4

3.8K 363 56
                                    

- ¿Cómo va con Natalia, Cupidita del amor? - se interesó Julia.

Alba se encogió de hombros mientras meditaba su respuesta. 

Tenía a su amiga bastante informada, aunque de vez en cuando se callaba algunos avances. Lo hacía casi de manera inconsciente.

Cuando tocaba decirle que veía la primera cita muy cerca, le rebajaba la intensidad argumentando que entre las chicas normalmente era más difícil dar el paso.

Era verdad. De hecho, a ella le había pasado eso de estar hablando muchísimo con una persona, tanto que caería de cajón conocerse, pero ninguna de las dos atreverse a proponer cambiar las pantallas por el mundo exterior.

Con Natalia, a esa incertidumbre y timidez que da el miedo a precipitarse, se le sumaban las reticencias de Alba, ese freno de mano que echaba casi sin darse cuenta. Casi.

- Ahí vamos, Juls. Lo importante es que todavía no me ha hecho ghosting. De hecho, estamos siendo bastante constantes con los mensajes y seguimos teniendo temas de conversación que no pongan en riesgo el plan. Así que progresamos adecuadamente, supongo.

- Eso es genial. Pero, oye, cuánto calculas que puede tardar en... concretarse el asunto.

- No sé, tía. No es una ciencia exacta.

- ¿Menos de una semana? - tanteó Julia-. Al menos dame un plazo.

- Igual un poco más - compró tiempo Alba, aunque intuía que si ponía todo de su parte el encuentro podría concretarse mucho antes, o incluso ya haber sucedido-. Está demasiado verde todavía.

- Bueno, entrenaré mi paciencia - se resignó Julia.

- Así me gusta - le sonrió Alba.

- ¿Me cuentas lo que habéis hablado?

- Claro - procedió la rubia a hacerle un resumen por encima del contenido de los mensajes y a enseñarle algún audio que Natalia había mandado.

Julia quedó encantada y dudó firmemente de que a su crush le faltara mucho para estar en el punto de querer verse las caras. De hecho, para ella, solo faltaba un empujoncito por parte de Alba para eso. La rubia le pidió calma de nuevo, aunque sabía que ese stand by iba a durar más bien poco. Muy a su pesar, era consciente de que no podía alargar las conversaciones de WhatsApp para siempre.

Estaban en el sofá, en plena siesta de domingo, cuando el móvil de Alba vibró en la mesita del salón y fue Julia la que leyó el mensaje en la pantalla aún bloqueada.

"Hace domingo de tomarse una cervecita en una terraza. Y me parece que te debo una, ¿no?"

Ante esa invitación tan evidente le fue difícil a la rubia, y menos con Julia delante, evitar el momento que tarde o temprano iba a llegar. Pero cayó antes en un detalle que le servía para retrasarlo un poco más. 

Como un último intento de tapar el sol con un dedo.

- Le voy a decir que no puedo, o sea, que no puedes - resolvió la rubia.

- ¡¿Cómo que no puedo?! Si ha sido la indirecta más directa del mundo, Alba. O sea, ni siquiera ha preguntado. Ha dado por hecho que vamos a vernos. Ya está, le digo que sí y listo.

- ¿Y cómo le piensas explicar que te has cambiado de número de teléfono en apenas un par de horas? - agitó el móvil en su mano, para resaltar que primero había que cubrirse las espaldas con el engaño.

- Ay, es verdad. ¿Cómo lo podemos hacer? - se mordió el labio Julia, evaluando sus opciones.

- ¡Tú sabrás! Fue tu idea, yo ya he hecho mi trabajo. ¿Querías quedar con ella? Pues ya lo tienes. A partir de aquí, yo me desentiendo como Cupido - se exculpó, alzando las manos.

Cupido | AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora