Un mes después, Natalia caminaba de vuelta a casa tras salir a tomar algo con Ici cuando pasaron precisamente por la puerta de casa de Alba. Iciar no entendió nada cuando la morena se quedó clavada en ese portal.
- ¿Qué pasa? ¿Se te ha caído algo? - preguntó, girándose al ver que solo ella había seguido andando.
- Alba vive aquí - murmuró Natalia, llevándose las manos a los bolsillos de su chaqueta vaquera para después mirar hacía arriba buscando el tercer piso. Había luz.
- Anda, vamos - tiró Ici de su brazo para continuar su camino.
Nada más meterse en la cama, la imagen de la rubia se hizo presente en la mente de Natalia. Le pasaba bastante a menudo, a pesar de que hacía ya semanas que no sabía nada de ella. La había dejado de seguir en Instagram, a ella y a Julia, pero no las había bloqueado a ninguna de las dos.
Tampoco había borrado "su" número del teléfono, aunque no se había atrevido a rememorar las conversaciones que habían mantenido sin ella saberlo. Natalia había agradecido el hecho de que no tuvieran fotos juntas, ya que se le habría complicado resistirse a verlas.
Tras la tristeza y rabia iniciales, a la morena se le colaban las escasas escenas compartidas en su cabeza. O alguna conversación interesante. O la sonrisa de la rubia. O el tacto de su piel. Claro que, inmediatamente después, su cerebro se encargaba de proyectar el engaño y la decepción que sintió al verse manipulada. Y todo lo bueno se emborronaba en una mancha negra y espesa.
Esa noche, tras haber visto movimiento en el piso de Alba a través de la ventana, no pudo evitar hacer lo que no había hecho en ningún momento: abrir la conversación de Whatsapp con Julia Tinder, la que ahora sabía que era Alba.
Leyó cada mensaje y se acordó de las cosquillas de expectación que había sentido al recibirlos y la ilusión con la que los contestaba. Rememoró el tener la sensación de que conectaban, que no le había pasado antes, y también cuando se rompió la magia al conocer a Julia en persona. Con razón había algo que no encajaba. Ahora todo tenía sentido.
Sin poder contenerse, buscó las interacciones que habían compartido en Instagram la Alba real y ella. Se mordió el labio y negó con la cabeza. Odiaba la manera en la que habían sucedido las cosas. Y cómo esa mentira había explotado en el peor momento posible: el mejor entre ellas.
Íbamos tan bien...
Natalia se levantó de la cama y golpeó la puerta de Ici, que abrió sin pensarlo dos veces.
- ¿No puedes dormir, Natinat? - se abrazó a ella, acomodándose a la altura de su pecho.
- No. ¿Adivinas? - alzó las cejas la morena.
- Alba - Ici la llevó a su cama y dejó que se acomodara para una charla de amigas.
- Ya debería haberme olvidado de ella. - suspiró Natalia.
- Bueno, tampoco te presiones. Cada persona tiene su ritmo. No pasa nada.
- Es que, Ici... Yo no quería que se acabara así.
- Ni tú, ni nadie - se encogió de hombros.
- ¿Por qué me engañaron, joder? - se quejó, con rabia.
- Supongo que no le dieron la importancia suficiente en el momento. No creo que fuera para hacerte daño, no te conocían de nada.
- Ya, yo tampoco lo creo. Pero es que ahora...
- ¿Qué?
- Que le hice la cruz a Alba, a las dos, porque realmente me sentía fatal y cada vez que lo pienso me da rabia, pero a la vez...
- A la vez... - la instó a seguir.
- A la vez la echo de menos. Y solo la vi dos veces, tía. No puede ser tan difícil pasar una página tan corta - se lamentó.
- A veces no es cuestión de tiempo...
- Ya. También pienso en que todo lo que vivimos ella y yo de alguna forma fue de verdad. Me acuerdo de cómo me miraba y para mí fue real a pesar de la mentira, ¿sabes? Muy real. No puedo dejar de pensar en eso.
- Yo no conozco a Alba, y a Julia tampoco, pero no creo que sean malas personas. Es decir, entiendo tu punto, entiendo lo que hiciste cuando supiste la verdad, porque es lo que habría hecho cualquiera. Pero... si ha pasado ya un tiempo prudencial y sientes que te pesa más lo bueno que lo malo...
- Yo no he dicho eso - advirtió.
- ¿Te pesa más lo bueno que lo malo, Nat? - le preguntó entonces su amiga, para que lo pusiera en palabras.
- No. No sé. He estado revisando nuestros mensajes, y acordándome de cosas, y... Ay - se pasó la mano por el pelo y cerró los ojos-. Puede que sí, Ici. ¿Eso está mal?
- ¿Mal? ¿El que?
- Nada - negó con la cabeza.
- ¿Qué, Nat? Soy yo, no te voy a juzgar.
- A ver... Imagínate que yo ahora, por ejemplo, le escribiera a Alba para tomar un café y hablar las cosas. ¿Estaría mal?
- No, cariño. Si es lo que quieres hacer, hazlo. No es malo dar segundas oportunidades a la gente, igual las saben aprovechar.
- No me ha escrito en todo este tiempo. Y sabes que no la bloqueé de ningún sitio - puntualizó, diciendo en alto todos los argumentos que se había estado guardando dentro.
- ¿Igual porque respetó tu decisión? Sé sincera - pidió-. ¿Te habría gustado que lo hiciera? ¿Que te hablara?
- Sí. Aunque fuera para pedir perdón.
- Ya te pidió perdón en persona.
- Aunque fuera para decirme que me echaba de menos - admitió, bajando la mirada.
- Nat. Tú lo ves igual de claro que yo, ¿verdad? Lo que pasa aquí...
- ¿Crees que estaría muy mal perdonarla?
- Tampoco ha matado a nadie, ¿no? - le regaló Ici una sonrisa de ánimo que Natalia replicó-. Siendo prudente, podrías aunque sea escuchar lo que tiene para decir ahora que ha pasado un poco de tiempo, y después podrías decidir el siguiente paso. Si es que lo llega a haber.
- A ver, y... ¿Cómo tendría que hacerlo? Primero, dejarle claro que me dolió y hacerme la dura - empezó a enumerar.
- ¿Hacerte la dura? - frunció el ceño su compañera de piso.
- Claro, para que tenga clarísimo que esto no puede pasar otra vez, que si le doy una segunda oportunidad, no puede desaprovecharla.
- Y si necesitas hacerte la dura para decirle eso, asumo que es porque ya estás más blanda que un algodón de azúcar... ¿Acaso estabas deseando tener una excusa como la de "pasamos fortuitamente por su casa y reflexiono"?
- No es para nada como estás pensando - negó fervientemente con la cabeza, aunque fuera inútil disimular.
- Natalia, ¿cuánto tiempo llevas queriendo perdonarla?
- Conscientemente, no hace mucho. De hecho, todavía no lo tengo del todo claro. Inconscientemente, me temo que desde el momento en que le dije que se olvidara de mí. Ay... - suspiró, al verse perdida.
- Ay, mi bebé - besó su mejilla repetidas veces.
- ¿Soy una estúpida por plantearme perdonarla? Dime la verdad - rogó.
- Nat, en serio, no pasa nada porque volváis a hablar las cosas. ¿Le vas a escribir?
- Primero voy a hacer algo un poco más sutil. Sé que todavía mira mis historias.
- Menos mal que la habías dejado de seguir para que te fuera más fácil - ironizó Ici.
- Shh, cállate.
- A ver, Natalia Obvia Lacunza, con qué concepto de sutilidad me sorprendes esta vez.
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Cupido | Albalia
FanfictionCuando su mejor amiga le pide ayuda para ligar por Tinder, a Alba Reche no le queda más remedio que aceptar. ¿Qué tal se le dará ser Cupido?