraseó, imitando a su amiga.
- ¡Venga ya! Si el kalimotxo y la sangría son de primero de joven... ¿Qué clase de censura es esa? - argumentó.
- No intentes entenderlo - se encogió de hombros-. Ella es así, solo hay que quererla.
- Aceptaré una cerveza, entonces, si no me queda más remedio - sonrió Natalia.
No tardaron las amigas de la cumpleañera en integrar a Natalia en el grupo y tampoco tardó Alba en ser secuestrada por los compañeros de curro de Julia para darle conversación. Se encontraron varias veces durante la noche gracias a que el alcohol empezó a propiciar la mezcla de grupos y las charlas aleatorias en las que, casualmente o no, ambas compartían puntos de vista que desembocaban en alguna que otra mirada cómplice, al coincidir en ideas.
Alba estaba fumando en el balcón cuando Julia le cerró el paso a Natalia, que se dirigía a la cocina a por más cerveza.
- ¿Vas a por otra lata y ni siquiera has felicitado a la cumpleañera? - preguntó Julia con los brazos cruzados, una ceja alzada, ojos chispeantes a causa del alcohol y una sonrisa traviesa en la cara.
- ¿Cómo que no te he felicitado? Si es lo primero que he hecho cuando has terminado la partida - contradijo Natalia, refiriéndose al juego que había atrapado a Julia durante buena parte de la noche.
- No me consta - alzó las manos, pícara, y Natalia a su vez alzó las cejas.
- Bueno, si no te consta, te lo repito. Muchas felicidades, preciosa - dijo sonriente, mientras la envolvía en un abrazo apretado, que acabó en una ristra de besos en la mejilla-. ¿Ahora sí?
- La felicitación, sí. Pero, ¿y mi regalo? - parpadeó Julia exageradamente, haciendo más evidentes los estragos que las partidas de beer pong perdidas habían hecho en su sobriedad.
- ¿Había que traer un regalo? ¿No te vale con mi presencia? - bromeó Natalia.
- No te voy a negar que tu presencia es un regalazo - le hizo un largo y nada disimulado repaso.
- Juls... - susurró Natalia, ante el tonteo evidente que pretendía la cumpleañera.
- ¿Qué? ¿No te puedo decir que estás guapísima?
- Sí, claro. Y tú también. Tú también estás guapísima. Eres guapísima, pero...
- Me encanta que hayas venido - cortó Julia su titubeo.
- A mí también. Me lo estoy pasando muy bien - reconoció Natalia, redirigiendo la conversación hacia algo más general y optando por un cambio de tema que esperaba estar haciendo de manera sutil.
- ¿Sabes qué le falta a mi cumpleaños para ser perfecto? - se acercó Julia con más peligro que verticalidad.
- Julia... - desvió Natalia la mirada, cruzándose inmediatamente con la de Alba, que las observaba desde el balcón mientras daba una calada a su cigarro.
Pillada.
La cercanía de Julia hizo que Natalia tuviera que volver a fijar su atención en ella, pues se encontraba a escasos centímetros, invadiendo por completo su espacio personal.
- Yo digo que un beso. Ese sería el regalo perfecto - concretó Julia su petición, mordiéndose el labio al clavar sus ojos en la boca de la otra.
Y se lanzó de nuevo, alentada por el alcohol y la adrenalina de ser la reina de la fiesta por esa noche. Y Natalia volvió a evitar el contacto, moviéndose lo justo para que sus labios no se rozaran.
- Tú y yo... Tú y yo somos amigas - recordó Natalia, armándose de paciencia y tratando de sonar lo más suave posible, aunque clara.
El suspiro de resignación de Julia llegó a los labios de Natalia, de tan cerca que aún estaban.
- Amiguísimas - chasqueó la lengua, separándose del todo.
- Igual no debería haber venido - pensó en voz alta Natalia, viendo que Julia todavía tenía esperanzas en que surgiera algo entre las dos.
- Igual debería yo haber bebido menos y así evitar lanzarme donde sé que no hay agua, haciendo el ridículo.
- No has hecho el ridículo, de verdad. Está todo bien, Julia. No pasa nada- le acarició el brazo, tratando de consolarla.
- Ya. Está todo bien - sonrió como pudo, antes de apartarse de su camino, enfadada con ella misma por no conocer la palabra "autocontrol"-. Te dejo vía libre a la cerveza.
- En realidad creo que ya he bebido suficiente - rechazó Natalia, cambiando esa idea por la de tomar algo de aire fresco. Sentía que lo necesitaba.
Alba siguió con la mirada a la morena hasta que llegó a su altura y le hizo un hueco en el balcón, en el que apenas cabía una mesita.
- Hola.
- Hola.
Se saludaron con cierta timidez y sin saber muy bien qué decir para romper el hielo. Alba sabía que Natalia la había pillado pendiente de su conversación con Julia y a la morena no le parecía bien hablar del tema precisamente con su compañera de piso. Pero tampoco sabía qué tema inofensivo y banal podía sacar para no hacer de ese un momento incómodo.
En medio del silencio, a Natalia los ojos se le fueron directamente al cigarro que apuraba la rubia.
- ¿Me dejas la última calada, porfa? - pidió, sintiendo la necesidad de nicotina, a la que ciertamente le estaba costando desengancharse y ser indiferente.
Y más teniendo la tentación delante. Y más tras un momento de tensión como el que acababa de vivir con Julia.
- ¿No lo habías dejado? - soltó Alba, sin pensar.
- ¿Tú cómo sabes eso? - alzó las cejas Natalia, sorprendida de que tuviera esa información.
Alba suspiró y tragó saliva, ni un minuto había tardado en meter la pata.
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Cupido | Albalia
FanfictionCuando su mejor amiga le pide ayuda para ligar por Tinder, a Alba Reche no le queda más remedio que aceptar. ¿Qué tal se le dará ser Cupido?