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Alba se mordió el labio, dudando si buscar una excusa para enmendar su error, cambiar de tema como si nada, salir corriendo, o idear alguna otra vía de escape. Definitivamente, no contaba con que se le escapase esa información. Ella no tenía por qué saber que Natalia estaba dejando de fumar.

- Te lo dijo Julia, ¿no? - dedujo la morena, ante su silencio-. ¿Me dejas terminar el piti?

- No debería. Sé que... - reformuló la frase, viendo que tampoco iba bien encaminada-. Bueno, seguramente estarás haciendo un esfuerzo enorme y no quiero que lo eches a perder por mi culpa. Supongo que no es nada fácil dejarlo.

- Solo la última calada, por favor - pidió Natalia, suplicante.

Alba dudó. Sus ojos necesitados la impulsaban a acceder a su petición, pero a la vez recordaba perfectamente la fuerza de voluntad que estaba teniendo y que le había ido explicando con ilusión cuando se mensajeaban. Y aquellas veces que la había distraído con cualquier cosa para que no cayera en la tentación.

No podía dejar que sus esfuerzos fueran en vano. Y menos que se rindiese por su culpa y con ella delante. De ninguna manera. Ni por todos los ojos de cachorro abandonado que le pusiera.

Finalmente, Alba apagó el cigarro en el cenicero, causando una mueca de decepción en el rostro de la morena.

- Ni para ti, ni para mí. Es lo mejor.

- Necesitaba esa calada - admitió Natalia, suspirando y dirigiendo su mirada a las vistas de noche cerrada en el centro de Madrid.

- Te la cambio por una charla, así dejas de pensar en tabaco. ¿Te parece? - ofreció Alba, logrando que la morena centrara su atención de nuevo en ella.

- Nos has visto, ¿verdad? A Julia y a mí.

- Sí - confesó la rubia, pues la mirada que habían cruzado antes no permitía excusas.

- Pensaba que podíamos ser amigas, pero...

- A Julia le hace falta un poco más de tiempo.

- Me sabe fatal, ha sido un momento un poco tenso. ¿Te ha hablado mucho sobre mí?

Si tú supieras...

- Eso es secreto de sumario entre mi amiga y yo, Nat... - carraspeó- Natalia.

- Es una tía de puta madre - admitió la morena, buscando con la mirada a la cumpleañera, entre los invitados esparcidos por el salón.

- Julia es la mejor, sí - suspiró la rubia.

- ¿Por qué crees que, a veces, las personas que parecen perfectas para nosotras, acaban sin serlo? Sin ningún motivo aparente - reflexionó Natalia, con su mejor cara de intensa.

- Uy, ¿te estás poniendo profunda a las tres de la mañana y con borrachera de cerveza?

- Has dicho que me distraerías, ¿no? Pues tienes que contestar - exigió lo prometido.

- Sí, pero... esto es una fiesta universitaria de cumpleaños. No pega nada filosofar - trató de eludir la responsabilidad de tener que dar su opinión.

- Es eso o pedirte un piti - se encogió de hombros y alzó una ceja.

- Yo no creo que haya personas perfectas para nadie - expuso finalmente Alba, tras un breve silencio.

- Vale, pero ¿especiales? De esas personas con las que simplemente conectas, a veces incluso sin conocerlas en persona...

Alba tragó saliva, no era muy difícil intuir por dónde iban los pensamientos de la morena. Y sí, sabía perfectamente a qué se refería con eso de conectar con alguien sin conocerle.

Cupido | AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora