- Buenos días, Nat - susurró Alba a la mañana siguiente, en cuanto percibió que la morena había abierto los ojos.
- Buenos días - contestó Natalia, sonriente pese a estar aún medio dormida-. ¿En qué estabas pensando que me mirabas tanto?
- ¿Cómo sabes si te miraba si tenías los ojos cerrados? - frunció el ceño la rubia.
- Porque igual no los tenía tan cerrados.
- ¿Ah, no? ¿Eres experta en hacerte la dormida? - preguntó Alba.
- Te daría la respuesta real, pero me temo que cortaría un poco el rollo de despertar idílico - se hizo la misteriosa Natalia.
- Ahora quiero saberla - le picó la curiosidad.
- ¿Te soy sincera? ¿Seguro? ¿De buena mañana?
- ¿A ver? - alzó Alba las cejas, intrigada por su respuesta.
- Las primeras veces que duermo con alguien me hago siempre la dormida, sobre todo si es en casa ajena - confesó-. ¿A ti no te pasa que no sabes si la otra persona es de dormir mucho o poco, si te va a querer echar o te invitará a desayunar, si ni siquiera se acuerda de que estás ahí? Es un momento crítico.
- Tienes razón. Y suerte - añadió-. También tienes suerte de que me acuerde de quien eres, de que estabas aquí y de que tenga desayuno suficiente para las dos.
- Entonces tenía que haber dado señales de vida antes - se lamentó falsamente Natalia, desatando una carcajada en la rubia.
- Ha sido en el momento perfecto, no te preocupes.
- Ah, claro, es verdad. Casi se me olvida que me estabas mirando fijamente. ¿En qué pensabas? Solo acepto sinceridad - recordó.
- Pues primero en que eres guapísima - Natalia puso cara de incredulidad-. Oye, ¡que es verdad! Lo primero que he pensado ha sido eso y luego...
- ¿Luego? - la instó a seguir.
- Luego en que siempre que follo con alguien tan "pronto" - hizo las comillas en el aire- y sin conocernos demasiado, me asusta que todo se vaya a quedar en eso.
- Vale, apruebo tu sinceridad. Es que... qué incómodo, ¿no? Si no pasa porque no pasa y si pasa, es demasiado "pronto" - imitó las comillas de Alba y rodó los ojos-. Es imposible acertar.
- Qué profundas de buena mañana... - bufó, acercándose a la morena para dejar un beso en su cuello, y otro en su barbilla, y otro en la comisura de su boca, dejándola con ganas de más.
- Intuyo que somos un par de intensas sin remedio - se encogió de hombros Natalia.
- Me gustó mucho - confesó Alba, buscando sus ojos-. Toda la noche de ayer, no solo el final.
- A mí también me gustó mucho, Alba. Me gustas mucho - admitió-. Las cosas buenas también está bien decirlas, aunque sea "pronto" - la imitó, poniendo voz rasgada y sexy con éxito relativo.
- Yo no hablo así. Y si me vuelves a imitar no te doy desayuno - amenazó Alba, sin seriedad alguna.
- Un beso. Dame un beso de desayuno.
- ¿Como la canción?
- Sí - asintió, poniendo morritos.
La rubia correspondió a su mueca y le dio un pico. Y otro. Y le llenó la cara de besos hasta que Natalia estalló de risa.
Y le hizo el desayuno más completo que pudo, para estirar el momento juntas al máximo.
- ¿Quieres más? - preguntó Alba, ofreciéndose a tostar más pan.
- No, estoy bien - aseguró Natalia, dándole otro sorbo a su café-. ¡Qué rico!
- ¿Seguro que no quieres más? Que no te de vergüenza, ¿eh? Yo me voy a hacer otra tostada. El sexo me da hambre y hay que reponer fuerzas.
Natalia rio y negó con la cabeza.
- No quiero, de verdad. Tengo fuerzas suficientes - sacó bíceps.
- Bueno, eso tendrás que demostrarlo - le guiñó un ojo.
No se pudieron resistir a compartir ducha, por eso de ahorrar agua y para que Natalia pudiera demostrar que estaba en plena forma. Se enjabonaron, entre risas y besos, con caricias poco inocentes y masajes tan innecesarios como calientes. Sus manos parecían imantadas a la piel de la otra y sus labios corrían la misma suerte, besando y lamiendo allí donde el agua hacía desaparecer el jabón.
- No es tan cómoda la ducha para hacer estas cosas, ¿eh? - admitió Natalia, que se encontraba casi de rodillas, paseando sus manos y sus labios por el abdomen de la rubia, en dirección sur.
- Es que eres demasiado alta, y esta ducha muy pequeña - apuntó Alba, tirando del pelo de la morena con suavidad para que continuara con sus atenciones.
- Bueno, entonces acabaré con esto rápido - posó sus manos en las nalgas de la rubia y llevó su boca allí donde Alba la necesitaba.
Le comió el coño con ansias, a un ritmo frenético que desató en Alba un gemido tras otro, hasta que se rindió al orgasmo. Natalia se incorporó, satisfecha, y con un último beso dio por terminada la ducha.
La morena se puso la ropa de la noche anterior con una lentitud que hacía que Alba, ya vestida con ropa de estar por casa, quisiera arrancarle de un mordisco cada prenda que le negaba la visión de ese cuerpo desnudo precioso.
- ¿Me quieres ayudar? - preguntó Natalia al notar la intensidad de su mirada.
- ¿A vestirte? Ni de coña - negó Alba con la cabeza y Natalia rio.
- Cuando sea para desvestirme, te aviso, ¿no? - bromeó.
- Por favor - asintió y se acercó a la morena para peinarle algunos mechones.
Natalia le robó un par de besos más. Y otro par de camino a la puerta.
Se despidieron con la promesa de volver a verse pronto. En cuanto Alba cerró la puerta, se apoyó en ella y sonrió como una imbécil. Natalia tenía la misma sonrisa en la cara cuando salió de ese portal y no pudo evitar dedicar una última mirada al balcón de la rubia antes de echar a andar hacia su casa.
- Te preguntaría qué tal, pero realmente no hace ninguna falta - fue lo primero que dijo Ici al ver llegar a la morena.
- Ay, Ici... Es que me parece surrealista lo a gusto que hemos estado. Nos acabamos de conocer, ¿sabes? Y no lo parece para nada - relató.
- Me alegro mucho. Estás tan guapa cuando estás contenta - le dio un beso en la mejilla y le revolvió el pelo.
- Y tú estás tan preciosa cuando me dices cosas bonitas - la abrazó, alzándola incluso del suelo.
- Sí, muchas cosas bonitas, pero yo lo que necesito son detalles - fue al grano Iciar, que no se aguantaba la curiosidad.
Natalia le relató encantada todos los acontecimientos e Ici no pudo más que alegrarse por lo espectacularmente bien que había ido todo y los ojitos brillantes de su amiga.
- ¿Y? ¿Qué te parece? - quiso saber la morena la opinión de su compañera de piso.
- Un buen comienzo. Muy bueno, de hecho.
- ¿A que sí? - sonrió a lo grande y se mordió el labio.
Ici sonrió con ella.
Natalia ilusionada se convertía en un bebé adorable y achuchable. Probablemente su Natalia favorita.
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Cupido | Albalia
FanfictionCuando su mejor amiga le pide ayuda para ligar por Tinder, a Alba Reche no le queda más remedio que aceptar. ¿Qué tal se le dará ser Cupido?