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"Hola, Nat. ¿Te parece bien descorchar ese vino que está cogiendo polvo en mi despensa?"

- ¡Ici! ¡Que me ha dicho que sí! - aporreó Natalia la puerta de la habitación de su compañera de piso, para que compartiera con ella su emoción.

- Te dije que aceptaría - salió inmediatamente, para no perderse ni un detalle.

- ¡Ha tardado mil años! Pero tengo una duda - le leyó Natalia el mensaje-. ¿Crees que va a estar Julia?

- No creo, ¿no? La verdad es que el mensaje es un poco ambiguo... Pregúntale y acabas antes.

- ¿Sí? - se mordió el labio, insegura-. A ver si esto va a ser un vino de amigas y yo me estoy montando la película...

- Pregúntale - repitió.

- ¿Pero directamente?

- ¿Qué rodeo quieres dar, Nat?

- Uno que me permita salir del paso con dignidad.

- Déjame a mí - le pidió el móvil, el cual Natalia se negó a entregar.

- Ni de coña. No me fío ni un pelo de ti.

Mientras Natalia se lo pensaba, Ici le robó el teléfono.

"¿Tú y yo solas?"

- ¡Te mato, cabrona! - golpeó Natalia el hombro de su compañera de piso, indignada-. Me has tirado a los leones.

"Sí, Julia está en Cádiz"

- Ves como no eran leones. ¡Alba es una linda gatita! - celebró Ici.

- Y se quiere tomar un vino conmigo. En su casa - dio saltitos Natalia.

- ¡A ganar, Natinat! - le chocó la mano.

Alba había preparado algo para picar y sacado las mejores copas de la vajilla. Había limpiado la casa a fondo para entretenerse y comprado una nueva plantita para el salón. Y elegido el outfit durante horas para finalmente decantarse por un mono informal, unas deportivas y el pelo recogido en un moñito desenfadado. Los nervios le crecieron durante todo el día y llegaron a su punto más álgido cuando sonó el timbre.

Natalia esperó el ascensor histérica y se acomodó el flequillo en el espejo mientras se mordía el labio. Y llamó al timbre como si quemara. Alba, del otro lado, contó los segundos, calculando cuando tenía que abrir para disimular que llevaba un par de minutos pegada a la puerta.

- Hola - saludó la rubia con fingida tranquilidad y una sonrisilla medio tímida que vio reflejada en la expresión de Natalia.

- Hola, Alba. ¿Hoy me dejas pasar a la primera?

- Claro, adelante - se apartó, no sin antes hacerle un buen repaso a esa morena preciosa-. Puedes dejar las cosas ahí en el sofá. He abierto el vino para que se airee. Tiene que airearse, ¿no? La verdad es que no tengo mucha idea...

- Yo tampoco - se encogió Natalia de hombros, sonriéndole.

Las dos tomaron asiento en el sofá y los nervios se sentaron en medio.

Natalia pensó en lo bien que le vendría un cigarro para calmarse e inconscientemente su mirada buscó el cenicero de la mesa del balcón. No estaba.

¿Lo habrá guardado por mí?

Seguro que no. Natalia, no te flipes.

- ¿Prefieres ir fuera? - preguntó Alba al seguir su mirada-. La verdad es que hace buena noche.

Incapaz de estarse quieta, la rubia se levantó a buscar las copas y la botella. Los nervios que ambas cargaban eran indisimulables. Natalia no pudo evitar sonreír enternecida, consciente de que a las dos les torturaban las cosquillas, el nudo en el estómago y la boca seca.

Cupido | AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora