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La rubia llevaba un buen rato despidiéndose, sin muchas ganas de moverse de esa casa, aunque ya estuviera lista para marcharse y realmente tuviera que hacerlo. Pero sentía que el sofá de Natalia tenía un imán potentísimo contra el que su cuerpo no podía luchar. O el imán lo tenía la morena.

- Venga, me voy - le dio un último y decidido pico antes de levantarse.

- Espera - atrapó su brazo Natalia para volver a sentarla a su lado.

- Que me tengo que ir, Nat...

- No, no puedes - negó tajante, cruzándose de brazos y poniendo cara de seria.

- ¿Por qué, a ver? - sonrió Alba, esperando cualquier excusa tonta.

- Pues... Pues porque no te puedes ir sin darme tu teléfono. ¿Te parece normal que aún no lo tenga? - cuestionó, desbloqueando su móvil para abrir la aplicación con la que agendar nuevos contactos.

En cuanto Alba fue a decirle su número, se dio cuenta.

Ya lo tiene.

Esa tonta excusa de la morena para lograr retenerla a su lado un par de minutos más acababa de detonar una bomba que lo haría todo añicos.

La rubia no entendía cómo era posible, pero se había llegado a olvidar de cómo empezó todo y por qué estaban ahora así. El run-run que persistía en su cabeza desde el principio se había hecho tan común, tan de fondo, que había dejado de prestarle atención. Y así, de escucharlo. Pero ahora resonaba con la fuerza de cien huracanes y la azotaba como un tsunami.

Mierda.

Eso era todo en lo que podía pensar. Natalia la miraba confundida.

- ¿No me lo quieres dar? Mira que no soy ninguna tóxica que te vaya a mirar la última hora de conexión, ni me voy a obsesionar con los ticks azules, ¿eh? - vaciló, tratando de que la expresión ida de Alba volviera a la normalidad, pero no lo hacía-. ¿Está todo bien?

Natalia buscó su mirada de nuevo y la vio distinta. El silencio entre las dos se le hizo atronador y Alba rehuyó la mirada de la morena antes de confesar.

- Ya tienes mi número - habló finalmente.

- ¿Cómo?

- Te mentimos - espetó Alba, tragando saliva, con derrota y vergüenza en la voz.

- ¿Me mentisteis? ¿Quién? - frunció el ceño Natalia, aún más confundida.

- Julia y yo. Te mentimos - se llevó los dedos al puente de la nariz, lamentándose por cómo habían hecho las cosas y las consecuencias que traería en cuanto Natalia supiera la verdad.

Natalia llevó el dedo índice al mentón de la rubia y consiguió que esta la mirara de nuevo. Alba se encontró con un expresión de serenidad en la cara de la morena, cuando esperaba una de furia.

- Lo sé, Julia me contó que me mentisteis - aclaró, esbozando una sonrisa tranquilizadora.

- ¿Cómo que te lo contó?

- Sí, surgió el tema y ya. No era para tanto - se encogió de hombros, restándole importancia.

- ¿En serio? Julia no me ha dicho nada...

- En serio. No te preocupes. Ya está, perdonadas.

- Ay, Nat. Que sepas que yo nunca estuve de acuerdo. Le dije que no mil veces, pero Julia cuando se pone insistente... - bufó Alba.

- Lo puedo intuir - le dio la razón-. No pasa nada, de verdad. Pero eso que dices del número... - frunció el ceño.

- Lo hicimos fatal. Fue horrible hacerme pasar por ella cuando en el fondo me gustabas... - posó sus manos sobre los muslos de la morena.

Cupido | AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora