- ¿A qué hora llegaste a noche, Nat? Ni si quiera te oí - se interesó Iciar por su amiga a la mañana siguiente.
- No demasiado tarde, pero como eres una señora mayor con síndrome de Cenicienta, ya estabas sobando - la picó Natalia, como era habitual entre ellas.
- ¡Oye! - le golpeó el brazo con su puño-. ¿Me explicas cómo fue?
- Bien - resumió sonriente Natalia, sirviendo café para las dos.
- ¿Bien y ya?
- ¿Te parece poco para una primera cita de Tinder? Dime cuántas de las tuyas definirías como que han salido "bien".
- Bueno, es verdad, que no hayas tenido que salir huyendo es un buen comienzo.
- A ver, en realidad ha ido muy bien. Aunque no me la esperaba para nada así.
- ¿No? - preguntó Ici, deseando saber más.
- Julia ha resultado ser graciosísima, pero mucho. Muchísimo más que por mensaje.
- Y eso siempre es bueno, ¿no? - frunció el ceño Ici.
- Sí, a ver... - se quedó pensando Natalia en la diferencia entre sus expectativas y la realidad.
En persona todo es distinto, es eso. Y los nervios de las primeras citas. Eso siempre hace que saquemos nuestro lado más payaso como mecanismo de defensa.
Yo tampoco he sido 100% yo, ni lo suelo ser con gente que acabo de conocer.
- ¿Qué? - demandó Iciar, sacando a Natalia de sus pensamientos e instándola a seguir hablando.
- Nada, que se me pasó el tiempo volando y estuve super a gusto. Fue como si la conociera de toda la vida, de ese tipo de gente que tiene el don de hacerte sentir cómoda. Yo llegué nerviosa perdida y fue empezar a hablar y relajarme completamente. Es la mejor rompiendo el hielo, creando buen rollo... Ya me gustaría a mí ser así de abierta y extrovertida. Julia lo hizo todo muy fácil.
¿Igual demasiado fácil?
Natalia se sacó rápidamente ese pensamiento traicionero de la cabeza.
¿Por qué parece que me esté quejando de que la chica sea un amor y la cita haya ido bien?
- Jo, entonces genial, Nat. ¿Cenasteis juntas?
- Sí, una pizza espectacular. Te tengo que llevar un día de estos.
- ¿Y luego?
- ¿Luego qué?
- Después de cenar... - alzó Iciar las cejas repetidamente, pícara.
- ¿Qué insinúas? ¿Que si pasó algo? No, no - descartó Natalia-. Nos despedimos con dos besos y cada una por su lado.
- ¡Pues vaya! - exclamó, decepcionada.
- Oye, no me metas presión, ¿eh? No hace falta ir siempre tan rápido.
- Vale, vale - alzó las manos, haciéndose la inocente-. ¿Y os vais a volver a ver?
- Sí, la tengo que llevar a comer croquetas.
- ¿Croquetas? ¿Qué clase de cita es esa, Nat? - se burló Iciar.
- Pues una que ha sugerido Julia, ya te he dicho que es super ocurrente y super maja. ¿Hay un plan de cita mejor que comer croquetas? Yo creo que no.
- Hay planes más... románticos, no sé - se encogió de hombros.
- Ay, Ici, es una segunda cita. No seas aguafiestas, ¿eh?
- ¿Tú qué sentiste? ¿Cosquillitas en el estómago? ¿Flechazo? - trató de sacarle lo más jugoso a su amiga.
- Estuve súper a gusto. Y en persona es guapísima, pero preciosa, en serio - enfatizó.
- Pues déjame decirte que yo te veía más emocionada cuando hablabais por mensaje...
- Ay, es que era distinto. No se puede comparar una situación con otra, Ici - se encogió de hombros.
- Gritabas con cada WhatsApp, tía - evidenció-. Y no te he visto venir gritando.
- Bueno, no sabía que había que superar un índice de decibelios para hacer constar que me ha ido bien una cita - rodó los ojos.
- No sé, Nat. Yo solo digo lo que observo.
- ¿Y qué observas, listilla?
- Que con Julia te ha pasado como con esas películas que ves el tráiler y parece que son de Oscar, pero luego te las pones y podrían ser de la programación de los domingos de Antena3.
- ¡Hala, tía! No puedes estar más equivocada - aseguró, convencida-. Estoy segura de que ha sacado su lado más desenfadado para hacerme sentir cómoda, el resto de su personalidad tendré que ir descubriéndolo. ¿No crees?
- ¿Ni siquiera puedes admitir que tus expectativas eran unas y la realidad otra? Si es que te lo veo en la cara.
- Te he dicho que ha ido genial y que la quiero volver a ver, no sé de dónde estás sacando todas estas conclusiones - frunció el ceño Natalia.
- Porque te conozco desde que apenas llegabas al metro y medio, cariño. Y tu intensidad natural no está, así que algo falla.
- Vaya ánimos, ¿eh? Muchas gracias - ironizó.
- La próxima vez te miento, si quieres - se encogió de hombros.
Pasó casi una semana hasta que Natalia volvió con el rabo entre las piernas a darle algo de razón a su amiga. Con la boquita pequeña.
- Oye, que igual sí que tenías un poco de razón.
- ¿Razón? ¿En qué? Si yo nunca tengo razón - vaciló Ici, regodeándose.
- He estado hablando estos días con Julia y... hay algo que, no sé, que me falta. Es una cosa muy rara.
- A ver, explícate mejor - le hizo hueco en el sofá.
- Pues que... desde que nos vimos creo que la dinámica que teníamos ha cambiado.
- Bueno, no es lo mismo cuando os mensajeabais a ciegas que ahora, que habéis compartido cuatro largas horas de vuestra vida - gestualizó, como si fuera un gran titular.
- Ay, no sé como explicarlo - se mordió el labio.
- Hay gente que es más del cara a cara y por mensaje no se expresa igual, ¿es eso? - tanteó, tratando de ayudarla a explicarse.
- No, no. La Julia que yo conocí ese día y con la que me hablo ahora es exactamente la misma.
- ¿Entonces?
- Pues que es majísima, divertidísima...
- Graciosísima, abiertísima. Sí, ya lo sé - adivinó la cantinela-. ¿Pero?
- Creo que al vernos en persona se rompió la magia. No me preguntes por qué, porque la verdad es que no tengo ni idea.
- ¿Quizá la idealizaste?
- No. No creo... Bueno, no sé. De verdad, es una sensación muy extraña.
- ¿Y por qué no sales de dudas invitándola a comer croquetas? - sugirió Ici.
- ¿Crees que es un buen plan?
- Mejor que estarte comiendo la cabeza sin salir del bucle - argumentó.
- Tienes razón. Quedaré con ella esta semana, a ver si así me aclaro.
De hecho, lo necestiaba. Cada vez que hablaba con ella o rememoraba algún momento de su primer encuentro y lo comparaba con sus primeras conversaciones tenía una sensación extraña. Como si de repente hubiera explotado la burbuja y se hubiera roto la magia.
Natalia le habló entonces a Julia para proponerle el plan. Compartir una segunda cita para descubrir qué pasaba realmente entre ella y su match de Tinder era buena idea.
Y si por lo que fuera finalmente salía mal y se confirmaban sus dudas respecto al tipo de feeling que existía entre las dos, por lo menos tendrían croquetas.
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Cupido | Albalia
Fiksi PenggemarCuando su mejor amiga le pide ayuda para ligar por Tinder, a Alba Reche no le queda más remedio que aceptar. ¿Qué tal se le dará ser Cupido?